Brasil anunció ayer, para enfrentar una desaceleración por una posible recesión global por la crisis en Estados Unidos y Europa, un nuevo ajuste de las cuentas públicas, al aumentar en 6 mil millones de dólares el superávit primario, el ahorro del sector público destinado al pago de intereses de deuda.
Es el segundo ajuste que la presidenta Dilma Rousseff realiza desde que asumió el 1 de enero, ya que está en vigor el recorte de 30 mil millones de dólares que había sido dispuesto en marzo en los gastos corrientes del presupuesto 2011.
El ministro de Economía brasileño, Guido Mantega, afirmó que el aumento en 10 mil millones de reales (6 mil millones de dólares) elevará el superávit primario del actual 3% del Producto Interno Bruto (PIB), al 3,3%.
El ministro sostuvo que ningún gasto social o de infraestructura comprometido para este año será afectado del presupuesto.
El lápiz rojo se apoyará en ítems de gastos corrientes y en liberación de partidas presupuestarias de corte político, lo que fue negociado por conos jefes partidarios.
Mantega afirmó que el aumento del superávit primario enfrentará una posible recesión en Estados Unidos, Japón y Europa.
"Brasil tiene que anticiparse para impedir que ese deterioro afecte los avances que logramos en la economía brasileña; queremos estar más preparados que en 2008 frente a la recesión mundial que se avecina", destacó el ministro en conferencia de prensa.
El gobierno cumplió en lo que va del año con 81% de lo proyectado para el superávit primario.
Según Mantega, además de blindar al país ante un eventual shock externo, el aumento del ahorro "abrirá el camino" a una posible reducción "en el medio y largo plazo" de la tasa básica de referencia de la economía brasileña, ubicada en el 12,5% anual y usada por el Banco Central para controlar metas de inflación.
Mantega y Rousseff pertenecen a la línea desarrollista dentro del gobierno, que se propuso iniciar el descenso de las tasas de interés, consideradas las más altas del mundo y objetadas por el sector industrial y los sindicatos.
Los indicadores privados y públicos sobre la actividad económica brasileña del tercer trimestre indican una desaceleración de la economía.
"Creo que la situación puede empeorar. En función de eso, estaremos preparados para la desaceleración sea más suave que la de la crisis de 2008. No queremos esa inmersión del PIB que hubo hubo entre setiembre y diciembre de 2008", afirmó Mantega sobre esa fase crítica con despidos y temor empresarial tras la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers.
Continuó: "Queremos dar continuidad al crecimiento, vamos a crecer en 2011 y en 2012, tomamos las medidas para que la economía siga creciendo a un ritmo satisfactorio, la crisis no es nuestra y por eso no podemos dejar que afecte nuestro desarrollo".
La meta del gobierno para llegar a un crecimiento del 4 ó 4.5% anual, tras un 7,5% en 2010 fue objetada por el mercado financiero, que hoy en el Boletín Focus del Banco Central expuso que el PIB crecerá 3,79%, según los cálculos privados.
La presidenta Dilma Rousseff, antes del anuncio oficial, les informó del caso como "una señal hacia los mercados" a los jefes de las centrales sindicales, que rechazaron la medida y reclamaron una rápida baja en la tasa de interés.
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