Las ansias de saber del ser humano han traspasado, desde tiempos inmemoriales, la barrera entre la vida y la muerte. Las experiencias que relatan aquellos que afirman haber estado a punto de morir son consideradas como fenómenos místicos. Ver a familiares ya fallecidos en una realidad donde el amor y la felicidad lo abarcan todo, andar por un túnel con una luz cegadora al final, notar como el alma sale del cuerpo o ver pasar ante los ojos todos los momentos importantes de la vida de uno son las explicaciones más comunes entre aquellos que han tenido experiencias cercanas a la muerte o han pasado por una muerte clínica.
Estas explicaciones, a su vez, se han convertido en algunas de las respuestas que da el imaginario popular para uno de los interrogantes que más curiosidad despiertan: ¿qué se siente al morir?.
Un grupo de investigadores de la universidad de Cambridge, pero, ha roto el componente místico explicando la práctica totalidad de las características comunes de las vivencias que narran los que han vivido estas sensaciones. Según ha explicado el neurocientífico Dean Mobbs, de la University of Cambridge's Medical Research Council Cognition and Brain Sciences Unit, a la revista Scientific American, "muchos de los fenómenos asociados con experiencias cercanas a la muerte pueden ser explicadas biológicamente". Los científicos han determinado que muchas de estas experiencias provienen de un mal funcionamiento de la dopamina y del flujo sanguíneo, creando sensaciones inexistentes durante un proceso traumático.
Por ejemplo, la sensación de estar muerto no sólo la han vivido aquellos que han estado cerca de morir. Los pacientes con el síndrome de Cotard tienen la certeza de que han fallecido después de un trauma muy fuerte o en etapas muy avanzadas de algunas enfermedades, como la fiebre tifoidea y la esclerosis múltiple, debido a cambios en la corteza parietal y prefrontal. "La corteza parietal está relacionada con los procesos de atención, y la corteza prefrontal está implicada en los delirios observados en enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia ", explica Mobbs. Aunque el mecanismo que se esconde detrás de este síndrome se desconoce, una posible explicación es que los pacientes que padecen este síndrome tratan de dar sentido a las extrañas experiencias que están teniendo.
Experiencias extracorpóreas, túneles de luz y revivir la propia vida
Algunas de las historias que circulan por el imaginario popular, aquellas que hacer referencia a sentir como el alma se separa del cuerpo, también encuentran una explicación en la ciencia. El equipo de neurocientíficos ha determinado que las experiencias extracorpóreas son comunes en la parálisis del sueño, que consiste en un período de inhabilidad para realizar movimientos voluntarios al inicio del sueño o al despertarse, en la que uno se siente paralizado al mismo tiempo que es consciente del mundo exterior. La parálisis del sueño fue detectada en un 40% de las personas que fueron objeto del estudio y que afirmaban haber vivido alucinaciones como flotar por encima de su cuerpo alrededor de una habitación. Un estudio de 2005, según afirma Scientific American, encontró que estas experiencias pueden inducirse artificialmente estimulando áreas concretas del cerebro.
El reencuentro entre la persona que ha pasado por una muerte clínica o una experiencia cercana a la muerte y sus seres queridos puede ser explicado desde un punto de vista científico. Los pacientes de Parkinson, a veces afirman ver fantasmas o monstruos. Esto puede ser debido a un funcionamiento anormal de la dopamina, un neurotrasmisor que puede provocar alucinaciones.
En referencia al túnel con una luz cegadora al final, la explicación que da el grupo de neurocientíficos de la Universidad de Cambridge es que el flujo sanguíneo y de oxígeno se agota en el ojo, algo que podría producirse ante una situación extrema cercana a la muerte.
El posible culpable de la experiencia más común, la de revivir los momentos más importantes de la vida, podría ser el locus coeruleus, una región anatómica del tallo cerebral que libera noradrenalina, la hormona del estrés que se segrega a niveles más altos durante un trauma. Esta región del cerebro está muy conectada con otras regiones destinadas a controlar las emociones y la memoria, como la amígdala cerebral y el hipotálamo.
La investigación demuestra, además, que algunas drogas, como la ketamina, pueden pueden desencadenar euforia, experiencias extracorpóreas y alucinaciones. Esta droga afecta al sistema opioide del cerebro, que puede llegar activarse de forma natural cuando cualquier animal es atacado o, en el caso de los humanos, cuando sufren un gran trauma.
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