La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, reivindicó la implementación de la reforma agraria, al considerarla clave para la erradicación de la pobreza, evitar la superpoblación de las ciudades y hacer justicia sobre la distribución de la tierra.
"La reforma agraria es necesaria para la construcción de un país con justicia, seguridad alimentaria y paz en el campo", dijo Rousseff en una columna periodística distribuida por el Palacio del Planalto.
Es la primera vez desde que asumió el cargo
el 1 de enero pasado que la presidenta otorga con fuerza el respaldo a
la reforma agraria, cuyo ritmo es criticado por el Movimiento de
Trabajadores rurales Sin Tierra (MST).
La mandataria afirmó que
la reforma agraria "democratiza el acceso a la tierra, garantiza la
producción de alimentos saludables y baratos y genera renta y bienestar
social en el campo".
El 80% de los productos que se consumen en
Brasil provienen de pequeños y medianos agricultores, según datos del
Ministerio de Desarrollo Agrario.
Rousseff dijo que en su
gobierno invertirá en "asentar a miles de nuevas familias y a estimular
el desarrollo de agroindustrias para aumentar la producción y agregar
valor a sus productos". También, agregó, el gobierno ampliará la
asistencia técnica, el acceso al crédito e infraestructura, como luz
eléctrica, carreteras y abastecimiento de agua.
La presidenta, quien se trazó como objetivo erradicar la
situación de miseria en la que viven aún 16 millones de
brasileños hasta el fin de su mandato, en 2014, dijo que la
reforma agraria colabora para ese fin.
"La reforma agraria ayuda
en el esfuerzo de la erradicación de la extrema pobreza y contribuye a
reducir la superpoblación en las periferias de las ciudades. Todo Brasil
gana y no apenas los beneficiarios directos", sostuvo.
Y reivindicó que se avanzó "como nunca" en ese sentido durante el gobierno del presidente Luiz Lula da Silva
(2003-2010), su jefe político.
En ese sentido, Rousseff sostuvo que en los últimos 40 años
un millón de personas recibieron tierras producto de la reforma
agraria, y de ellas 614 mil fueron beneficiadas durante el gobierno de Lula.
Los problemas por la distribución de la tierra son la principal causa
de la violencia en el campo, según la Comisión Pastoral de la Tierra,
brazo de la Iglesia Católica que pugna por la reforma agraria junto con
movimientos sociales como el MST.
En 2010, según la Comisión Pastoral de la Tierra, hubo 34
asesinatos por disputas de tierra, 30% más que en 2009.
El 29 de
abril pasado, el líder del MST, Joao Pedro Stédile, afirmó que Rousseff
recibió una herencia que le permitirá hacer un gobierno más de izquierda
que el de Lula, "provocando además de compensaciones sociales,
distribución de la riqueza".
Tradicionalmente aliado del gobernante Partido de los Trabajadores, Stédile reclama al gobierno optar por la agricultura familiar y la reforma agraria en desmedro del agronegocio.
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