Se trata de un estudio realizado por el SADOP durante el 2010, denominado “Relevamiento de la canasta básica de los docentes privados”. En este sentido el dirigente de la regional Tucumán, Bernardo Beltrán indicó que “la conclusión más desalentadora es que los trabajadores de la educación privada no pueden ser sostén de un hogar”.
SADOP finalizó diciembre de 2010 con una medición nacional denominada “Relevamiento de la canasta básica de los docentes privados”. “De esta se concluye que para el NOA el costo de la misma es de $ 7.044, de los cuales el 37 % está destinado a la alimentación”, explicó en un comunicado el secretario de Prensa de SADOP Tucumán, Bernardo Beltrán.
La investigación “arroja cifras alarmantes en cuanto al
poder adquisitivo de los trabajadores de la educación, tanto en lo referente a
las necesidades básicas (alimentación, vivienda y mantenimiento del hogar,
salud, transporte, vestimenta, etc.) como en aquellas específicas a la
actividad profesional docente (bienes culturales y tecnológicos)”, continuó el
dirigente.
En este sentido menciona que “la conclusión más desalentadora sostenida por el
estudio es que los trabajadores de la educación privada no pueden ser sostén de
un hogar”.
La encuesta se administró en varias capitales de provincias
y en ciudades del interior. El análisis comparado de los datos demuestra
asimetrías no solo en los ingresos sino en la capacidad de gasto de los
docentes.
Según el gremialista esto se debe “al proceso de dispersión que se dio en los
‘90 cuando el proceso de transferencias de servicios educativos a las
provincias produjo, entre otros problemas, la anarquía salarial docente. Aún
hoy, existen diversidades de salarios básicos (algunos de ellos extremadamente
deprimidos), sumas fijas no remunerativas no bonificables (en negro) de
distinta naturaleza y montos”.
A su vez menciona que “el poder adquisitivo del salario docente es distinto de
acuerdo a la región que se trate. Este fenómeno, que acompaña la economía
general, puede detectarse claramente en el estudio”.
Por último concluye que “otro dato importante es que los docentes no concurren
al médico por enfermedades producidas por la actividad profesional, como
dolores de espalda, estrés, dificultades en la concentración o insomnio, entre
otros malestares”.
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