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15/07/2011 - Ciere de diario británico

Periodismo sin escrúpulos

La pérdida de límites y de ética profesional y la búsqueda de la primicia periodística a cualquier precio son inaceptables. Y eso es lo que hizo durante años el News of the World (NoW), el semanario sensacionalista británico que el domingo 10 apareció por última vez después de 168 años. En su última edición, de cinco millones de ejemplares, aprovechó para agradecer a sus lectores y se despidió con un Thank you and goodbye, gracias y adiós.

La pérdida de límites y de ética profesional y la búsqueda de la primicia periodística a cualquier precio son inaceptables. Y eso es lo que hizo durante años el News of the World (NoW), el semanario sensacionalista británico que el domingo 10 apareció por última vez después de 168 años. En su última edición, de cinco millones de ejemplares, aprovechó para agradecer a sus lectores y se despidió con un "Thank you and goodbye", gracias y adiós.

El tabloide pertenecía al grupo del magnate periodístico Rupert Murdoch -que cuenta entre otros medios con el Wall Street Journal"y la cadena televisiva "Fox"- dejó la dignidad de lado cuando se dedicó a pinchar los teléfonos de miembros de la realeza, celebridades de Hollywood, políticos y hasta familiares de jóvenes asesinadas y de víctimas del atentado terrorista del 7-J en el subte de Londres.

En medio del escándalo, los editores utilizaron el último número del periódico para hacer una autocrítica: "Durante unos pocos años, hasta 2006, algunos de los que trabajaban con nosotros, o en nuestro nombre, se quedaron vergonzosamente lejos de nuestros estándares. Para decirlo de forma simple, nos hemos extraviado. Se han espiado teléfonos, algo que nuestro periódico siente sinceramente. No hay justificación para este delito atroz".

El NoW, especializado en escándalos de famosos, quedó por primera vez en el ojo de la tormenta en 2006, cuando se inició una investigación por posibles escuchas ilegales a decenas de personalidades. Y la polémica creció cuando la justicia condenó a prisión por las escuchas al periodista especializado en temas de realeza, Clive Goodman, y al detective privado contratado por el diario, Glenn Mulcaire. Por entonces el redactor jefe del semanario era Andy Coulson, que luego fue encargado de comunicación del gobierno de David Cameron. Pero luego de meses de intensas presiones, en enero pasado debió renunciar a su cargo público. La relación de Coulson, de 43 años, con Cameron data de 2007, cuando dejó el periódico para ser director de comunicación del Partido Conservador.

Los directivos del medio dijeron entonces que las escuchas constituían un hecho aislado. Pero lo cierto es que nunca cesaron: el escándalo se hizo incontenible y los anunciantes comenzaron a retirarse.

El camino sin retorno se inició el pasado 5 de julio, cuando salió a la luz la noticia que entre las personas espiadas por el periódico estaba Milly Dowler, una adolescente de 13 años que había sido secuestrada en marzo de 2002 y apareció asesinada seis meses después. El semanario incluso manipuló los mensajes del celular de la víctima, lo que hizo creer a la familia que la chica estaba viva y destruyó pruebas de la investigación. (Ver recuadro "La historia...")

Larga historia. El primer número de NoW salió el 1 de octubre de 1843. En 1969 fue comprado por Murdoch y siempre apuntó a un público popular con títulos llamativos y contenidos provocativos. Su continuo crecimiento y su costo de una libra lo llevaron a vender cuatro millones de ejemplares en 1939, generando así que otras editoriales comenzaran a copiar el modelo sensacionalista.

En 1950 se convirtió en el periódico más vendido del mundo, con un promedio de más de ocho millones de unidades y picos de ventas por encima de los nueve millones.

Pero la baja en las ventas que afectó en los últimos años a la mayoría de los medios de papel lo colocó en una media de 2,6 millones de ejemplares, según el medidor de audiencias del Reino Unido.

Tras el cierre, Murdoch no dio precisiones sobre qué sucederá con el personal, aunque dio a entender que una gran parte será "recuperada" de alguna forma. Y tampoco hizo mención a lo que ocurrirá con los ex directivos de la empresa, más allá de los cargos judiciales que puedan enfrentar.

La primicia a cualquier precio. El caso de las escuchas ilegales se inició en noviembre de 2005, cuando el NoW publicó una información sobre una lesión que había sufrido en la rodilla el príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión de la Corona británica. Ese hecho hizo sospechar a sus propios colaboradores que alguno podría tener el teléfono pinchado e hicieron la denuncia policial.

Unos meses después, en abril de 2006, las sospechas se incrementaron cuando el semanario publicó palabras textuales de un mensaje de voz que había recibido en su celular el príncipe Enrique, hermano de Guillermo.

