Un estudio que se realizó en la Argentina y otros siete países latinoamericanos indica que la alergia nasal o rinitis alérgica es subdiagnosticada. Por este motivo, miles de personas conviven con esa patología sin recibir un tratamiento adecuado.
Los resultados del trabajo fueron publicados en la revista científica internacional Allergy and Asthma Proceedings y fue conducida por el doctor Hugo Neffen, del Hospital de Niños Orlando Alassia, en la ciudad de Santa Fe. Publicada por Agencia Cyta-Instituto Leloir.
Un significativo porcentaje de la población que sufre alergia nasal no ha sido diagnosticada por los médicos y por lo tanto no reciben un tratamiento adecuado que podría traerles alivio a los síntomas. Esta conclusión proviene de un estudio regional que se realizó en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Venezuela, cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Allergy and Asthma Proceedings.
“Para entender mejor cómo afectan las alergias nasales a la población de la región se realizaron entrevistas presenciales y telefónicas en 22 mil hogares de ocho países latinoamericanos. Los países donde más entrevistas se hicieron fueron Argentina, Brasil y México. Cada entrevista duraba en promedio media hora. En el caso de los niños las preguntas las respondían los padres”, señaló a la Agencia CyTA el doctor Hugo Neffen, coordinador del estudio, y médico de la Unidad de Medicina Respiratoria del Hospital de Niños Orlando Alassia en la ciudad argentina de Santa Fe.Y continuó: “De acuerdo con nuestro estudio se podría estimar que el 7 por ciento de la población padece alergias nasales, sin embargo, el Estudio Internacional para determinar la prevalencia de Asma y enfermedades alérgicas en la Infancia (ISAAC, según sus siglas en inglés) –en el que participan más de 100 países– indica que la prevalencia de alergias nasales en Latinoamérica tendría una cifra promedio del 25 por ciento en 2004, es decir, una cifra que es más de tres veces mayor”.
Según explicó Neffen, en la investigación que realizó con sus colegas los entrevistados que eran clasificados como alérgicos nasales eran aquellos que afirmaban que sus médicos les habían dado tal diagnóstico.”Nuestra investigación estimó una prevalencia de 7 por ciento de acuerdo con este criterio sin embargo era muy bajo si se comparaba con los resultados del estudio ISAAC que arrojaban una prevalencia promedio de 25 por ciento en Latinoamérica. Esta última cifra se corresponde más con la realidad de la prevalencia de la rinitis alérgica dado que el estudio ISAAC fue específicamente diseñado para determinar, a través de la presencia de los síntomas, cuántos riníticos hay en Latinoamérica”, afirmó el especialista.
¿Qué lectura se desprende frente a la diferencia de prevalencia de alergias nasales entre ambos estudios internacionales? El estudio dirigido por el doctor Neffen sugiere que un gran porcentaje de personas con alergias nasales no reciben atención médica, o si la recibe, el paciente no es informado de su diagnóstico. “La baja prevalencia que arrojó nuestro estudio refleja que la alergia nasal es una enfermedad subdiagnosticada y, consecuentemente, subtratada y ese es el mensaje clave. Uno podría profundizar y decir que es subestimada por los pacientes, subdiagnosticada por los médicos y consecuentemente subtratada porque la prevalencia real de rinitis está muy por encima de ese 7 por ciento”, afirmó el especialista.
Según indicó Neffen, los cuatro síntomas “capitales” de la alergia nasal son los estornudos, la secreción nasal, el prurito nasal y la congestión nasal que es el síntoma más importante y el que más molesta al paciente y afecta su calidad de vida. Asimismo, en más del 50 por ciento de los casos se presentan síntomas oculares asociados o llamadas rinoconjuntivitis.” Y agregó que la alergia nasal es la enfermedad respiratoria crónica más frecuente.
Conviven con la enfermedad
“Nuestro trabajo muestra que hay una subestimación del paciente que se acostumbra a vivir con la alergia nasal y no concurre al médico. A lo sumo va a la farmacia y pide un medicamento de venta libre para calmar los síntomas. Por otra parte, la investigación pone en evidencia el subdiagnóstico de la enfermedad. Desde el punto de vista del médico, todo el mundo tiene un estetóscopo para escuchar el pulmón, pero no todos tienen un espéculo nasal para mirar la nariz y ver si por ejemplo los pacientes tienen una rinitis alérgica (alergia nasal) u otro tipo de rinosinusopatía, en fin, hay una amplia tarea de educación de posgrado dirigida al amplio espectro de la medicina de atención primaria para lograr que se valorice la rinitis como un tema de salud publica, que si bien no es fatal, y no produce hospitalizaciones, sí afecta la calidad de vida”, subrayó Neffen.
La alergia nasal tiene un alto impacto laboral y escolar al provocar una disminución del rendimiento. “Una persona puede ver que su productividad decae el 33 por ciento por ejemplo. Los problemas respiratorios generan trastornos del sueño, un sueño no reparador. Por este motivo, durante el día quienes la padecen no logran concentrarse bien y suelen estar cansados”, explicó Neffen. Y continuó: “Es interesante que cuando uno compara los datos de adultos y niños –que surgieron del estudio- en el caso de los adultos que dicen tener alergia nasal el 42 por ciento señala que toman medicamentos autorecetados o productos de venta libre. En cambio en el caso de los niños esto se reduce al 25 por ciento, es decir, que los padres tienen más cuidado con los medicamentos que les administran a sus hijos. Lo indicado es consultar al médico y seguir tratamientos específicos y adecuados.”
Los estudios basados en entrevistas, como el publicado en Allergy and Asthma Proceedings, proveen información acerca de qué es lo que piensan los pacientes, qué piensan acerca de sus síntomas, cuáles son los síntomas mas molestos y cómo afectan su calidad de vida, entre otras variables. “La investigación que realizamos permitirá saber dónde focalizar los programas de posgrado para médicos a fin de atender el tema de la alergia nasal, ver cuál es el impacto en la calidad de vida porque esto habla de los costos directos e indirectos de la enfermedad y en este sentido se pude actuar con programas de salud basado en evidencia. Asimismo, como en toda enfermedad crónica, la educación es la piedra angular del tratamiento, por lo tanto la percepción que tienen el paciente de la enfermedad es fundamental para que uno pueda desarrollar programas educativos centrados en las necesidades de los pacientes y que no incluyan sólo el punto de vista de los médicos”, concluyó Neffen.
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