El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, casi saboreó este martes la libertad tras la decisión de un juez británico, pero deberá permanecer entre rejas hasta que se resuelva la apelación presentada por Suecia, país que reclama su extradición por presuntos delitos sexuales.
El australiano, de 39 años, levantó el pulgar en señal de victoria al escuchar el veredicto en el tribunal de primera instancia de Westminster, después de haber pasado una semana encerrrado en el penal londinense de Wandsworth.
Horas después, sin embargo, las partes fueron nuevamente convocadas por el juez Howard Riddle, y la abogada que representa al Estado sueco, Gemma Lindfield, anunció su intención de apelar la decisión de liberarlo.
El recurso será examinado en un plazo máximo de 48 horas.
Al final de una tarde maratónica, uno de los abogados de Assange, Mark Stephens, reaccionó con indignación diciendo que los suecos "claramente no van a escatimar recursos para mantener a Assange en la cárcel".
"Esto está convirtiéndose en un juicio espectáculo", agregó el abogado, que ha denunciado desde el principio las "motivaciones políticas" de la persecución de su cliente, cuya página web difunde desde finales de noviembre miles de documentos confidenciales de la diplomacia estadounidense.
©AFP / leon neal
Stephens indicó sin embargo que su cliente, vestido con el mismo traje azul marino que la semana pasada, estaba sin embargo "flemático".
En contrapartida de la liberación, el juez Riddle estableció como condiciones el pago de una fianza de 240.000 libras (380.000 dólares, 285.000 euros) -200.000 de las cuales en metálico-, el uso de un brazalete electrónico y el cumplimiento de un toque de queda.
El juez se declaró satisfecho por las condiciones "en lo relativo al riesgo de fuga", motivo por el que una semana atrás le había negado la libertad.
Stephens había anunciado esta mañana en la cadena de televisión Sky News el argumento que iban a esgrimir: "Es tal vez la persona más identificable que hay en este momento, sería difícil para él ir a algún lugar sin que le reconozcan".
El juez decidió que si Assange es liberado deberá residir en una propiedad de Vaughan Smith, su amigo y presidente del Frontline Club, el club de periodistas de Londres donde WikiLeaks tiene establecido desde hace semanas su cuartel general, en Suffolk (este de Inglaterra).
La decisión fue recibida con gritos de alegría por las varias decenas de partidarios de Assange que se congregaron ante el tribunal.
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"Estamos a punto de ver anulada una gran injusticia", dijo el periodista y cineasta australiano John Pilger, uno de los más activos defensores de Assange y de WikiLeaks, durante la espera de un eventual recurso de Suecia.
Los abogados denunciaron también en ese momento las dificultades para reunir las 200.000 libras en metálico que deben entregar al tribunal, pero otra abogada de Assange, Jennifer Robinson, dijo a última hora de la tarde que la suma estaría disponible el miércoles.
Assange está en el ojo del huracán desde el inicio de la publicación, el 28 de noviembre, de 250.000 cables procedentes de embajadas norteamericanas en casi todo el mundo, que han puesto al desnudo la política exterior de Estados Unidos y provocado una indignación creciente en ese país.
El equipo defensor de Assange, reforzado con el reputado jurista anglo-australiano especializado en derechos humanos Geoffrey Robertson, considera que su extradición a Suecia sería sólo una etapa antes de su entrega a Estados Unidos.
La administración de Barack Obama anunció varias veces en las últimas semanas su intención de investigar si se pueden formular cargos contra Assange.
Según un sondeo ABC News/Washington Post difundido este martes, dos de cada tres estadounidenses quieren llevar ante la justicia a Assange por considerar que la divulgación de los cables "daña el interés público".
En una breve declaración dictada desde la cárcel a su madre, Christine, para que la hiciera llegar a la cadena australiana Channel 7, Assange criticó a las empresas estadounidenses Visa, MasterCard y PayPal por haber bloqueado los pagos hacia su portal.
"Ahora sabemos que Visa, Mastercard y PayPal son instrumentos de la política extranjera de Estados Unidos. Es algo que ignorábamos", dijo Assange.
A pesar de todo, se declaró "determinado" a continuar el trabajo que comenzó desde la fundación en 2006 del portal especializado en la filtración de documentos secretos.
"Mis convicciones no vacilan. Me mantengo fiel a los ideales que he expresado", dijo Assange. "Si algo ha hecho este proceso, ha sido aumentar mi determinación de que (estos ideales) son verdaderos y correctos", insistió.
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