El apresurado retorno de Duhalde a Buenos Aires y la interrupción de la “interna” del escuálido Peronismo Federal, no sólo puede interpretarse como un papelón sino que para muchos es un verdadero naufragio de una pretendida "moderna" compulsa que nadie fiscaliza.
Pobre ensayo de un “menemismo sin Menem”.
Desde la llegada de Eduardo Duhalde y su séquito a Tucumán, pretendieron llamar la atención sobre la “interna” con Alberto Rodríguez Sáa. En los sucesivos encuentros con dirigentes de todo tipo, tanto del justicialismo como ruralistas, el expresidentes no perdió oportunidad de difundir sus “propuestas” sobre una “unidad opositora” para enfrentar al kirchnerismo, objeto de todos anhelos.
La llegada al lujoso hotel, ocupando las elegantes suites, la diseminación en la coqueta cafetería de sus “operadores” que abonaban costosas mesas de bebidas y comidas, hicieron recordar a los veteranos periodistas que concurrieron al lugar a los viejos tiempos del menemismo, cuando ocupando los mismos lugares, los mismos personajes, paseaban con ostentación impúdica, los finos trajes, rolexs de oro, gemelos en las mangas y sus iniciales en las camisas de seda. “Esto no es duhaldismo, es menemismo sin Menem”, dijo un veterano observador y tiene razón.
En estas circunstancias que marcan la “huída” de Duhalde, el único beneficiado fue Alberto Rodríguez Sáa, quien hasta último momento insistirá con realizar las “elecciones”. En tanto Duhalde sabe que no sólo ha fracasado un intento de “moderna participación”, como se presentó desde el comienzo esta compulsa. Sabe Duhalde que su proyecto ha naufragado.
Es consciente que tarde o temprano deberá hacerse cargo no sólo de un “papelón” sino que si alguna vez tuvo alguna oportunidad de construir un espacio propio, a pocos meses de las presidenciales, se ha desdibujado. En una de esas le convendría cumplir con su promesa de “retirarse” de la política.
Si no pudo convencer a los competidores puntanos de las bondades de una confederación de partidos opositores con Macri y Cobos, a los que a última hora sumó a los socialistas. Perón solía decir que del único lugar de donde no se vuelve es del ridículo. Duhalde acaba de quemar las naves y partir hacia allí con todo su séquito impúdico.
Isauro Martínez
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