Los líderes de la UE se reúnen en Bruselas desde ayer presionados por pasar a la acción frente a la crisis financiera griega, que amaga con arrastrar a la Eurozona con consecuencias a escala mundial, mientras el bloque insiste en que toda ayuda dependerá del plan de ajuste de Atenas.
"Grecia debe antes que nada obtener un voto importante" para que la zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolsen una ayuda inmediata, insistió antes de la apertura de la cumbre la canciller alemana, Angela Merkel.
Grecia se encuentra al borde de la bancarrota, pero los dirigentes europeos decidieron no desbloquear ningún monto hasta que el Parlamento adopte un plan de austeridad, tan impopular que los sindicatos griegos convocaron una huelga general para los días previstos de su voto, el 28 y 29 de junio.
©AFP / Louisa Gouliamaki
El retraso de la ayuda y las divisiones sobre cómo poner a salvo a Grecia y por ende a la Eurozona en el seno de la Unión Europea (UE) inquietan desde hace tiempo a los mercados, pero Estados Unidos también empezó a decir alto y claro que es hora de tomar una decisión.
"Si no se logra resolver la situación", la crisis griega podría "amenazar" el sistema financiero europeo y mundial, previno el miércoles el jefe de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke.
Pese a la presión, "no habrá ninguna decisión" sobre el apoyo a Grecia durante la cumbre de dos días de la UE, dijo Merkel, recordando que el bloque volverá a reunirse el 3 de julio para decidir si ayuda a Atenas.
La cita se iniciará a las 17H30 GMT, pero antes Merkel tenía previsto reunirse con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, el primer ministro griego, Giorgos Papandreou, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, y otros responsables para abordar la crisis, indicaron a la AFP fuentes diplomáticas.
Papandreou llegó a Bruselas algo reforzado de cara a sus socios europeos por el voto de confianza obtenido esta semana en el Parlamento y la adopción por parte del consejo de ministros de las modalidades del plan de ahorro.
El proyecto prevé aumentar los impuestos entre 2012-2015, reducir el gasto público y una ola de privatizaciones, tal y como exigen sus acreedores internacionales, pese al rechazo de la oposición y de la opinión pública.
La Eurozona y el FMI ya aprobaron el año pasado, a cambio de un primer plan de ajustes, un rescate de 110.000 millones de euros para Grecia, que pese a los esfuerzos, no ha logrado levantar cabeza. Su deuda se eleva ya al 150% del PIB.
El 3 de julio, si hay programa de austeridad, los europeos prevén aprobar el desembolso de la próxima partida de 12.000 millones de euros previstos en el rescate y diseñar un segundo con la participación voluntaria del sector privado.
Los gobiernos mantienen actualmente contactos con los bancos tenedores de deuda griega para que acepten implicarse en el plan, aceptando prorrogar los vencimientos de los bonos. La banca griega fue la primera en aceptar esa propuesta, indicó el jueves el ejecutivo heleno.
El momento es crítico: sin apoyo internacional, Grecia no podrá evitar la bancarrota inmediata y existen dudas de que aún con una ayuda logre librarse de esa amenaza a medio plazo.
Algunos expertos comparan los efectos de una eventual suspensión de pagos griega a la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers en 2008, que desató la peor crisis financiera en el planeta desde la Segunda Guerra Mundial.
En ese contexto, el euro retrocedía el jueves fuertemente frente al billete verde, situándose en 1,4170 dólares, respecto a 1,4349 dólares el miércoles a las 21H00 GMT.
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