El acorralado régimen de Hosni Mubarak advirtió de una intervención militar si las protestas prodemocráticas causan un estado de caos en Egipto, donde los manifestantes rodearon el miércoles el Parlamento y la sede del gobierno, al tiempo que incidentes en el sur dejaban cinco muertos.
El ministro de Relaciones Exteriores, Ahmed Abul Gheit, advirtió "que si hay caos, las fuerzas armadas intervendrán para controlar el país", en declaraciones al canal de televisión Al Arabiya citado por la agencia oficial egipcia MENA.
"Si eso ocurre (...), las fuerzas armadas se verán obligadas a defender la Constitución y la seguridad nacional de Egipto. Estaremos en una situación muy peligrosa", añadió.
El martes, el vicepresidente Omar Suleimán ya había advertido que un fin inmediato del régimen "significaría el caos".
Pese a todo, decenas de miles de personas volvieron a concentrarse el miércoles en la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro del estallido político-social, que la víspera fue teatro de la concentración más multitudinaria de dos semanas de movilización.
A poca distancia, cientos de manifestantes rodearon al Parlamento y la sede del gobierno, situados frente a frente. Los dos edificios fueron protegidos por militares y vehículos blindados, pero el consejo de ministros tuvo que celebrarse en otro lugar.
©AFP / patrick baz
También se registraron protestas en otros puntos del país. En la localidad de Asiut (sur) los manifestantes anti Mubarak bloquearon una vía férrea y cortaron con neumáticos quemados una carretera que conecta el norte y el sur del país.
También llegaron reportes de violentos incidentes en El Jargo, otra ciudad del sur, donde la policía dispersó el martes a balazos una protesta, hiriendo a un centenar de personas, cinco de las cuales murieron el miércoles, según el último balance de los servicios médicos.
Al enterarse de la muerte de los manifestantes, los habitantes enfurecidos incendiaron siete edificios oficiales, entre ellos dos comisarías, un tribunal y la sede local del PND, precisó el informe.
©AFP / Gustavo Izús
Varios movimientos sociales para reclamar mejores condiciones de trabajo o salariales surgieron al amparo de las protestas contra Mubarak. En los últimos dos días se señalaron manifestaciones en los arsenales de Puerto Said, a la entrada del canal de Suez, y en varias empresas privadas que operan en este eje estratégico del comercio mundial.
El régimen intentó todo tipo de respuestas para contener la ola de protestas: desde la represión a las concesiones políticas, pasando por la apuesta del desgaste.
Mubarak, de 82 años, en el poder desde 1981, prometió no volver a presentarse en las elecciones de septiembre y el vicepresidente Omar Suleimán abrió un diálogo con sectores de la oposición, que abarca desde grupos democráticos a los Hermanos Musulmanes. Pero todo eso no logró resquebrajar el frente político ni menguar la determinación de la calle, que sigue reclamando que el mandatario se vaya, ya.
También continuó el miércoles la presión internacional para que Egipto ponga en marcha una transición.
"Está claro que lo que el gobierno ha hecho por el momento no ha alcanzado aún el umbral mínimo para el pueblo egipcio", consideró desde Washington el portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs.
"El proceso de transición no parece estar en sintonía con el pueblo egipcio. Creemos que debe hacerse más", agregó, insistiendo sin embargo, en que Estados Unidos no dictará las reformas políticas en Egipto.
Poco después, en una entrevista a la cadena de televisión norteamericana PBS, el canciller egipcio acusó a Washington de intentar imponer su voluntad a Egipto exigiéndole reformas inmediatas.
La presencia en las protestas de los Hermanos Musulmanes --el grupo opositor más articulado-- causa cierto temor en capitales occidentales sobre el riesgo de que el movimiento sea recuperado por los islamistas.
Un dirigente de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, aseguró el miércoles que el objetivo de la cofradía no es, por el momento, la toma del poder.
"Los Hermanos Musulmanes no buscan el poder. No queremos participar por el momento (...). No queremos presentar un candidato a la presidencia" en las elecciones de septiembre, afirmó.
Por su parte, el nuevo ministro de Cultura egipcio, el intelectual Gaber Asfur, cuya entrada en el nuevo gobierno formado el pasado 31 de enero había sido criticada por los intelectuales egipcios, anunció a la AFP haber renunciado al cargo, aludiendo "motivos médicos".
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