El 15 de febrero de 1811, nació en el Carrascal uno de los barrios más pobres de la ciudad de San Juan, Domingo Faustino Sarmiento. Político, pedagogo, escritor, docente, periodista y militar argentino. Gobernador de San Juan entre 1862 y 1864. Senador Nacional por su Provincia entre 1874 y 1879. Presidente de la Nación entre 1868 y 1874. Biografía por Felipe Pigna. VIDEO donde destacados historiadores hablan de su presidencia.
En el video hablan sobre Sarmiento: David Viñas, Halperin Donghi, Hebe Clementi, Norberto Galasso
Por Felipe Pigna
El 15 de febrero de 1811,
nació en el Carrascal uno de los barrios más pobres de la ciudad de San
Juan, Domingo Faustino Sarmiento. Los primeros "maestros" de Domingo
fueron su padre José Clemente Sarmiento y su tío José Eufrasio Quiroga
Sarmiento, quienes le enseñaron a leer a los cuatro años. En 1816,
ingresó a una de las llamadas "Escuelas de la Patria", fundadas por los
gobiernos de la Revolución, donde tuvo como educadores a los hermanos
Ignacio y José Rodríguez, éstos sí maestros profesionales.
Cuando
terminó la primaria, su madre, Doña Paula Albarracín, quiso que
estudiara para sacerdote en Córdoba, pero Domingo se negó y tramitó una
beca para estudiar en Buenos Aires. No la consiguió y tuvo que quedarse
en San Juan donde fue testigo de las guerras civiles que asolaban la
provincia. Marchó al exilio en San Francisco del Monte, San Luis, junto
a su tío, José de Oro. Allí fundaron una escuela que será el primer
contacto de Sarmiento con la educación.
Poco después,
regresó a San Juan y comenzó a trabajar en la tienda de su tía. "La
Historia de Grecia la estudié de memoria, y la de Roma enseguida…; y
esto mientras vendía yerba y azúcar, y ponía mala cara a los que me
venían a sacar de aquel mundo que yo había descubierto para vivir en
él. Por las mañanas, después de barrida la tienda, yo estaba leyendo, y
una señora pasaba para la Iglesia y volvía de ella, y sus ojos
tropezaban siempre, día a día, mes a mes, con este niño inmóvil
insensible a toda perturbación, sus ojos fijos sobre un libro, por lo
que, meneando la cabeza, decía en su casa: ‘¡Este mocito no debe ser
bueno! ¡Si fueran buenos los libros no los leería con tanto ahínco!’"
En 1827, se produjo un hecho que marcará su vida: la invasión a San Juan de los montoneros de Facundo Quiroga.
Decidió
oponerse a Quiroga incorporándose al ejército unitario del General Paz.
Con el grado de teniente, participó en varias batallas. Pero Facundo
parecía por entonces imparable: tomó San Juan y Sarmiento decidió, en
1831, exiliarse en Chile. Se empleó como maestro en una escuela de la
localidad de Los Andes. Sus ideas innovadoras provocaron la
preocupación del gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su
propia escuela. Allí se enamoró de una alumna con quien tendrá su
primera hija, Ana Faustina.
En 1836, pudo regresar a San Juan y fundar su primer periódico, El Zonda.
Pero al gobierno sanjuanino no le cayeron nada bien las críticas de
Sarmiento y decidió, como una forma de censurarlo, aplicarle al diario
un impuesto exorbitante que nadie podía pagar y que provocó el cierre
de la publicación en 1840. Volvió a Chile y comenzó a tener éxito como
periodista y como consejero educativo de los sucesivos gobiernos.
"¿Que
es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos,
obra sin capítulos, sin prólogo, atestada de bagatelas del momento. Se
vende una casa. Se compra un criado. Se ha perdido un perro, y otras
mil frioleras, que al día siguiente a nadie interesan. ¿Qué es un
periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más contiene? Noticias de países
desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (...)
Trozos de literatura, retazos de novelas. Decretos de gobierno. (...)
