“Amo lo que hago y no recibo nada a cambio”, expresó Silvia Carchietti, responsable este centro comunitario, ubicado en el barrio El Molino. “Queremos que los chicos del barrio con problemas de adicciones puedan salir de ellas y que sean útiles para la sociedad y que no los discriminen”, sostuvo.
Silvia Carchietti es la responsable del centro comunitario Honrar la Vida, enclavado en la zona más humilde de barrio El Molino, en Villa 9 de Julio, con los típicos rasgos de las regiones populosas y empobrecidas de los cordones periféricos de las grandes ciudades. Y también con las características imágenes de los barrios que intentan salir de la malaria y levantarse con voluntad. Perros callejeros y pastizales conviven con casas de material a medio hacer y con obras de mejoramiento en casi todas las esquinas.
Allí, más de cien chicos y chicas comparten tres veces por semana las actividades de los talleres de verano. El barrio tiene variadas problemáticas sociales, entre ellas las adicciones.
“No pretendo ser la protagonista, quiero ayuda para los adictos al igual que
Patricia, madre de un chico adicto, que me agradece el trabajo que hacemos y además
colabora muchísimo con nosotros. Amo lo
que hago y no recibo nada a cambio”, expresó Carchietti en referencia a la
actividad que sostiene día a día. “Queremos
que los chicos y chicas del barrio con problemas de adicciones puedan salir de
ellas y que sean útiles para la sociedad y que no sean discriminados”,
sostuvo.
Sobre los talleres de verano, expresó que se tratan de una “buena estrategia”
por parte del Ministerio de Desarrollo Social. “Acá hacen fútbol, vóley,
actividades prácticas, danza y teatro. A los profesores los trae el Ministerio,
que siempre nos ha ayudado”, aseveró Carchietti.
Los talleres funcionan lunes, miércoles y viernes durante la
manzana E, casa U de Bº El Molino. Alrededor de 120 niños y niñas concurren
habitualmente. “Hay muchos que ya están en edad de la escuela secundaria, por
ello estamos haciendo algunas gestiones para que puedan ingresar en alguna
escuela técnica”, explicó.
Es preciso señalar que en Bº S.E.O.C funciona un establecimiento de esas características,
aunque chocan siempre con la falta de vacantes.
“Hay dos casos de pequeños que tienen sus padres privados de la libertad y
estamos gestionando para que consigan un asiento en la Técnica 2”, reveló.
Sobre la institución que conduce, Carchietti señaló que funciona como merendero
desde hace ocho años. “El terreno es de nuestra propiedad y me gustaría que nos
sigan ayudando. A los chicos le damos
ayuda acá adentro así puedan estar ‘limpios’ afuera. Hay problemas de violencia
familiar, cada casa es un mundo, hay embarazos adolescentes y harían falta
charlas sobre orientación sexual”.
Patricia es una vecina comprometida con los problemas del barrio y como a la
mayoría, le afligen los problemas sociales que aquejan a El Molino,
principalmente las relacionadas con las adicciones a raíz de que su hijo mayor
padece este flagelo. Por ello, colabora brindándole apoyo a un grupo de 29
jóvenes adictos.
Entre otras cosas, solicitó la asistencia de un psicólogo para colaborar con su
tarea. “Tenemos un grupo de 29 chicos para ayudar; yo vivo con un plan, soy ama de casa y a veces hago trabajo
doméstico y no me alcanza, aún así compro materiales para que ellos trabajen”,
explicó. Sobre el abordaje de los chicos adictos dijo que es necesario empezar
por ellos y no con los padres. “Los
chicos luchan, quieren cambiar y a veces lo logran; me emociono cuando alguno
deja el ‘paco’ y recurren a mí, que soy sólo una simple vecina aunque algunos
me sienten como una mamá”, reveló. Agregó que “cando sufren alguna recaída
o les da convulsiones los llevo al CPPS o al hospital.
Tras asegurar que en el barrio hay 22
“transas” que distribuyen los estupefacientes afirmó que “lucho por los chicos,
quiero que recuperen la sonrisa, tengo tres hijos y uno cayó en el paco.
Felizmente se encaminó y me ayuda en esta tarea”.
Patricia calificó a los talleres de
verano como una iniciativa “fabulosa” y reiteró que sería fundamental
lograr el concurso de un psicólogo dos veces por semana y que les proporcionen
materiales para los talleres de carpintería.
Finalmente, manifestó que a los chicos les gustaría tener una experiencia en
radio “para que cuenten sus historias y se sientan capaces de hablar ante gente
que no conocen”.
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