El coronel Muamar Kadhafi anunció este viernes la apertura de los arsenales "para armar al pueblo" y llamó a sus partidarios a "defender a Libia" contra la sublevación que se hizo con el control del este del país y amenaza con derribar al régimen que fundó hace 42 años.
El "Guía de la Revolución" libia, de 68 años, arengó a la multitud en la plaza Verde de Trípoli, en momentos en que sus fuerzas reprimían ferozmente los focos insurreccionales al oeste de la capital.
El cerco sobre Kadhafi se estrechaba también desde el exterior, en medio de una andanada de críticas por la feroz represión del levantamiento popular que estalló el 15 de febrero.
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Según el número dos de la misión libia en la ONU, Ibrahim Dabbashi, que abandonó al régimen, la represión deja ya miles de muertos.
El Consejo de Seguridad se aprestaba a discutir la situación en Libia y los países de la Unión Europea (UE) se dijeron dispuestos a imponer una zona de exclusión aérea para impedir despegar a aviones militares libios, si así lo decidiera la ONU.
Varias capitales occidentales evaluaban por su lado bloquear los haberes en el exterior de Kadhafi y sus allegados.
El régimen se enfrentaba además la deserción de numerosos jerarcas. Los últimos en anunciar su defección fueron los embajadores de Libia en Francia y ante la UNESCO.
La comunidad internacional aceleraba por lo demás la evacuación por tierra, mar y aire de decenas de miles de extranjeros, en un movimiento de población que se convirtió ya en un verdadero éxodo.
"Lucharemos y venceremos", proclamó Kadhafi desde lo alto de la muralla de la plaza Verde. "De ser necesario, abriremos todos los arsenales para armar a todo el pueblo", agregó. El pueblo "quiere a Kadhafi", aseguró, e instó a sus huestes a prepararse para "defender a Libia".
Kadhafi, según fuentes opositoras en Baida (este), concentró en la capital a unos 9.000 milicianos Jamis, con tanques y aviones. Esas milicias tienen ese nombre por estar al mando de Jamis Miniat al Kadhafi, uno de los siete hijos del dirigente libio.
Unas informaciones señalaron que este viernes hubo disturbios en un barrio popular de Trípoli, durante los cuales los milicianos mataron a por lo menos dos manifestantes.
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Kadhafi había proclamado el martes su determinación de morir como un "mártir" y de dejar en el combate "hasta la última gota de (su) sangre".
El jueves, acusó a los manifestantes de Zauiya (60 km al oeste de Trípoli) de estar vinculados a la red islamista Al Qaeda y de actuar bajo los efectos de las drogas.
Por lo menos 23 personas murieron y 44 resultaron heridas en el asalto de las fuerzas de seguridad contra esa ciudad, que cuenta con la mayor refinería de petróleo del país, informó el diario libio Quryna, publicado en Beghazi, la ciudad del este en manos de los rebeldes.
Otra ciudad del oeste, Zuara, fue teatro de sangrientos combates, señalaron refugiados que huían hacia la frontera con Túnez.
En Banghazi, segunda ciudad libia (1.000 km al este de Trípoli), unas mil personas participaron en mítines anti-Kadhafi frente al palacio de Justicia, convertido en cuartel general de la insurrección. Varias efigies de Kadhafi colgaban de las farolas de la ciudad, patrullada por soldados y civiles armados.
En Musratah (150 km al este de la capital), informaciones sin confirmar daban parte de combates.
La frontera con Egipto estaba custodiada sólo por un soldado, que procedía a un control informal de los pasaportes de los periodistas que siguen entrando a Libia por esa zona controlada por la rebelión.
Numerosos países aceleraban la evacuación de sus ciudadanos. Un barco fletado por Estados Unidos zarpó el viernes con destino a Malta con "más de 300 personas a bordo", más de la mitad de ellos ciudadanos estadounidenses, anunció el departamento de Estado.
China lanzó una gigantesca operación que ya permitió llevar por transbordador hasta la isla griega de Creta a miles de chinos que trabajaban en los sectores ferroviario, petrolero o de telecomunicaciones de Libia.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución que reclama la suspensión de Libia y una investigación independiente para determinar si los atropellos pueden dar lugar a acusaciones de "crímenes contra la humanidad".
El presidente estadounidense, Barack Obama, habló el jueves por teléfono con el primer ministro británico, David Cameron, y decidieron "coordinar posibles medidas multilaterales contra Libia", indicó la oficina de Cameron.
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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue categórico: "Kadhafi debe partir", afirmó este viernes.
La insurrección en Libia, país miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), llevó el jueves el precio del barril de Brent a casi 120 dólares, un nivel inédito desde hace dos años, aunque las cotizaciones se replegaban este viernes en torno a los 112 dólares.
La rebelión en Libia está inspirada en los movimientos populares que desde comienzos de este año derrocaron a longevos regímenes autoritarios en Túnez y Egipto y que desde entonces no para de extenderse a todo el mundo árabe.
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