Después de escuchar casi una hora de lectura de cifras no pude menos que preguntarme ¿los indicadores y las estadísticas usadas por el gobernador para evaluar el éxito de su propia gestión tendrán la misma veracidad que los datos aportados por el INDEC?
Cuesta creer las palabras del gobernador cuando plantea como un logro el abastecimiento de agua potable a nuevos sectores de la provincia, cuando numerosos barrios de Yerba Buena se vieron privados de ese servicio durante una gran parte del año; problema que se agravó con la llegada del calor alterando las condiciones mínimas de vida de muchas familias.
Es difícil creer que el trabajo no registrado descendió un 20% cuando desde hace semanas un grupo de empleados municipales realizan denuncias por la precariedad de su situación laboral, sin obtener más que silencio como respuesta por parte de las autoridades responsables, todas ellas del mismo partido político del gobernador. El silencio de la gestión no los hace invisibles ni impacta en ninguna estadística, al menos no en las que se realizan con seriedad y transparencia.
Es difícil creer el anuncio en tono de “logro” relacionado a las redes cloacales cuando en el mes de octubre realizamos una denuncia junto a los vecinos del barrio CGT del municipio de Famaillá, porque sus casas se encontraban inundadas por desbordes cloacales desde hacía varios meses. Otra vez el silencio de la gestión alperovichista no alcanza para negar la existencia de los hechos.
Cuesta creer que el gobernador sostenga desde una convicción sincera que la mejor manera de proteger a los más humildes es darles una salud pública igual o mejor que la privada, pues hasta ahora sólo hemos visto una salud privada de insumos básicos, privada de suficiente personal auxiliar, privada de aparatos de alta complejidad y privada de profesionales debidamente remunerados.
Cuesta creer en la vocación de construcción de ciudadanía cuando la manifiesta un gobernador que por todos los medios intenta silenciar a la oposición, que interfiere en los otros poderes y construye un sistema institucional hecho a medida para satisfacer sus caprichos.
Cuesta creer que la formación integral de los niños sea una verdadera preocupación, cuando las plazas de Yerba Buena son tapa de los diarios locales por encontrarse abandonadas, sin juegos ni condiciones esenciales para que cumplir su función de espacio socializador y de recreación.
Cuesta creer que un gobernador que pretende obtener un tercer mandato evalúe la eficacia de sus políticas en materia de seguridad desde la comparación con otros lugares. Probablemente comparados con una favela brasilera somos la panacea de la seguridad, pero la comparación no alcanza para devolverle a los ciudadanos la tranquilidad cuando caminan por las calles, mandan sus hijos a la escuela o abandonan sus casas con la esperanza de encontrarla intacta al regreso.
No creo en el Tucumán que venden las estadísticas del señor gobernador, simplemente porque no es la provincia que veo a cada paso, la que viven mis amigos, mi familia ni los vecinos. Sin embargo, en ese desierto de credibilidad tengo la certeza de que es posible transformar esta provincia desde políticas consensuadas, con vocación de servicio y contracción al trabajo. Depende de cada uno de nosotros decidir entre la provincia de las maravillas diseñada por Alperovich o una provincia de Tucumán donde los problemas de la gente y sus respuestas no sean sólo una estadística.
Mariano Campero
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