El centésimo aniversario del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, "es una ocasión para reafirmar la necesidad de trabajar para que las mujeres tengan más autonomía, más capacidad para tomar decisiones, más libertad sobre sus vidas en función de sus aspiraciones".
Nathalie Brisson-Lamoute, oficial de asuntos sociales de la división de temas de género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sintetizó de ese modo las prioridades frente a la situación de las mujeres en la región.
"Son 100 años que hay que resaltar porque
significan que recorrimos un camino bastante importante, que lo hicimos
en poco tiempo -en el caso de América Latina y el Caribe- pero queda
mucho por hacer", dijo en entrevista con ANSA.
En las tres
esferas consideradas por la CEPAL -autonomía física, toma de decisiones y
económica- "ha habido progresos pero también retrocesos, o los
progresos han sido muy lentos".
En el ámbito físico hay progresos muy importantes en materia de mortalidad materna, "pero a la vez la situación es preocupante en relación a la maternidad adolescente, un fenómeno que está en aumento y es un problema en general: los embarazos adolescentes se producen en condiciones de pobreza, lo que limita la capacidad de las mujeres de elegir", apuntó.
En la toma de decisiones hay más participación política en gabinetes o parlamentos, e incluso hay mujeres en la máxima instancia de decisión de la región, "pero los logros hacia la paridad política -observó- se hacen con retrocesos, es decir, logros que se dan pero luego bajan, por lo que estamos en escenarios políticos frágiles".
En el aspecto económico, "hubo menos cambios": es decir que "hubo cambio porque hay más mujeres en el mercado laboral, pero a la vez no hay que olvidar que la tasa de participación laboral asciende sólo a 52% de la población en edad de trabajar, contra el 78% de participación laboral para los hombres".
Otro punto importante es el uso del tiempo: "Las encuestas muestran muy claramente que las mujeres trabajan y trabajan. Las que están en el mercado laboral no sólo tienen las horas de trabajo remunerado, sino que también recae sobre sus hombros la carga de trabajo no remunerado que hacen en la casa".
Se trata no sólo de la crianza de los hijos o de los quehaceres domésticos, sino además del cuidado de los adultos mayores o con discapacidad.
Para la CEPAL, esto no es sólo un fenómeno cultural, sino multidimensional. "Hay un aspecto económico. Las mujeres crían a los hijos, que serán la fuerza de trabajo del futuro, y como ellas dedican su tiempo a criar tienen poco tiempo para dedicarse al trabajo remunerado, tienen que adaptarse o juntar dos cargas. Al final trabajan más horas que los hombres".
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