Un periódico es el hombre. El ciudadano, la civilización, el cielo, la
tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la
buena o la mala administración, las necesidades del individuo, la
misión del gobierno, la historia contemporánea, la historia de todos
los tiempos, el siglo presente, la humanidad en general, la medida de
la civilización de un pueblo." D. F. Sarmiento, El Zonda Nº 4.
En
Chile, Sarmiento pudo iniciar una etapa más tranquila en su vida. Se
casó con Benita, viuda de Don Castro y Calvo, adoptó a su hijo
Dominguito y publicó su obra más importante: Facundo, Civilización y Barbarie. Eligió el periodismo como trinchera para luchar contra Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica, desde los que atacó duramente a Don Juan Manuel.
Entre
1845 y 1847, por encargo del gobierno chileno, visitó Uruguay, Brasil,
Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU,
Canadá y Cuba. En cada uno de estos países, se interesó por el sistema
educativo, el nivel de la enseñanza y las comunicaciones. Todas estas
impresiones las volcó en su libro Viajes por Europa, África y América.
A fines de 1845 conoció en Montevideo a Esteban Echeverría, uno de los
fundadores de la generación del ’37 y como él, opositor a Rosas y
exiliado. Estando en Francia, en 1846, tuvo un raro privilegio: conocer
personalmente al general San Martín en su casa de Grand Bourg y
mantener una larga entrevista con el libertador.
De regreso
a Chile, incrementó su actividad periodística contra Rosas, lo que
motivó que el gobernador de Buenos Aires solicitara dos veces la
extradición de Sarmiento para juzgarlo por calumnias, cosa a la que el
gobierno chileno se negó.
Sarmiento pensaba que el gran
problema de la Argentina era el atraso que él sintetizaba con la frase
"civilización y la barbarie". Como muchos pensadores de su época,
entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo
urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para
ellos era el progreso. La barbarie, por el contrario, era el campo, lo
rural, el atraso, el indio y el gaucho. Este dilema, según él, solo
podía resolverse por el triunfo de la "civilización" sobre la
"barbarie". Decía: "Quisiéramos apartar de toda cuestión social
americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una
invencible repugnancia". En una carta le aconsejaba a Mitre: "no trate
de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer
útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos
salvajes". Lamentablemente el progreso no llegó para todos y muchos
"salvajes y bárbaros" pagaron con su vida o su libertad el "delito" de
haber nacido indios o de ser gauchos y no tener un empleo fijo.
La
obra literaria de Sarmiento estuvo marcada por su actuación política
desde que escribió en 1845: "¡Sombra terrible de Facundo, voy a
evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus
cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones
internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! (...) Facundo
no ha muerto ¡Vive aún! ; está vivo en las tradiciones populares, en la
política y las revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su
complemento. (...) Facundo, provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fue
reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él,
(...) tirano sin rival hoy en la tierra". Estos párrafos del Facundo
nos muestran el estilo de Sarmiento. Facundo, a quien odia y admira a
la vez, es la excusa para hablar del gaucho, del caudillo, del desierto
interminable, en fin, de la Argentina de entonces, de todos los
elementos que representan para él el atraso y con los que hay que
terminar por las buenas o las malas.
Sarmiento desde Chile alternó su actividad periodística con la literaria y educativa. En su libro Viajes
(1849) se reflejan mucho más que las impresiones de un viajero atento y
observador; allí se ocupó de lo que lo maravilla de los países que
visita y que quisiera ver en su tierra. Pone el acento en el progreso
industrial, el avance de las comunicaciones y de la educación.
En su libro Argirópolis
(1850) dedicado a Urquiza, expresó un proyecto para crear una
confederación en la cuenca del Plata, compuesta por las actuales
Argentina, Uruguay y Paraguay, cuya capital estaría en la Isla Martín
García. El modelo de organización era la Constitución norteamericana y
proponía fomentar la inmigración, la agricultura y la inversión de
capitales extranjeros.