En agosto de ese año, la policía británica (Scotland Yard) detuvo a Clive Goodman, encargado de cubrir las noticias de la familia real, y al investigador privado Glenn Mulcaire. Dos meses después, Goodman admitió haber conspirado para interceptar llamadas de los empleados del palacio de Saint James entre noviembre de 2005 y agosto de 2006. Y Mulcaire admitió los mismos cargos y fue por más: reconoció que también había espiado a modelos y actores de Hollywood.

En medio de ese escándalo, Goodman fue condenado a cuatro meses de cárcel y Mulcaire a seis, y el entonces director del diario Andy Coulson renunció a su cargo, asegurando que no estaba al tanto de las intervenciones telefónicas ilegales. Por entonces, quien ordenaba el pago de la información era él, aunque la máxima ejecutiva era Rebekah Brook.

El caso llegó al Parlamento británico y Les Hinton, presidente de la empresa editora del periódico "News International, aseguró que se trataba de un caso aislado. Pero las escuchas ilegales nunca cesaron.

Al anunciar el cierre del semanario, James Murdoch -hijo de Rudolf y actual presidente de News International" recordó que en 2006 "la policía centró sus investigaciones en dos personas" y "los dos fueron a la cárcel". Pero admitió que por entonces no lograron "llegar al fondo del asunto de las constantes transgresiones que ocurrieron sin que hubiera un propósito legítimo".

Además, reconoció que "de forma equivocada" los directivos del semanario creyeron que se trataba de un hecho aislado y que hicieron declaraciones en el Parlamento "sin conocer todos los hechos". "Eso estuvo mal. La compañía llegó a acuerdos extrajudiciales aprobados por mí. Ahora sé que entonces no tenía una visión completa de la situación cuando hice eso. Eso fue un error y es algo que lamento profundamente", añadió.

Crónica de un escándalo. En febrero del año pasado, la Comisión de Cultura de la Cámara de los Comunes acusó al diario de "amnesia colectiva" y consideró "inconcebible" que sus ejecutivos no supieran lo que ocurría.

Pero News International acusó a los diputados de basar sus conclusiones en insinuaciones y exageraciones.

En septiembre pasado, el caso empezó a crecer cuando The New York Times se sumó a la tesis ya planteada por el británico The Guardian" estimó que las pinchaduras de teléfonos eran una práctica habitual del periódico. Un ex periodista de NoW declaró a la BBC que entre los responsables estaba Andy Coulson.

Pero la policía y la fiscalía consideraron que no había nuevas pruebas y Coulson fue exonerado.

El 5 de enero pasado, el NoW suspendió a un alto cargo de la redacción, Ian Edmondson. Y diez días después, la actriz Sienna Miller denunció al periódico por grabarla a ella, a su entonces novio Jude Law y a otras personas de su entorno.

Ante esta nueva denuncia, la fiscalía anunció que revisaría la causa. Y el 21 de enero, Coulson dejó su cargo en el gobierno, pero sin asumir ninguna responsabilidad por las escuchas. Cuarenta y ocho horas después se confirmó que el ex premier Gordon Brown estaba en las listas de posibles espiados, y el 26 de enero la policía reabrió el caso tras recibir "nueva información significativa".

Desde entonces comenzó a ampliarse a pasos agigantados la lista de personas posiblemente afectadas y la de periodistas sancionados.

El 8 de abril, la editorial se disculpó por las escuchas ilegales, aceptó indemnizar a algunas de las víctimas y creó un fondo para posibles nuevos afectados.

Pero el punto de inflexión fue la revelación que hizo "The Guardian" de que entre los espiados estaba Milly Dowler, cuyo caso había conmovido a toda la opinión pública británica.

Gobierno en la mira. La vinculación de su ex jefe de Comunicación Andy Coulson con la trama de escuchas ilegales del NoW dejó a David Cameron en una posición incómoda, que lo obligó a salir a hablar públicamente del caso. El premier propuso una reforma del actual sistema de autorregulación de la prensa, que se implementa a través de la denominada Comisión de Quejas de la Prensa, gestionada por los propios medios de comunicación. Para Cameron, este organismo "fracasó" en su misión porque estuvo "totalmente ausente" en el caso de las escuchas ilegales. Y quiere reemplazarla por un organismo regulador independiente.

Cameron anunció que impulsará dos medidas. Por un lado, una investigación judicial sobre las escuchas ilegales y la investigación policial. Y por otro, buscará reunir un panel de expertos independientes para analizar las controvertidas relaciones entre la prensa y la política.

Para el premier, el escándalo del News of the World  es una "llamada de atención" a toda la clase dirigente y se comprometió a no dejar "piedra por remover" para que se aclaren las responsabilidades.

Sin embago, evitó referirse demasiado a su relación con Coulson y también tomó distancia de James Murdoch y de Rebekah Brooks, de quien es amigo personal.

"La policía tiene los recursos y la habilidad necesaria para perseguir las pruebas que tiene. Para interrogar a quien quiera, con independencia de lo alto o lo bajo que esté situado. La declaración (de Murdoch) deja todo tipo de preguntas sin respuesta. La policía ha de tener en cuenta que puede ir allí donde quiera para interrogar a quien quiera", aseveró.

