Las vidas de los mineros que permanecieron sepultados más de dos meses en el cerro San José, en Chile, siguen diversos caminos, y hay quienes quieren volver al socavón y otros que encararon otros proyectos, que incluyen usufructuar la historia que comenzó hace un año 700 metros bajo tierra.
Gustavo Espeche Ortiz, para Telam
La mayoría de "los 33" no tiene trabajo estable y siete de ellos permanecen con licencia médica y sometidos a una terapia que les permita desarrollar una vida normal -dentro o fuera de una mina-, como Jimmy Sánchez, el más joven y más afectado psicológicamente, quien sufre picos depresivos, agobiado por los recuerdos.
Luis Urzúa, uno de los líderes y el último en salir de la mina, se convirtió en el vocero del grupo y se dedica a dictar charlas, en tanto coordina el proyecto cinematográfico para producir la película oficial sobre su historia.
A esta iniciativa también se sumó Florencio Álvarez Silva, el primero en salir en la cápsula Fénix II, quien era capataz de la mina y se convirtió en el camarógrafo oficial de las grabaciones de los mineros bajo tierra.
Entre quienes siguen sin trabajo fijo se encuentra José Ojeda, el séptimo minero en ser rescatado, cuyo "estamos bien en el refugio los 33" recorrió el mundo a partir del 22 de agosto de 2010.
Casi un año después, dijo a Télam que estaba "un poco emocionado, me cuesta hablar, porque tengo sentimientos encontrados, de tristeza al recordar el derrumbe y contento porque el mensaje que escribí regresó a Copiapó".
"Nunca pensé que un escrito mío iba a ser tan famoso a nivel mundial -siguió-, pero llevo ya 28 años en la minería, y tuve entrenamiento para casos de emergencias, como incendios o derrumbes, y sabía que era necesario enviar ese mensaje de vida".
Sobre la posibilidad de volver a la actividad, comentó que está haciendo "una terapia con el psiquiatra, con Norte Grande, mi empresa, cerca de Ovalle, en la Cuarta Región, un tratamiento para adaptarme nuevamente a lo que era mi trabajo. Pienso volver", dijo este hombre viudo que vive con un sobrino.
"Nunca más la mina", dijo con igual convicción su ex compañero Darío Segovia, mientras atendía el puesto de frutas y verduras que montó hace cinco meses en la "feria de pulgas" del barrio El Palomar, en las afueras de Copiapó.
Este hombre de 49 años aclaró que no siente que le haya quedado algún trauma sino que "después de ser minero desde los 14 años, y con lo que pasó, decidí hacerle caso a mi mujer y dedicarme al comercio. La mina ya es una etapa pasada".
Su esposa, Jessica, contó que "nosotros siempre fuimos comerciantes, él en realidad se hizo minero para aportar más dinero, pero en sus semanas de franco se dedicaba a la venta", como cuando antes recorría calles y comercios con un triciclo cargado con sartenes, cacerolas y otros instrumentos de cocina.
Sus manos fuertes, de dedos robustos acostumbrados a lidiar con las rocas, manejaban con facilidad las bolsas de cítricos y acomodaban papas y cebollas en la balanza, para atender a los numerosos clientes, a quienes dedicaba una sonrisa con el gesto amable de quien está conforme con lo que hace.
Sobre los vínculos con sus ex compañeros de encierro, dijo que a veces mantiene encuentros con algunos, aunque "mi mejor amigo del grupo y con el que me encuentro siempre es Osmar Araya", quien tiene un puesto similar en la misma feria.
Samuel Ávalos sigue en tratamiento psiquiátrico pero a diferencia de la emoción, lindera con el llanto, que parecía acongojar a Ojeda, o la tranquilidad de quien vivió una experiencia que le acomodó la vida, que expresaba Segovia, este minero de 44 años desborda un optimismo casi adolescente.
Siempre con una broma como respuesta, tardó en precisar que su interés personal es volver a la mina. "No tengo miedo, soy fundamentalmente optimista y mantengo el optimismo, independientemente de las circunstancias que viva, bajo la tierra o sobre ella, compadre".
"Desde el rescate yo he cambiado harto mucho en lo personal, he cambiado en darle la importancia que se merece a la vida. La vida es superhermosa y hay que cuidarla, sin excesos por decirlo de alguna manera, es muy hermosa y hay que cuidarla".
Ávalos participa de una millonaria demanda contra el Estado que iniciaron los mineros que quedaron atrapados en ese accidente, pero, como muchos de ellos, aclara que no es contra el gobierno sino sólo con el Servicio Nacional de Geología y Minería (SENAGEOMIN), al que consideran responsable de lo ocurrido.
"Un accidente no es algo que uno anda buscando, pero podría decir que nosotros fuimos un instrumento para que se muestre algo que no se debe volver a repetir, que marcó algo para que los empresarios le den la relevancia que se merece a la seguridad", opinó.
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