Mantuvo fuertes polémicas con
políticos y escritores de su tiempo, como Juan Bautista Alberdi, con
quien no coincidía en apoyar a Urquiza. Esta polémica se expresó a
través de sus libros. Alberdi escribió Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la República Argentina y Cartas Quillotanas y Sarmiento le respondió con Las ciento y una y Época preconstitucional y Comentarios a la Constitución de la Nación Argentina.
En
1862 el general Mitre asumió la presidencia y se propuso unificar al
país. En estas circunstancias asumió Sarmiento la gobernación de San
Juan. A poco de asumir dictó una Ley Orgánica de Educación Pública que
imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba escuelas para los
diferentes niveles de educación, entre ellas una con capacidad para mil
alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio Nacional de
San Juan, y la Escuela de Señoritas, destinada a la formación de
maestras
En sólo dos años Sarmiento cambió la fisonomía de
su provincia. Abrió caminos, ensanchó calles, construyó nuevos
edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la
fundación de empresas mineras. Y como para no aburrirse, volvió a
editar el diario El Zonda.
En 1863 se produjo en
la zona el levantamiento del Chacho Peñaloza y Sarmiento decretó el
estado de sitio y como coronel que era, asumió personalmente la guerra
contra el caudillo riojano hasta derrotarlo. El ministro del interior
de Mitre, Guillermo Rawson, criticó la actitud de Sarmiento de decretar
el estado de sitio por considerar que era una decisión exclusiva del
poder ejecutivo nacional. Sarmiento, según su estilo, renunció. Corría
el año 1864.
A pedido del presidente Mitre, en 1864 viajó a
los EE.UU. como ministro plenipotenciario de la Argentina. De paso por
Perú, donde se hallaba reunido el Congreso Americano, condenó el ataque
español contra Perú, a pesar de las advertencias de Mitre para que no
lo hiciera.
Sarmiento llegó a Nueva York en mayo de 1865.
Acababa de asumir la presidencia Andrew Johnson en reemplazo de Abraham
Lincoln, asesinado por un fanático racista. Sarmiento quedó muy
impresionado y escribió Vida de Lincoln. Frecuentó los
círculos académicos norteamericanos y fue distinguido con los
doctorados "Honoris Causa" de las Universidades de Michigan y Brown.
Mientras
Sarmiento seguía en los Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y
un grupo de políticos los postuló para la candidatura presidencial. Los
comicios se realizaron en abril de 1868 y el 16 de agosto, mientras
estaba de viaje hacia Buenos Aires, el Congreso lo consagró presidente
de los argentinos. Asumió el 12 de octubre de ese año.
Cuando
Sarmiento asumió la presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La
guerra iba a llevarse la vida de su querido hijo Dominguito. Sarmiento
ya no volvería a ser el mismo. Un profundo dolor lo acompañaría hasta
su muerte.
Durante su presidencia siguió impulsando la
educación fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos
militares: Liceo Naval y Colegio Militar.
Sarmiento había
aprendido en los EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un país
extenso como el nuestro. Durante su gobierno se tendieron 5.000
kilómetros de cables telegráficos y en 1874, poco antes de dejar la
presidencia pudo inaugurar la primera línea telegráfica con Europa.
Modernizó el correo y se preocupó particularmente por la extensión de
las líneas férreas. Pensaba que, como en los EE.UU., el tren debía ser
el principal impulsor del mercado interno, uniendo a las distintas
regiones entre sí y fomentando el comercio nacional. Pero éstos no eran
los planes de las compañías británicas inglesas, cuyo único interés era
traer los productos del interior al puerto de Buenos Aires para poder
exportarlos a Londres. En lugar de un modelo ferroviario en forma de
telaraña, o sea interconectado, se construyó uno en forma de abanico,
sin conexiones entre las regiones y dirigido al puerto. Este es un
claro ejemplo de las limitaciones que tenían los gobernantes argentinos
frente a las imposiciones del capital inglés. La red ferroviaria paso
de 573 kilómetros a 1331 al final de su presidencia.
