La decisión de los jueces de la Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal de otorgarle el beneficio de prisión domiciliaria a De Cándido y Albornoz, refleja que algunos magistrados lejos están de buscar la verdad para impartir justicia. Una decisión infame que atenta contra los aires democráticos que vive nuestro país.
Innumerables juicios por crímenes de lesa humanidad se vienen desarrollando en todo el país con sentencias paradigmáticas, como el último que se hizo en Tucumán donde el represor Roberto “el tuerto” Albornoz, Luis De Cándido, ambos ex policías; Menéndez y Carlos De Cándido deben cumplir sus condenas en cárcel común.
Sin lugar a dudas estos juicios no son ordinarios. Tienen una fuerte carga emocional, política, ideológica, lo cual se observa en cada audiencia. Sin embargo algunos jueces, como los de la Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal, integrada por Gustavo Mitchell, Ángela Ledesma y presidida por Liliana Catucci, contrarios al sentido común y a los vientos de verdad y justicia que atraviesan todo el territorio nacional, adoptan decisiones infames.
Catucci es la misma jueza que el año pasado aseguró que no hay pruebas para acusar al "Fino" Palacio por asociación ilícita.
El miércoles por pedido de la defensa de Albornoz y Luis De Cándido, la Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal, otorgó a estos represores el beneficio de la prisión domiciliaria hasta que la sentencia dictada por el Tribunal Oral Federal de Tucumán quede firme.
Albornoz fue condenado a prisión perpetua en cárcel común por privación ilegítima de la libertad, tormentos agravados, entre otros delitos aberrantes; el otro a 20 años por los mismos delitos y usurpación de la vivienda de la familia Coronel donde vivió casi 30 años. Familia que este policía secuestró, asesinó y torturó.
Según sostienen en el fallo “no se ha probado que los acusados hayan puesto en riesgo los fines del proceso”. Resulta curioso el grado de poca humanidad de estos magistrados que por cuestiones meramente legalistas emiten fallos viles, agresivos, repudiables. El beneficio de la prisión domiciliaria para una persona como Albornoz cuya oficina funcionaba frente a la sala de torturas de la ex Jefatura de Policía, que participó de sesiones de picanas, que asesinó personas, es decir, que realizó una práctica genocida es inconcebible.
Lo es también para Luis De Cándido quien por casi 30 años vivió en la casa de la familia Coronel que el mismo secuestro y torturó. Una persona siniestra, sin dudas.
Algunos jueces no terminan de entender que su trabajo es buscar la verdad para impartir justicia. Lo cual está demasiado alejado cuando se le otorga semejante beneficio a tipos que lo único que hicieron en sus vidas fue destruir, maltratar y sobre todo colaborar para hundir al país en el infierno más terrorífico de su historia.
Sebastián Ganzburg
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