La reducción del porcentaje de sal que se incorpora habitualmente en la elaboración de panes no afectaría los hábitos de consumo de los argentinos. Tal es la conclusión que se desprende de varios estudios impulsados por el Ministerio de Salud de la Nación y otros organismos, con el fin de reducir los niveles de sal en productos de alto consumo, factor clave en la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Agencia CyTA-Instituto Leloir
El pan puede tener menos sal sin que los consumidores lo noten. Tal
es la conclusión de un estudio realizado en la Argentina y publicado en
la Revista Panamericana de la Salud, que demostró que si se reducía la
sal empleada en la elaboración del pan del 2 al 1.4 por ciento, las
personas no percibían diferencias significativas en el gusto. La
investigación fue realizada por especialistas del Ministerio de Salud
de la Nación, del Centro de Cereales y Oleaginosas del Instituto
Nacional de Tecnología Industrial y de la Escuela de Medicina Tropical
e Higiene de Londres, en el Reino Unido.
“Analizamos panes de 1250 panaderías, lo que consideramos una muestra
representativa de un total de 25 mil, afiliadas a la Federación
Argentina de Panaderías. Los resultados mostraron que, en promedio, el
pan contiene un 2 por ciento de sal. Según esta cifra, el pan sería
responsable del 25 por ciento de la ingesta de sal en nuestro país”,
destacó a la Agencia CyTA el doctor Daniel Ferrante, coordinador del
Programa Nacional de Prevención y Control de las Enfermedades
Cardiovasculares, del Ministerio de Salud de la Nación. Y agregó: “En
nuestro país consumimos 12 gramos de sal diarios, porcentaje que excede
ampliamente los 5 gramos diarios que recomienda la Organización Mundial
de la Salud.”
Según explicó el doctor Ferrante la sal favorece el incremento de la presión arterial, un factor asociado con el aumento de la ocurrencia de problemas cardiovasculares. “Por cada reducción de 1 gramo de consumo de sal en la dieta diaria, en Argentina se podrían evitar cerca de 2 000 muertes al año”, subrayó Ferrante.
Estudio en la ciudad de 9 de julio
Con el propósito de reducir el porcentaje de sal sin afectar el gusto del pan y, a su vez, generar un trabajo científico que favoreciera el establecimiento de convenios con la industria de los alimentos, el Ministerio de Salud impulsó la realización de varios estudios.
Uno de ellos consistió en la conformación de un panel de 20 expertos del Instituto de Tecnología Alimentaria de la ciudad de 9 de julio. Este equipo de profesionales degustó panes y determinaron que la reducción de sal, del 2 al 1. 4 por ciento, pasaba desapercibida. Este resultado fue confirmado por 100 habitantes, hombres y mujeres, de diferentes edades de esa ciudad.
“Los consumidores prácticamente no detectaron una reducción del 25 por ciento en la concentración de sal de los alimentos”, confirmó el doctor Ferrante.
Por otra parte, un grupo de 58 voluntarios participó en un estudio
que duró 35 días. Durante ese período, la mitad consumió pan con un
porcentaje de sal del 2 por ciento y el otro grupo con porcentajes
bajos de sal de 1,4 por ciento. “Los análisis realizados demostraron
que, en este último grupo, los niveles de sodio (componente de la sal)
hallados en orina eran considerablemente menores y la presión arterial
había disminuido. Estos resultados confirman que la reducción del
consumo de sal fue efectiva ya que ‘la medida de patrón oro’ de la
ingesta de sal es el análisis de
sodio en la orina”, señaló Ferrante. Y agregó: “La iniciativa de
reducir los niveles de sal en los alimentos está orientada a toda la
población, no solo a los hipertensos.”
Convenios con las industrias de alimentos
Además de los panaderos, otros sectores -liderados por el Ministerio
de Salud- están trabajando para reducir gradualmente la cantidad de
sodio de los alimentos. “La relevancia es que sería posible evitar
miles de eventos
cardiovasculares como infartos, accidentes cerebrovasculares y muertes
por estas causas mediante la reducción de sal, inclusive moderada, en
muchos productos”, afirmó el doctor Ferrante. Y concluyó: “En los
próximos meses se establecerán acuerdos con la industria alimentaria
que incluyen metas concretas de reducción en productos seleccionados
por su alto consumo y alto contenido de sal. Una vez que se concreten
los convenios, en un período no definido todavía, se podrían incluir
estas metas en el Código Alimentario Argentino.”
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