Chicos de entre 6 y 14 años del Hogar Agrícola San Agustín, junto a sus madres y talleristas, participan de jornadas recreativas en La Rinconada. “Pintamos con crayones, con pinceles, jugamos al voley y al fútbol, pero lo que más me gusta es la pileta”, cuenta Roque, un chico de 9 años
En el proyecto, Jugamos y Aprendemos, del Hogar Agrícola San Agustín, que cuenta con el apoyo de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia, participan 30 niños y adolescentes de 6 a 14 años del Hogar, junto a los talleristas y las madres que acompañan a sus chicos.
Como durante todo el año, la institución que dirige Daniela Bravo continúa apostando fuertemente a la política de inclusión. Brindando espacios recreativos para niños en situación de vulnerabilidad.
De este modo, las tardes en los toboganes de la Rinconada, comienzan con música, deporte, teatro y dibujo. Pero el momento más esperado por los pequeños son las clases de natación. Donde además de practicar, juegan en los toboganes acuáticos.
Los profesores y coordinadores, destacan la importancia de continuar con los talleres durante las vacaciones y la posibilidad de integrar actividades recreativas y deportivas, para que los chicos disfruten de sus tardes de verano, se encuentren con sus amigos y compañeros.
Una tarea fundamental para que los niños puedan lograr una mejor integración en la sociedad. Desde estos pequeños lugares se trabaja con el único objetivo de brindar afecto y felicidad a personitas que la necesitan imperiosamente. Una tare ardua, necesaria, comprometida e imprescindible para formar jóvenes con expectativas de una futuro mejor.
Jugando en el agua
Los chicos y coordinadores juntos para la foto
Sebastián Ganzburg
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