El viernes pasado alrededor de las 19,45 un impulso de ir al cine me invadió. Las ganas de ver cualquier película en pantalla gigante y no en la tele, quedó ahí, en eso. San Martín se presentaba en su cancha y había que cubrir ese acontecimiento. El Argentino A para los cirujas se ponía en marcha. Tomé el 9 en la Salta primera cuadra. Sentado en último asiento, resignado me mandé hacia el barrio de la Ciudadela.
Cuando llegué a Roca y Pellegrini me bajé entusiasmado con el aroma a chori, más que con ganas de ver el partido .
Pensé mientras buscaba la credencial de accesos “Un chori, sin picante , sin miga y un vaso de gaseosa, alejarían mis pocas ganas de entrar a la cancha”. Así fue.
En el trayecto, por Pellegrini, hacia la Bolívar unos pocos hinchas gritaban y vivaban al Santo tucumano. Pocas motos , escasas bicis , poco colorido, algunos que otros autos y camionetas y poquísimos vendedores de recuerdos cirujas.
Cuando ingresé me asuste. Plateas semivacías, populares ídem. Entyró el equipo a la cancha al calor de algunas bengalas y cantos. Sólo cinco letreros con publicidad estática. Para peor, los números en las camisetas no se veían casi. Un papelón pensé. Así es me dijo un viejo plateísta. Seguro que vió mi cara de desconcierto. “Están todos en la Plaza Independencia, escuchando por radio”, aseguró.
A poco de iniciado el cotejo me aburrí. El Moncho y su gente comenzaron a cuidar el laburo. Muchos defensores y volantes de destrucción y casi nadie de creación. Ese es el fútbol de ahora, me dijo el plateísta. “No está ni el Jacinto en la tribuna, por lo menos para recordar ls buenos momentos nuestros”, señaló. ¿ Será por lo que hicieron con Nico?, me pregunté.
Los minutos corrían y santos y tallarines también corrían nada más. Algunas camisetas hacia la Bolívar , otras a la Rondeau. Los fanáticos solo rieron cuando lo “clavaron al deca” en Córdoba. Este es el fútbol actual me consolé.
Durante un montón de minutos todo continúo de igual forma. Correr, correr y correr. De fútbol asociado poco y nada. Los técnicos gritaban y daban órdenes cono si estuvieran en una final del mundo. Los futbolistas estaban como en partido entre casados y solteros, compañeros de trabajo.
El arquero santo no parecía tan Pave y sacó un par de pelotas con destino de red ( asi dicen los relatores), Cocido, si Cocido era el armador. El cuñado del técnico ni la veía al igual que el otro lateral. El Súper Ratón estaba con la krytonita encima y el grandote que jugaba de quesero no pasaba nada. Los del frente igual. Todos buscaban el “tonterazo” para sacar la pelota.
Las chicas , muy pocas, de la platea parecían de la Patrulla Urbana, meta mensajitos de textos..
Era todo muy lento, pesado y daba sueño. ¿ Habrá sido el chori que me cayó mal?.
Daniel A. Villalba
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