El primer año de gobierno del presidente de Chile, Sebastián Piñera, está marcado por una desaprobación récord del 49 por ciento que, a juicio de analistas, se debe a una falta de sintonía con la población.
Según la encuesta Adimark, la gestión de Piñera era respaldada por el 42 por ciento de la ciudadanía en febrero y rechazada por el 49 por ciento, seis puntos más en relación con enero, un récord desde que asumió el poder el 11 de marzo de 2010.
El 9 por ciento restante no calificó la gestión.
Guillermo Holzman, académico de la Universidad de Chile, dijo
que estos niveles elevados de desaprobación demuestran la falta
de sintonía de Piñera con la sociedad, lo que lleva a que los
"logros macro del gobierno no sean percibidos por la población"
como en el caso de la "reconstrucción" del sur del país tras el
terremoto de febrero del año pasado.
"La reconstrucción como elemento concreto percibido por la
ciudadanía en su beneficio directo no se ha trasladado en
términos de apoyo al gobierno, como tampoco ha logrado un
respaldo ciudadano en torno a la eficiencia", dijo Holzmann.
Por ello, añadió el analista, en la forma cómo se ha
instalado el gobierno, el desconocimiento del aparato estatal y
esa falta de "sintonía" con la ciudadanía, "el gobierno está en
déficit" en su primer año de mandato.
Sin embargo, Holzmann dijo que el cumplimiento de metas y
objetivos planteados por Piñera es a su juicio positivo.
A su vez, el Premio Nacional de Humanidades, Manuel Antonio
Garretón, sostuvo que quedó en evidencia que la derecha "no
tenía claro el objetivo, salvo llegar al poder y desalojar a la
Concertación", que gobernó por 20 años (1990-2010).
"No había ningún proyecto, tanto así que después dijeron que
lo único que iban a hacer era gestión, y por lo tanto, iban a
hacer lo mismo que la Concertación pero mejor. No han hecho lo
mismo y lo han hecho peor", sentenció.
Sin embargo, a su juicio, el mandatario no ha logrado
capitalizar esta "ayuda".
Garretón señaló como otro déficit del gobierno, la
"incapacidad" del gabinete para ejercer con eficiencia,
principalmente, "porque no existe una política clara".
"Además hay un estilo de gobierno que consiste en que el presidente se mete en todo, no escucha y está como 'apaga de incendio' permanente, por lo que no logra que se desarrollen políticamente las personas que está en altos cargos", señaló. Holzmann coincidió en que ha habido una mayor debilidad, pero "no por la calidad de la gente designada sino por el desconocimiento del funcionamiento del aparato estatal".
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