A sala llena, se estrenó el sábado, “Entre las piernas”, dirigida por Marcos Acevedo y protagonizada por una imponente Alicia Acosta. El teatro y la danza se conjugan para sintetizar un lenguaje exquisito. Espectáculo pensado desde una cuestión de género que da cuenta de una calidad artística inusual.
La elección de poner elementos audiovisuales a las obras, como en este caso, proyecciones de video son un factor fundamental en las nuevas puestas teatrales. Hoy no se concibe la vida sin imagen en movimiento, sin pantalla. También lo es el hecho de apelar a la escaces de diálogo. Una narrativa cuidada, realizada a medida que la obra va tomando forma. Exquisita conjunción de expresiones artísticas: la danza y el teatro. Todo esto no podría pensarse si de por medio, no habría una cuestión de género. Muy actual. Contemporáneo.
Un cuerpo escultural detrás de una cortina transparente del lado derecho del escenario. Un video de una niña en el centro de la escena. Tres jóvenes galanes a la derecha y una música cautivante, así comienza Entre las piernas, el nuevo espectáculo de danza-teatro, del grupo la 5° Pata, dirigido por Marcos Acevedo. Una versión libre de la novela Carmen de Prosper Merimée que adquirió popularidad por la ópera homónima, con música de Georges Bizet.
Amelia Acosta, protagonista de la obra, impacta de entrada con su cuerpo esculturalmente perfecto, su postura femenina. Inmejorable actitud y una expresividad en el baile admirable. Amelia “hace algunos años me contaba que como bailarina le quedó la deuda pendiente de hacer Carmen. Quería que la dirigiera, y así observé que había una relación única entre la bailarina y Carmen”, contaba Marcos Acevedo en una entrevista con TucumánHoy. No se equivocaba, se crea una simbiosis perfecta entre personaje y bailarina-actríz.
A su alrededor, Claudio Luna, Hernán Lanús y Damián Carabajal, constituyen un interesante aporte. Siempre sometidos a Carmen, los bailarines, dejan de ser meros machos para entregarse a la supremacía sexual, erótica de la mujer. Ella decide, ella sostiene, ella penetra. Una cuestión de género que puede escandalizar a varias cabezas de arcaicos pensamientos machistas.
Amelia se impone con cada paso, logra decir, con movimientos, frases enteras. Así, el teatro y la danza se conjugan de manera asombrosa, rara, nueva, sintética. Marcos Acevedo es responsable de semejante desafío. Ambas disciplinas, “para mi son indivisibles”, sostiene el director. Poco diálogo a lo largo de la obra. Los necesarios, la danza los hace prescindibles.
La música derrame belleza. Sutil selección son las melodías de Emir Kusturika. La puesta es sencilla. Algunas luces que ambientan el escenario. El vestuario a cargo de Andrea Barbá es sinónimo de una deliciosa síntesis.
Las funciones se repetirán los sábados 2 y 9 de abril a las 22.
Sebastián Ganzburg
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