“Aballay, el hombre sin miedo” un western dirigido por Fernando Spiner, se presentó ayer en Tucumán. Filmada íntegramente en Amaicha del Valle, hoy se la proyectará para esa comunidad a las 19. Más de 300 personas participaron del rodaje. El filme ganó varios premios. Se estrenará en todo el país el 23 de junio. VIDEO
La película fue filmada íntegramente en Amaicha del Valle en donde participaron más de cien extras de la comunidad, bajo el sello de la productora Boya Films y el Incaa, en coproducción con Armónika, Universidad Nacional de Zamora y el Gobierno de nuestra provincia.
Fue protagonizada por Pablo Cedrón, Nazareno Casero, Horacio Fontova, Pablo Salomón, Claudio Rissi, , Moro Anghilery Lautaro Delgado, Anibal Guiser, Tobías Mitre, Gabriel “Puma” Goity y gran elenco, bajo la dirección de Fernando Spiner y fue declarada de Interés del Bi Centenario, Premio Concurso del Bi Centenario del Incaa.
Ayer, por la tarde, actores y el director, la proyectaron en la Escuela Secundaria “Miguel de Güemez” (domicilio: René Favaloro y Ayacucho, altura: Jujuy 3.800).
Hoy, en Amaicha del Valle, en el marco de actividades artísticas y culturales a cargo de artistas locales, organizadas por la misma comunidad, a las 19 la película será proyectada en la Hostería Vieja de Amaicha del Valle, con la presencia de todo el equipo de producción.
Basada
en un cuento del mendocino Antonio Di Benedetto, Aballay es un western
argentino. Aballay era un gaucho “mal llevado”, resentido, ladrón, asesino.
Pero a veces la imagen que devuelve un espejo hace que una persona se replantee
toda su vida. En el caso de Aballay, ese espejo fue la mirada de un niño. Luego
de matar salvajemente a un hombre, la mirada aterrorizada del hijo de su
víctima le dio conciencia de su salvajismo, de su falta de humanidad. Y ese
golpe llenó a Aballay de confusión, de horror por sí mismo. En ese estado,
Aballay oyó hablar de los estilitas. Gente que, para alejarse de la tierra en
que ha pecado, y acercarse a Dios, decidía hacer una particular penitencia:
subirse a una columna, y no volver a bajarse de ahí por el resto de su vida. En
el campo argentino del 1900 no había columnas. Entonces Aballay decidió no
volver a bajar de su caballo. Pasan los años. Aballay cumple su promesa. No
toca el suelo. No vuelve a asesinar, ni a robar. Hace rigurosa su penitencia.
La gente empieza a hablar de “El Pobre”, de “El hombre-caballo”, y su imagen
empieza a tomar ribetes legendarios. Se convierte, ante la mirada de la gente,
en una especie de santo.
Pero la mirada de ese niño no lo abandona, y él sabe que en cualquier momento lo va a buscar. Y lo va a encontrar
“Aballay, el hombre sin miedo”, recibió premios en diversos festivales del mundo.
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