El acuerdo para el aumento del techo del endeudamiento y evitar el default lleva el sello inconfundible del movimiento ultraconservador Tea Party, que obtuvo una importante victoria política de cara a los comicios de noviembre del 2012, cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se jugará la reelección.
Los republicanos más "tradicionales", en general más moderados y proclives al compromiso, no dudaron en subirse a la ola provocada por el Tea Party y también se reforzaron.
Obama, por su lado, asumió la paternidad del acuerdo y quedó
en una posición más incómoda: el paquete es una apuesta que,
además, lo dejó mal parado frente a gran parte de su propio
partido demócrata.
De hecho, incluso la diputada Nancy Pelosi, jefa de la
bancada minoritaria demócrata en la cámara baja y madrina de la
reforma sanitaria, fue una de las voces que más se escucharon
entre los legisladores oficialistas más progresistas, quienes no
ahorraron críticas al presidente.
Si bien los demócratas quedaron divididos entre aquellos que
apoyan el acuerdo y los que no, los economistas y analistas, en
cambio, aparecieron unidos en su posición. Los fuertes recortes
a los gastos no harán más que agravar las condiciones económicas
del país, sin reducir realmente el déficit.
"Es un desastre", dijo por ejemplo Paul Krugman, premio Nobel
de Economía. Pasar de una era de gastos fuera de control a una
de austeridad, afirman los analistas, evitará el default a
costillas de la confianza en la capacidad del país y pesará
sobre "una economía más débil", advirtieron.
El acuerdo, dijo Krugman, "es el evento político más
significativo desde las elecciones de medio término y un momento
crucial" para el gobierno de Obama. El presidente afrontará un
2012 de campaña electoral expuesto a las críticas de los
republicanos, "que lo podrán acusar de no haber tomado medidas
serias para poner las cuentas en orden" desde que llegó a la
Casa Blanca, en enero del 2009.
Pero el riesgo mayor que corre, añadió, es el desencanto de la base demócrata tras un acuerdo para elevar el techo del endeudamiento que ni siquiera toca las exenciones impositivas que gozan los estadounidenses más ricos gracias a su predecesor, el republicano George W. Bush.
Según un alto funcionario que pidió el anonimato, el acuerdo permite aumentar en 2,1 billones de dólares el techo de la deuda -suficiente para llegar hasta 2013- y realizar recortes de gastos por 2,5 billones en dos etapas.
Una comisión integrada por igual número de republicanos y demócratas tendrá luego la tarea de recomendar recortes por otros 1,5 billones para el 23 de noviembre, y el Congreso deberá aprobarlos para el 23 de diciembre.
La fuente de la Casa Blanca dijo que la Seguridad Social y Medicare, el programa de salud para ancianos, no serán afectados por los recortes automáticos. Es sobre este punto que las negociaciones se habían estancado en los últimos días.
Los republicanos obtuvieron así importantes rebajas en los gastos sin ceder respecto a un alza de impuestos a los sectores más ricos o la supresión de ventajas fiscales, como la que poseen los propietarios de aviones destinados a negocios empresariales, que fuera muy criticada por el propio Obama.
El presidente aseguró que el acuerdo va a llevar los gastos federales a su nivel más bajo en 60 años, y se comprometió a que eso no ocurra de forma "abrupta", en momentos en que el crecimiento estadounidense sigue siendo débil (1,3%) y el desempleo alto (9,2%).
China, el mayor poseedor de deuda estadounidense en el exterior, no realizó comentarios sobre el acuerdo, pero la televisión -controlada por el estado- dijo que fue "más pompa y ceremonia que sustancia".
El primer ministro ruso Vladimir Putin acusó a Estados Unidos de vivir "a crédito, más allá de sus medios y carga una parte del peso (de su deuda) en la economía mundial. Parasita la economía mundial utilizando la situación de monopolio del dólar".
Los principales diarios de Estados Unidos criticaron el acuerdo.
"Para escapar al caos, un acuerdo terrible", titula The New York Times en su editorial.
"El acuerdo permitiría evitar una catastrófica moratoria del gobierno, inmediatamente y probablemente hasta el final de 2012", señaló. "El resto es casi una completa capitulación a las demandas chantajistas de los extremistas republicanos. Dañará los programas para la clase media y los pobres, y dificultará la recuperación económica".
Las claves del acuerdo
Límite de deuda: el techo del endeudamiento, actualmente en 14,3 billones de dólares, se elevaría 2,1 billones más, lo que evitaría el default y alcanzaría hasta 2013.
Ajuste: el gobierno se compromete a recortar gastos por US$ 2,5 billones en dos etapas.
Comisión bipartidaria: será creada para que recomiende recortes por 1,5 billones de dólares, decisión que votaría el Congreso en diciembre. De no hacerlo, un ajuste entrará en vigor automáticamente en 2013 en Defensa y otras áreas.
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