Al son de carnavalitos, bailecitos y sayas, miles de jujeños del trayecto de las rutas nacionales 66 y 9, en barrio Cerro Las Rosas, Norte, Cuyaya y Mariano Moreno, iniciaron el desentierro del Carnaval entalcados y enflorados, con la planta de maíz como estandarte. Video sobre el carnaval de la Tupac.
Las comparsas llegaron a sus respectivos mojones, donde arrojaron papel
picado, serpentina, nieve, y se encomendaron a la “Pachamama” -Madre
Tierra- para tener una fiesta sin problemas y un año venturoso, todos
perfumados con otra planta emblemática como es la albahaca.
Los
participantes acomodaron las botellas de bebida, las hojas de coca, la
comida, la harina y, al terminar la challada, comenzaron la música con
quenas, anatas, bombos y un erquencho, cuyo sones hicieron retumbar los
cerros con un eco interminable.
Los vasos de chicha de maíz o
maní, vino, cerveza, clericó, pasaron de mano en mano en un beberaje
colectivo, uno de los principales ingredientes para el festejo que
recién se apagará en las últimas horas de la tarde del martes próximo.
El
diablo del carnaval que simbólicamente es extraído de las profundidades
del mojón comienza a saltar entre la gente, pegándole
con su cola a hombres y mujeres en las piernas, invitándolos a bailar.
El
baile en los mojones esta tarde fue incesante, un pequeño chaparrón
pareció que iba a empañar la fiesta pero a los pocos minutos, como
ocurre en las serranías jujeñas, volvió a salir el sol y renovó el
entusiasmo.
Roberto Peña, visitante al mojón de la comparsa
del barrio Mariano Moreno, dijo a Télam que “el carnaval es pura
alegría, nos nivela a todos, los que tienen plata y los que no tienen,
y es casi un deber divertirse porque no sabemos si el año próximo lo
vamos a poder repetir”.
Si bien es cierto es pura diversión,
el carnaval jujeño tiene una connotación profunda porque coincide con
el mejor momento de las cosechas de los frutos de la tierra; entonces,
la gente en las zonas rurales, festeja el acontecimiento.
En
Jujuy, junto a los bailes populares donde no falta la cumbia y otros
ritmos tropicales, están los bailes íntimos que son los fortines
familiares, que suelen tener nombre y apellido de los vecinos que los
organizan.
En los fortines se come, se bebe y se baila sin
descanso, según expresiones de una de las comadres más conocidas de
Jujuy como es Gladis Torrejón que convoca a amigas para la diversión.
Pero
el centro de la fiesta es la Quebrada de Humahuaca, donde este martes
también desenterraron el diablo “Los alegres de Tumbaya”, en el cerro
Pilacunca, y se fueron a bailar al Club Deportivo Municipal, ya que en
casi todos los pueblos las instalaciones comunitarias se utilizan para
el festejo.
Para Julio Toconás, oriundo de Maimará, “el
verdadero carnaval está en el norte de la provincia” y cuando refiere
al norte lo hace a la región de la Quebrada de Humhuaca y la Puna.
No
obstante, en la ciudad de Jujuy hay centros de residentes como el de
Rinconada, Abra Pampa, Tres Cruces, que ponen igual empeño para hacer
la fiesta la usanza del terruño.
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