En 1869
se concretó el primer censo nacional. Los argentinos eran por entonces
1.836.490, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos
Aires y el 71% era analfabeto. Según el censo, el 5% eran indígenas y
el 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos
de barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la
población. La población era escasa, estaba mal educada y, como la
riqueza, estaba mal distribuida. Sarmiento fomentó la llegada al país
de inmigrantes ingleses y de la Europa del Norte y desalentó la de los
de la Europa del Sur. Pensaba que la llegada de sajones fomentaría en
el país el desarrollo industrial y la cultura. En realidad los sajones
preferían emigrar hacia los EE.UU. donde había puestos de trabajo en
las industrias. La argentina de entonces era un país rural que sólo
podía convocar, lógicamente a campesinos sin tierras. Y, para tristeza
de Sarmiento, la mayoría de los inmigrantes, muchos de nuestros
abuelos, serán campesinos italianos, españoles, rusos y franceses.
Entre
las múltiples obras de Sarmiento hay que mencionar la organización de
la contaduría nacional y el Boletín Oficial que permitieron a la
población en general, conocer las cuentas oficiales y los actos de
gobierno. Creó el primer servicio de tranvías a caballo, diseñó los
Jardines Zoológico y Botánico. Al terminar su presidencia 100.000 niños
cursaban la escuela primaria.
Al finalizar su mandato apoyo la candidatura del tucumano Nicolás Avellaneda.
El
22 de agosto de 1873 Sarmiento sufrió un atentado mientras se dirigía
hacía la casa de Vélez Sarsfield. Cuando transitaba por la actual
esquina de Corrientes y Maipú, una explosión sacudió al coche en el que
viajaba. El sanjuanino no lo escuchó porque ya padecía una profunda
sordera. Los autores fueron dos anarquistas italianos, los hermanos
Francisco y Pedro Guerri que confesaron haber sido contratados por
hombres de López Jordán. El atentado falló porque a Francisco Guerri se
le reventó el trabuco en la mano. Sarmiento salió ileso del atentado y
se enteró porque se lo contaron después.
Al finalizar su
mandato en 1874, Sarmiento se retiró de la presidencia pero no de la
política. En 1875 asumió el cargo de Director General de Escuelas de la
Provincia de Buenos Aires y continuó ejerciendo el periodismo desde La Tribuna. Poco después fue electo senador por San Juan.
En esa época vivía con su hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual Sarmiento 1251.
En
1879 asumió como ministro del Interior de Avellaneda, pero por
diferencias políticas con el gobernador de Buenos Aires, Carlos
Tejedor, renunció al mes de haber asumido.
Durante la
presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de
Escuelas del Consejo Nacional de Educación. En la época en que
Sarmiento fomentaba la educación popular, el índice de analfabetos era
altísimo. En el campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los
estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus hijos
dejaran de ser ignorantes. Cuanto menos educación tuvieran más fácil
sería explotarlos.
Pero Sarmiento trataba de hacerles
entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de
los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los
reproducía y confirmaba. "Para tener paz en la República Argentina,
para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es
necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a
todos lo mismo, para que todos sean iguales... para eso necesitamos
hacer de toda la república una escuela."
De todas formas le
costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la
educación popular y recién en 1882, logró la sanción de su viejo
proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará
el número 1420.
Una de sus últimas actuaciones públicas data
de 1885. El presidente Roca prohibió a los militares emitir opiniones
políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su pensamiento,
decidió pedir la baja del ejército, y opinar libremente a través de las
páginas de su diario El Censor.
En el invierno de
1888 se trasladó al clima cálido del Paraguay junto a Aurelia Vélez, la
hija de Dalmacio Vélez Sarsfiled, autor del Código Civil. Aurelia fue
la compañera de Sarmiento durante los últimos años de su vida. Murió el
11 de septiembre de ese año, en Paraguay, como su hijo Dominguito.
Pocos años antes había dejado escrito una especie de testamento político: "Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre mucho indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque ere bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas".
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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