Otros casos. Entre los blancos del periódico estuvieron los teléfonos de familiares de las víctimas de los atentados terroristas del 7 de julio de 2005 en el subte de Londres y de soldados británicos fallecidos en las guerras de Irak y Afganistán.

Además, el semanario intervino ilegalmente los celulares de las familias de Holly Wells y Jessica Chapman, dos chicas asesinadas por un pedófilo en Soham en 2002.

Grahan Foulkes, que perdió un hijo en el ataque terrorista en el subte, exige encontrarse con Murdoch para tener "una profunda conversación sobre el poder que él tiene y cómo puede usarlo apropiadamente".

Foulkes, cuyo hijo de 22 años murió en la explosión ocurrida en la estación de Edgware Road, confirmó que la policía lo llamó para informarle de que su teléfono pudo haber sido intervenido. "Mi esposa y yo (...) hablábamos con amigos por teléfono en un contexto muy personal y profundamente emocional, y la idea de que alguien pudiera estar escuchando eso buscando sólo un titular barato es horrorosa", afirmó.

El mundo del espectáculo no quedó ajeno a las pinchaduras. Desde el periódico espiaron los teléfonos de los actores de Hollywood Sienna Miller, Jude Law, Gwyneth Paltrow y Hugh Grant, y el de la modelo Elle MacPherson. De hecho, el mes pasado una corte británica confirmó la indemnización de 165.000 dólares acordada entre el semanario y Miller.

"Ha sido difícil hasta ahora que la gente se sintiese visceralmente enferma y enfadada porque la mayoría de las víctimas eran ricas, pero ahora que se ha dado cuenta completamente de cómo de repulsiva es esta gente -y hasta donde pueden llegar- espero que llegue el momento en que pueda realmente hacerse algo", afirmó por su parte Hugh Grant.

También se intervinieron los celulares del publicista Max Clifford; de los ex primeros ministros Tony Blair y Gordon Brown; de la ex ministra laborista Tessa Jowell y su ex marido, el abogado David Mills; del alcalde de Londres, Boris Johnson; del ex viceprimer ministro John Prescott.

Estos nombres conocidos figuran en un listado de casi 4.000 posibles damnificados, a muchos de los cuales ya se les pagó una indemnización extrajudicial.

Destrucción de e-mails. La policía británica investiga ahora la posibilidad de que el desaparecido periódico y la editorial hayan destruido millones de correos electrónicos

Según publicó The Guardian , los directivos de la empresa borraron en dos tandas millones de correos electrónicos desde 2005 a la actualidad que contenían comunicaciones entre altos directivos de la redacción, redactores y personas de fuera del diario, incluidos investigadores privados, que la compañía había asegurado que se habían perdido.

Una de las tandas en la que se produjo la eliminación masiva de e-mails habría sido en enero pasado, justo antes de que News International entregara los documentos que precipitaron la reapertura del caso por las escuchas ilegales.

Si se confirma que se borró esa información en forma deliberada, se podría acusar a la editorial de obstrucción a la investigación policial.

Compra paralizada. Cuando estalló el escándalo, Rupert Murdoch estaba en plenas negociaciones para quedarse con la totalidad del paquete del canal británico BSkyB, la cadena más influyente de la isla, de la que ya tenía un 39%.

Pero ahora anunció su decisión de someter su oferta a la Comisión de la Competencia, que podría tardar meses en definirla.

La operación ya había sido cuestionada por distintos sectores políticos y mediáticos, que advertían que si Murdoch se quedaba con la compañía, se estaría frente a un cuasi monopolio para ese grupo.

David Cameron consideró que antes de avanzar en esa operación, el grupo periodístico debe "limpiar su lío" interno. Incluso el viceprimer ministro, Nick Clegg, le pidió a Murdoch que reconsiderara la compra.

Reformular el sistema. Roy Greenslade, profesor de Periodismo de la City University de Londres, afirmó que el escándalo "tiene el potencial de modificar para siempre cómo se hace periodismo en el Reino Unido". "Hay que reformar todo el sistema que regula a la prensa escrita y enfocarnos en los temas de interés público", consideró.

El caso del NoW marca una bisagra, ya que el tiempo demostró que las pinchaduras telefónicas no habían sido un hecho aislado ocurrido a espaldas de los directivos del semanario, sino una campaña sistemática para obtener información y primicias en forma ilegal.

En su último número, sus editorialistas dejaron una autocrítica y un deseo, que el tiempo se encargará de cumplirlo o desecharlo: "No hay justificación del daño causado a las víctimas, ni para la profunda mancha que ha dejado en nuestra gran historia. Pero esperamos que cuando este ultraje haya sido expiado, la historia nos juzgue por todos nuestros años".

Fuente Gaceta Mercantil


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