El 100% de las egresadas 2010 del Colegio Buen Consejo irán entre este año y el próximo a la universidad. El hecho de por sí es llamativo: el 98% de los argentinos que viven en la pobreza no superan el nivel educacional primario, y 75% no alcanza a completarlo. Según el INDEC, en la franja más pobre sólo el 3,6% alcanza estudios terciarios y el 1,7% universitarios, en tanto en la franja de mayores ingresos, estos porcentajes ascienden a 42 y 67 respectivamente.
Efectivamente: son 17 alumnas de este colegio ubicado a 9 cuadras de la Villa 21 que van a continuar estudios superiores. Sus docentes insisten en que educación e integración son las dos herramientas necesarias para transformar la realidad. "Hasta yo quedé sorprendida del alto porcentaje", se sinceró Susana Fernández Pedemonte, encargada de Desarrollo de Fondos del colegio.
"Todas las alumnas de 5° pidieron la documentación para anotarse en distintas carreras. Hay 10 que ya completaron todo y 7 que están terminando estos días de rendir exámenes". En el Departamento de Orientación Escolar figuran las carreras elegidas: unas irán a la UBA, a Meteorología, Oceanografía, Informática, Diseño Gráfico, Psicología, Contador Público, Odontología. Otras, con beca 100% y ayuda mensual de la fundación Cimientos, a Administración y Comunicación en la UADE. Otras, a Abogacía y Comunicación en la Austral (beca 100% de la Universidad).
"Ellas son conscientes de que con su estudio son motor de cambio para sus familias y para el barrio. Transformar la realidad sin salir de la villa, ésa es la idea", sostiene Susana.
Para ponernos en contexto: la Villa 21 abarca 66 hectáreas, tiene 45.285 habitantes y es una de las más populosas, marginadas y pobres de Capital. Allí, el padre Pepe Di Paola denunció el enorme consumo de paco y fue amenazado de muerte. El 80% de sus pobladores son paraguayos y bolivianos, el 50% está desocupado y 8 de cada 10 niños tienen parásitos. Hay violencia, contaminación y hacinamiento.
Pese a ello, 6 de cada 10 alumnas del Buen Consejo provienen de la Villa y pagan cuota mensual: 98 pesos en secundaria (jornada simple). Hay apenas un 2% de morosidad. El índice de repitencia bajó un 20% en los últimos 5 años y el de abandono en secundaria un 30%. Ahora, todas o casi todas van a estudiar a la universidad. ¿Cómo se logra esto? "Ante todo, con integración entre las familias de la villa y las que no viven allí explica Susana-. Todos los padres comparten este proyecto. Esa igualdad aumenta la autoestima".
El colegio, fundado en 1918, cuya formación espiritual está a cargo del Opus Dei desde 1986, busca la inclusión. La relación más estrecha con el ambiente de la villa surgió a mediados de los 90, años en los que la villa comenzó a crecer. “El objetivo es darles todas las herramientas a las alumnas para que puedan aspirar a más. Los padres que mandan a sus hijas al colegio no buscan solamente lo académico, buscan la contención, los valores humanos. Yo trabajo en otras instituciones también y se nota la diferencia”, dice Lidia Louzan, rectora de secundaria del colegio. “El Buen Consejo es una institución inclusiva que forma académica y humanamente a mujeres para trabajar, estudiar una carrera profesional y/o ser buenas madres de familia. Es una formación completa, integral”.
Según Valeria, una de las egresadas, "los profesores y las autoridades te miman y se preocupan tanto por vos. Nos ayudan mucho a que seamos unidas".
El modelo es: comunidad + gobierno + familia trabajando juntos. El Gobierno de la Ciudad paga el 100% de los salarios , las familias abonan la cuota (que cubre el 11% del gasto), otras 243 familias apadrinan con un valor idéntico a la cuota (11% más) y las donaciones hacen el resto.
El padre Pepe fue un gran alentador de este colegio como herramienta para que niñas y adolescentes logren un salto cualitativo. "En el Buen Consejo hay transmisión de ideales y valores. Para integrar las villas al resto de la ciudad o para intentar que los chicos no caigan en la droga, en la violencia, es importante la escuela", dijo el sacerdote.
Pero no sólo de valores vive el hombre. Diariamente, las alumnas reciben el almuerzo. Tienen un coro, hay talleres de comedia musical, de computación, apoyo escolar, mucho deporte (inclusive los sábados), escuela de cocina para alumnas y madres. En 4° y 5° año hacen pasantías en Edesur como entrenamiento y cierran con un curso de marketing, para aprender a vender sus productos.
Un equipo de Orientación Pedagógica y un sistema de docentes-tutores logra seguimiento personalizado de cada alumna. Y hay un gabinete de Orientación en Violencia Familiar, con una abogada y una psicóloga.
"Cada tanto, la vida nos sorprende con algún "milagro educativo" dijo a Clarín el ingeniero Facundo Garayoa, Director de Fonbec, becas para estudiantes-. Un chico o una chica que, superando enormes dificultades personales o sociales, con esfuerzo y entrega, logra desarrollar sus talentos y brindar algo nuevo a la sociedad. En esos momentos, renace la esperanza. La educación es el mecanismo más revolucionario que existe y la base sobre la que se edifica no solo el desarrollo sino la felicidad de los seres humanos".
¿Dónde está la clave de estos milagros?, se pregunta Garayoa. Muy simple: "no en los edificios o la tecnología sino en los docentes. En su entrega, en su formación, en su entusiasmo. Un camino que puede ser arduo, pero redunda en grandes frutos personales y sociales".
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