Poetisa, escritora, intérprete y compositora, licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad del Litoral, fue autora de "Pampamérica", "Al sur del canto" y "Ultima guitarra", pero fue ampliamente conocida por sus excepcionales interpretaciones de milongas sureras y su difusión de la obra de su maestro, don Atahualpa Yupanki. Había nacido en Bombal, provincia de Santa Fe, el 5 de abril de 1939. VIDEO
Dos misiones fundadoras y fundamentales asumió Suma Paz en su larga trayectoria como genuina intérprete del canto y la guitarra. Una, rescatar, difundir, defender y dignificar el canto de la pampa argentina; otra, seguir la huella luminosa trazada por su maestro, don Atahualpa Yupanqui. Ambas se alzaron, en su voz, con suprema coherencia artística, con profunda convicción, con honestidad y seriedad profesional.
Como pocas veces en la historia del folklore argentino, la ética y la estética se dieron la mano y marcharon obstinadamente juntas.
Suma no fatigó las grandes salas de esta megalópolis ni las de nuestras grandes ciudades. Su recorrido predilecto fueron los pueblos olvidados y su gente. Con ellos se entendía de maravillas en diálogos entrañables, intercambiando lecciones de vida. Licenciada en letras y poeta mayor, prefirió contar con gente sencilla en sus recitales para entregarle un canto transido de emoción telúrica y para desgranar pensamientos medulares sobre la condición del hombre, sobre sus convicciones, sobre la reivindicación de un cancionero en extinción que los medios ignoran o desechan.
¿Quién, si no Suma Paz, cultivó celosamente y a cada paso las palabras y cadencias de la música nativa regional de la pampa, como son la milonga pampeana, el estilo, la huella, el triunfo, la cifra para alimentar la memoria colectiva?
¿Quién, como ella, fue desgranando ese cancionero sin levantar la voz, trepada apenas en los bordoneos de su guitarra, sentadita siempre y abrazando con ternura a ese instrumento de las seis cuerdas, que fue su mejor compañía?
Todo, en su vida, fue admirable. Desde sus roles de esposa y madre hasta su dedicación absoluta a un repertorio de medulares contenidos poético-musicales que jamás abandonó, pese a las tentaciones del mercado discográfico y de la industria del espectáculo. De este modo, Suma Paz nos deja el ejemplo de artista insobornable. Pocos conocieron su don de poetisa. Por eso permanecen escondidos unos versos que se empinaron desde las raíces de nuestra tierra hasta alcanzar las cumbres del idioma.
Una gran cantora
Artículo de René Vargas Vera que se publicó en La Nación, el día después de su muerte.
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