Los ministros de Finanzas del G20 abrieron este viernes por la noche en París una reunión de dos días para buscar un acuerdo sobre el modo de medir los desequilibrios económicos mundiales, con reticencias de los países BRICS a ceder a presiones de las naciones ricas.
En un discurso de apertura de la reunión, el presidente francés Nicolas Sarkozy consideró como un "riesgo" la volatilidad actual de los tipos de cambios y la de los movimientos de capital, y estimó que el surgimiento de nuevas potencias económicas conducirá "inevitablemente a la emergencia de nuevas monedas internacionales".
Sarkozy, presidente en ejercicio del G20 hasta noviembre próximo, indicó además que quiere "realzar el papel del FMI" (Fondo Monetario Internacional), que debe ser "la piedra angular de la cooperación" en el aspecto monetario mundial, y advirtió que la "coordinación" en el G20 para enfrentar la crisis es un "deber".
Tras ser recibidos en el Elíseo por Sarkozy, los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales tuvieron una cena de trabajo hasta las 21H00 locales (20H00 GMT) en el Hotel Marigny, enfrente de la residencia presidencial, de donde se retiraron sin hacer declaraciones.
Francia se ha puesto como objetivo principal de su presidencia la reforma del sistema monetario mundial, con la cual quiere poner fin a la "guerra de divisas" originada por las medidas de varios países para impedir la valorización de sus monedas y favorecer sus exportaciones.
Según Estados Unidos y otras potencias occidentales, los actuales desequilibrios económicos mundiales tienen como gran responsable a China, que mantiene muy depreciado al yuan y acumula un descomunal excedente en su balanza comercial.
El primer paso para tratar de resolver el problema sería establecer indicadores económicos capaces de medir las diferencias entre los países, a fin de poner en marcha los procesos correctivos.
©AFP / Charles Platiau
Según una fuente alemana, era "probable" un acuerdo sobre cinco criterios: saldo de cuentas corrientes, tasa cambiaria real, reservas cambiarias, déficit y deuda pública y ahorro privado.
Sin embargo, los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) rechazaron el viernes dos de esos indicadores, así como la idea de reglas globales de control de flujos de capitales, en un encuentro previo a la reunión del G20.
"Acordamos no tomar la cuenta corriente como indicador, sino tomar la cuenta de bienes y servicios (...). No estamos de acuerdo en establecer un límite para la acumulación de reservas", dijo el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, al referirse a dos de los puntos a los que se oponen los BRICS.
Los BRICS siguen este proceso de discusión en el G20 con desconfianza, ya que temen que las potencias desarrolladas quieran recuperar su crecimiento poniendo un freno a la dinámica del mundo emergente.
El año pasado, bajo presidencia surcoreana del G20, China y otros países se habían opuesto a una propuesta norteamericana de establecer un límite del 4% del PIB (Producto Interior Bruto) para los desequilibrios de cuentas corrientes.
Pero los BRICS no sólo están en contra de ciertos indicadores, sino también contra el establecimiento de "reglas y límites" mundiales sobre los flujos de capitales, afirmó Mantega.
©AFP / hkg
"No estamos de acuerdo en establecer reglas y límites, porque cada país tiene su particularidad", señaló Mantega, al referirse a una idea de la presidencia francesa.
La presidencia francesa del G20 quiere establecer un "código de buena conducta" para regular los flujos mundiales de capitales, disparados por las atractivas tasas de interés de los países emergentes y las políticas monetarias expansivas de los desarrollados.
Los BRICS están preocupados por esos flujos, que podría provocar un recalentamiento de sus economías, pero preferirían por el momento que cada país tenga libertad para ir manejándolos.
"Cada lugar tiene su tipo de capital buscando su tipo de activo", explicó Mantega al justificar la posición contraria a reglas mundiales sobre el tema.
Otro objetivo declarado de la presidencia francesa es establecer una mejor regulación de los mercados de materias primas para terminar con la especulación, aunque en esta cuestión se enfrenta con una fuerte oposición de países como Brasil y Argentina.
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