Partidarios de Muamar Gadafi se reunieron ayer en Trípoli para el funeral de su hijo, muerto en un ataque aéreo de la OTAN que planteó interrogantes sobre el papel de Occidente en la revuelta contra el líder libio.
Las fuerzas de Gadafi detuvieron su bombardeo del puerto en la ciudad rebelde de Misrata tras nuevos ataques aéreos de la OTAN, pero la terminal permaneció cerrada, dijo un portavoz rebelde, impidiendo abastecer por mar a la asediada ciudad.
Los aviones de la OTAN también atacaron durante la noche posiciones de
las fuerzas del Gobierno cerca de Zintan, otra ciudad en manos de los
rebeldes.
Los hechos resaltaron la dependencia del vacilante
movimiento rebelde en apoyo militar occidental. Pero el ataque del
sábado de la OTAN al complejo de Gadafi, que según el Gobierno mató a su hijo Saif al-Arab, de 29 años, y a tres de sus nietos, supuso un nuevo giro.
El
anuncio de las muertes desató ataques de multitudes furiosas contra las
embajadas de Gran Bretaña y Francia, además de contra la misión
diplomática de Estados Unidos. La OTAN fue acusada de tratar de
asesinar a Gadafi, excediendo el mandato del Consejo de Seguridad de la
ONU de proteger a los civiles.
El ataúd de Saif al-Arab,
cubierto de flores y envuelto por la bandera verde que ha representado
a Libia desde que Gadafi llegó al poder en un golpe de 1969, fue
llevado a través de la multitud hasta una tumba en el cementerio Hani
en la capital libia.
Gadafi no apareció en el funeral, pero Saif
al-Islam, el más destacado de sus siete hijos, acudió junto a su
hermanastro mayor Mohammed.
Saif al-Arab no tenía hijos, pero
tres de sus sobrinos, todos menores de tres años, murieron en la
explosión del sábado. Eran hijos de sus hermanos Hannibal, Aisha y
Mohammed Gaddafi.
Aunque los líderes occidentales niegan un
intento de asesinato, el ataque atizó el debate sobre si la campaña
aérea liderada por británicos y franceses exceden el mandato de la ONU
de proteger a los civiles.
Sudáfrica, que ha encabezado el plan
de paz africano para Libia, condenó el ataque y dijo que la resolución
de la ONU que autoriza ataques aéreos no contempla el asesinato de
individuos.
El secretario de Asuntos Exteriores británico, William Hague, dijo que la OTAN intensificaría sus operaciones en Libia.
"El
tiempo no está a favor del régimen de Gaddafi", dijo durante una visita
a El Cairo. "La política es continuar aumentando la presión sobre el
régimen de Gaddafi, presión diplomática, económica y militar".
El
diario británico Independent dijo que fue un error estratégico y dio la
impresión de que el conflicto era una confrontación entre Gaddafi y
Occidente.
The Times, sin embargo, dijo que la OTAN debe
aumentar sus ataques contra centros de comando y control a pesar de los
riesgos: "Esto es una guerra que no debe permitirse que se dilate".
La
noticia de la muerte del líder de Al Qaeda Osama bin Laden en un asalto
de las fuerzas estadounidenses en Pakistán el lunes podrían darle al
bando de Gaddafi una pausa para pensar.
Misrata, que se ha
convertido en un símbolo sangriento de resistencia a Gaddafi, fue
blanco el lunes de nuevos bombardeos de las tropas de Gaddafi, pero un
portavoz rebelde dijo que pararon tras los ataques aéreos de la OTAN.
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de misiles alcanzaron el área del puerto el domingo cuando un barco
intentaba descargar ayuda. La televisión estatal libia dijo que el
puerto había sido bombardeado para impedir que la OTAN entregase armas
a los insurgentes.
Un barco con ayuda estaba aún esperando lejos
de la costa de Misrata a que acabase el bombardeo y fueran retiradas
las minas antes de intentar entregar suministros y evacuar a unos 1.000
extranjeros y heridos libios, dijo la Organización Internacional de
Migración.
Grupos de derechos humanos dijeron que cientos de
personas, incluidos muchos civiles, han muerto en Misrata, a unos 200
kilómetros al este de Trípoli.
Funcionarios del Gobierno libio
niegan haber disparado a civiles y dicen que luchan contra bandas
armadas y simpatizantes de Al Qaeda.
El frente en Libia está
estático desde una semana al oeste de la ciudad de Ajdabiyah, con las
tropas del Gobierno afirmando sus posiciones y los rebeldes intentando
entrenarse y reagruparse.
El Ejército libio trataba de sacar a
los rebeldes de las Montañas Occidentales, donde los insurgentes
tomaron el mes pasado el control del cruce Dehiba-Wazin, abriendo un
camino para el abastecimiento de alimentos, combustible y medicinas
desde Túnez.
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