Continúa “El Rey Lear” en el Caviglia. El gran trabajo de dirección de Rafael Nofal logra que cada integrante del elenco del Teatro Estable tenga protagonismo. Puesta de tinte latinoamericanista, de profunda teatralidad, sin perder la esencia de Shakespeare, pese a lo isabelino del texto. Viernes y sábados a las 22.
Jorge García, Nelson González, Héctor Maracaida, Noé Andrade, Pablo Delgado, Andrés D`Andrea, Guillermo Arana, Marcos acevedo, Andrea Barbá, Daniela Canseco, Nelson Alfonso, Sergio Aguilar, Daniela Villalba, Rubén Avila, Vicente Tejerina, Sergio Domínguez, Eloísa Martínez Romero, Andrés Suárez, Claudio Coronel, Carlos Frías y Alvaro Aderete. Dirección y escenografía: Rafael Nofal. Asistente de Dirección: Lita Molina. Asistente técnica: Silvina Schliserman. Paisaje sonoro: Roberto Ortega.
Hacer una obra isabelina en pleno siglo XXI con actores consagrados, que además en su gran mayoría son directores, no es nada sencillo. Sin embargo, Rafael Nofal logró salir airoso de semejante desafío con una propuesta moderna y una dirección de actores y actrices impecable.
El Rey Lear es una de las obras más famosas de Shakespeare, sin embargo hasta el sábado, nunca se la había realizado en Tucumán. Una pieza que refleja lo mejor de este universal pensador de todos los tiempos.
“Con el elenco del Teatro Estable quisimos abordar la obra desde su más profunda teatralidad, en la que el juego ritual fuera una idea fundante. Lo gestual, la palabra, la sonoridad, el vestuario, el cuerpo comprometido mas allá de la 'representación' para la producción de significados, son los pilares sobre los que edificamos esta propuesta”, comenta en el programa Rafael Nofal.
Luego de finalizar la obra no hay mayores dudas que fue un trabajo en conjunto, donde cada integrante del elenco participó, aportó. Los textos, momentos y situaciones fueron pensadas para que todos los artistas se luzcan. Rafael logró sacar lo mejor de cada uno. Prácticamente no existe el protagónico, sino un colectivo de protagonistas.
La situación se desarrolla en un no lugar. Una puesta arriesgada, diferente. Gomas de autos y camiones, un andamio en el centro del escenario, dos rampas a los costado, piolas que dan la sensación de estar arriba de un barco. Tachos grandes de aceite que hacen las veces de tambores y un sin fin de chatarrería ingeniosamente reciclada. No hay castillo, casas, nada. Trabajo impresionante de Claudio Gigena y Favio Vieyra, encargados de la utilería. El vestuario, a cargo de Sandra Mora, también juega un rol destacado. Ropa vieja y reciclada con combinaciones que nunca desentonan. Predominan los fríos, a excepción del anaranjado fuerte del bufón.
Lear es interpretado por Jorge García quien logra otorgarle a su personaje una inmensa verosimilitud. De autoritario pasa a desquiciado, de déspota a payaso. Nélson González hace de Gloster, el personaje griego en la obra. Por supuesto, pierde los ojos. Se los arrancan. La idea renacentista se transmite nítidamente. Noé Andrade es Gonerilda, una de las hijas del rey, las herederas. Sensualidad, presencia, elegancia y alguna acrobacia sobre las piolas definen su rol. Andrea Barbá interpreta a Regania ,la otra hija. Masculina, su vestuario logra quitarle feminidad, algo, muy difícil, teniendo en cuenta el poder seductor de esta actriz. La tercera hija Cordelia, la preferida de Lear está protagonizada por Daniela Canseco quien aporta drama.
Marcos Acevedo es Edmundo, uno de los traidores, entre tantos. Hace uso de sus saberes de acrobacia, pone el cuerpo al servicio de la expresión. Pablo Delgado es el bufón. Gracioso, siempre seductor, sólido. Gran mérito teniendo en cuenta que, también, está en escena Hamelin, donde actúa. Sergio Domínguez realiza una buena interpretación en el papel de Osvaldo al igual que Guillermo Arana (Edgardo). Héctor Marcaida y Andrés D' Andrea brillan como el resto del elenco. Cada actor o actriz tiene protagonismo. Incluso Cluadio Coronel, Andrés Suárez, Carlos Frías, Álvaro Alderete y Eloísa Martínez, quienes se encargan de la percusión. Sergio Aguilar (oficial) y Rubén Ávila tampoco tiene desperdicio.
En definitiva, una obra pensada para cada actor. Con tintes latinoamericanos desde la forma. Una iluminación (a cargo de Nofal y Eduardo García) que genera belleza plástica, junto con los efectos sonoros (Roberto Ortega).
Como dijo una amiga a la salida, Rafael es un gran director de actores. Todos se lucen.
Sebastián Ganzburg
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