Las rebeliones que se encendieron en Túnez y Egipto se propagaban como un reguero de pólvora en Oriente Medio y enfrentaban este viernes, día de la plegaria musulmana, una represión cada vez más brutal que esta semana se cobró unas 40 vidas.
Entre 24 y 28 personas murieron en enfrentamientos en Libia, de acuerdo con diversas fuentes, y diez en Yemen, dos de ellas tras el estallido de una granada arrojada contra una manifestación en Taez (sur).
n Manama, la capital de Bahréin, la policía abrió fuego contra una marcha opositora, hiriendo a decenas de participantes.
En Irán, el régimen islamista movilizó a decenas de miles de simpatizantes para reclamar la ejecución de las dos principales figuras de la oposición reformista -Mir Hosein Musavi y Mehdi Karubi- que en los últimos días volvió a levantar cabeza tras la ola de manifestaciones de 2009.
Las insurrecciones que desde enero derrocaron a los presidentes de Túnez, Zine El Abidine Ben Alí, y de Egipto, Hosni Mubarak, alentaron las reivindicaciones en esta región del mundo aquejada de déficit democrático, corrupción y nepotismo, con gobernantes que se aferran al poder desde hace décadas.
En países como Libia y Bahréin los funerales de víctimas de la represión dieron pie a nuevos actos masivos de protesta.
El Libia, miles de personas participaron en las exequias de trece manifestantes en Benghazi (1.100 km al este de Trípoli), indicó a la AFP un testigo que pidió el anonimato. Una fuente médica afirmó que 14 personas perecieron en los enfrentamientos del jueves en esa ciudad, bastión de la oposición.
Otras 14 personas murieron el jueves en Al Baida (1.200 km al este de Trípoli), de acuerdo con una fuente libia bien informada.
La ONG Human Rights Watch, con sede en Nueva York, había dado parte previamente de 24 muertos (16 en Al Baida y 8 en Benghazi).
Los comités revolucionarios, pilares del régimen libio, amenazaron a los "aventureros" que se manifiestan contra Kadhafi con una respuesta "violenta y fulminante".
En Yemen, al menos cinco personas murieron el viernes, dos de ellas por la explosión de una granada en Taez y las demás en Adén, en una nueva jornada de represión policial contra los manifestantes que piden el fin del régimen de Alí Abdalá Saleh, en el poder desde 1978.
Estados Unidos juzgó "preocupante" el aumento de los ataques "contra ciudadanos yemeníes que se concentran pacíficamente para expresar su punto de vista sobre la situación política actual", en un comentario colgado de la página web de la embajada norteamericana en Saná.
También se vivió una nueva jornada de agitación en Bahréin, un país regido por una dinastía sunita pero con población mayoritariamente chiíta (otra rama del islam), donde tiene su base la V Flota estadounidense, encargada de proteger las rutas marítimas petroleras del Golfo.
Decenas de personas fueron heridas cuando la policía abrió fuego contra los participantes en una manifestación en Manama, la capital, según un fotógrafo de la AFP.
El incidente se produjo después de los funerales de dos manifestantes muertos en la represión de una protesta antigubernamental, en los que participaron miles de personas.
El príncipe heredero de Bahréin, Salman Ben Hamad Al Jalifa, prometió dialogar con la oposición, cuando se restablezca la calma.
"Bahréin esta viviendo hoy un estado de división y es inaceptable. Numerosos países han sufrido una situación similar, pero sus sabios acabaron por encontrarse y dialogar de todo desde la calma", explicó el príncipe en la televisión oficial.
©AFP
En Amán, la capital de Jordania, al menos ocho personas resultaron heridas el viernes cuando partidarios del gobierno atacaron a varios centenares de jóvenes que se manifestaban pidiendo reformas políticas, informaron un médico y varios testigos.
La Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, condenó las reacciones "ilegales y excesivamente represivas" de los regímenes cuestionados por la calle.
En Egipto, cientos de miles de manifestantes volvieron el viernes a la plaza Tahrir de El Cairo para festejar la caída hace una semana del presidente Hosni Mubarak y mantener la presión sobre el ejército para que libere a los detenidos y garantice verdaderas reformas democráticas.
Antes de la oración, un influyente teólogo de origen egipcio basado en Qatar, Yusef al Qardaui, llamó a los líderes árabes a escuchar las voces de sus pueblos.
"Me dirijo a los dirigentes árabes: no detengan la Historia", lanzó. "Mi mensaje a los dirigentes árabes es que no se lancen en discursos vacíos, sino que entablen con sus pueblos un diálogo constructivo", agregó.
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