Mientras en Libia Kaddafi pelea por mantenerse en el poder y en varios países árabes continúan las protestas, el domingo 27 de febrero los saharauis festejaron el 35 aniversario de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD). Por Pedro Brieger
Creada en 1976, el día posterior a que los españoles se retiraran del "Sahara español" después de décadas de ocupación colonial, la república ya obtuvo el reconocimiento de unos ochenta países.
Meses antes, el rey Hasan II de Marruecos se había aprovechado
de la agonía de Franco para comenzar a ocupar el Sahara diciendo que le
pertenecía y desconociendo al Frente Polisario, que ya venía luchando
por su independencia. Eran tiempos de la "Guerra Fría".
El
Polisario estaba alineado con los movimientos de liberación nacional del
tercer mundo y la monarquía de Hasan II era un importante aliado de
Estados Unidos para contener el avance del comunismo y frenar la
influencia de la reciente liberada Argelia.
Durante el proceso de ocupación el ejército marroquí expulsó a miles de saharauis que no aceptaban cambiar un ocupante por otro.
Algunos
quedaron bajo control marroquí, y muchos otros terminaron en
campamentos de refugiados en el sur de Argelia, en las afueras de la
ciudad de Tinduf, muy cerca de la frontera.
Durante unos quince
años el Polisario y el ejército marroquí libraron duras batallas hasta
que en 1991 fue declarado un "alto el fuego".
Para frenar el
avance del Polisario el gobierno marroquí construyó un muro de arena,
campos minados y zanjas a lo largo de más de 2500 kilómetros
confinándolo en el desierto, entre ese muro, Argelia y Mauritania,
creyendo que -así- el Polisario desaparecería.
En 2011 El
Polisario festejó su independencia en Tifariti, una pequeña localidad
del desierto en lo que denominan los "territorios liberados".
Para
llegar hay que partir de Tinduf, abandonar tierra argelina, entrar en
esos territorios y hacer una larga travesía de más de 300 kilómetros por
la arena y las piedras, sin caminos ni señalizaciones de ningún tipo.
El
objetivo del Polisario es avanzar en la construcción de su Estado
aunque en la zona que controla vivan apenas unas veinte mil personas, la
mayoría de ellos nómades.
Los festejos comenzaron con un desfile
militar presidido por el presidente Abdel Aziz y su gabinete en pleno,
para mostrar que no descartan retomar las armas si las negociaciones
auspiciadas por Naciones Unidas continúan estancadas.
En
realidad, preferirían que esta ola de revueltas en el mundo árabe se
extendiera a Marruecos, provoque la caída de la monarquía y logren su
tan ansiada independencia.
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