El asesinato de un agente policial estadounidense en México el pasado martes provocó llamados de congresistas para replantear la estrategia conjunta contra el narcotráfico entre ambos países.
Los carteles del narcotráfico "han cambiado las reglas del juego", advirtió el republicano Michael McCaul (Texas), que recibió junto a otros colegas un informe a puerta cerrada de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) sobre el ataque en México.
Jaime Zapata, un agente especial de la ICE, fue asesinado a balazos y su compañero Víctor Avila fue herido el martes, cuando regresaban por carretera a Ciudad de México desde Monterrey (noreste).
El vehículo blindado de los agentes fue rociado de balas por los sicarios, a pesar de que ambos gritaron que eran diplomáticos para intentar salvarse, describió McCaul, citado este viernes por el Wall Street Journal.
"Creo que debemos continuar con este compromiso (de ayuda a México)... y creo que la respuesta tiene que ser dura, esto es un ataque a Estados Unidos", explicó el congresista en su sitio internet.
"Este es un toque de atención para todos nosotros. Es un asunto serio sobre el cual Estados Unidos necesita concentrarse", añadió Ben Quayle, otro representante republicano de Arizona.
"Es un paso más en la escalada" de los narcotraficantes, considera Randy Beardsworth, de la firma privada Catalyst, que participó en 2005 en la creación de la iniciativa Frontera Segura, un programa del Departamento de Seguridad Interna (DHS).
Los congresistas republicanos se muestran en particular irritados por la prohibición oficial de portar armas en México para los agentes estadounidenses.
©AFP / ho
Pero esa prohibición tiene pocos visos de ser levantada por el momento en un país muy susceptible de su soberanía, sobre todo cuando se trata de su vecino del norte, creen expertos.
"Hay todo tipo de cosas que se pueden hacer. Estados Unidos puede suministrar asistencia a las autoridades mexicanas, información. Pero no preveo ningún tipo de operación policial activa dentro de México", explicó a la AFP Beardsworth.
El DHS y el Departamento de Justicia anunciaron un equipo conjunto, liderado por el FBI, para ayudar a sus pares mexicanos.
Escuchas telefónicas e información suministrada desde Estados Unidos ha servido durante años para ayudar en operaciones policiales en el interior de México y para capturar a capos del narcotráfico.
Responsables de la lucha contra el crimen organizado, como la administradora de la oficina antinarcóticos (DEA), Michelle Leonhart, han elogiado repetidamente en los últimos años el nivel de cooperación del gobierno de Felipe Calderón.
Pero la experiencia del pasado indica que esa colaboración no siempre ha sido fácil.
La última vez que un agente estadounidense fue asesinado en México sucedió en 1985. Enrique Camarena, un agente antinarcóticos, fue secuestrado y torturado hasta la muerte, un crimen que causó tensión en la relación bilateral.
La DEA lanzó rápidamente la denominada Operación Leyenda, la más importante en el extranjero en la historia de esa agencia, para atrapar a los autores del asesinato de Camarena.
La operación fue entorpecida repetidamente por altos cargos mexicanos, hasta que la DEA acabó secuestrando a un médico mexicano supuestamente involucrado en el asesinato de Camarena para que fuera juzgado en Los Angeles.
El médico, Humberto Alvarez Machaín, acabó siendo absuelto por la justicia estadounidense.
Otro de los involucrados, el narcotraficante hondureño Juan Ramón Matta, fue también secuestrado en 1988 en Tegucigalpa y cumple condena en una cárcel estadounidense.
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