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10/12/2010 - Ciencia

Inauguran en la Argentina tecnología de primer nivel para el estudio de proteínas

El Instituto Leloir inauguró la más avanzada Unidad de Resonancia Magnética Nuclear Bioestructural del país. Además de visualizar la estructural tridimensional de proteínas, servirá para estudiar estas moléculas mientras ejercen su función. Esta nueva tecnología tendrá diferentes aplicaciones, entre ellas, en la mejor comprensión de las bases moleculares de diferentes enfermedades y el diseño de fármacos.

 La inauguración es fruto de un esfuerzo público y privado de gran envergadura en el que participaron el Estado Nacional a través del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la Fundación Bunge y Born y el Instituto Leloir.

El Instituto Leloir acaba de inaugurar la primera Unidad de Resonancia Magnética Nuclear Bioestructural (RMNB) que funciona en Buenos Aires, la más avanzada de la Argentina. Se empleará para estudiar la estructura y la función de proteínas que están presentes en todos los procesos biológicos.

La inauguración corona un esfuerzo público y privado de gran envergadura. Significó el desembolso de alrededor de un millón de dólares, pero también un trabajo de “ingeniería de gestión”. Para lograr poner en marcha la unidad de RMNB debió realizarse una obra de infraestructura especial para contener al equipo (que se inició hacia fines de 2008), se licitó su compra, (el equipo tiene partes fabricadas en Alemania, Suiza y otros países) y se trajo al país a especialistas calificados en el manejo de esa nueva tecnología. Se trata de los argentinos y Mariana Gallo y Daniel Cícero, este último integrante desde 2001 del laboratorio de resonancia magnética nuclear de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Roma.

En el proyecto trabajaron de manera coordinada el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (que aportó fondos para la compra del equipo y la repatriación de Cícero y Gallo), la Fundación Bunge y Born (contribuyó con la compra del equipo valuado en  más de un millón de dólares) y el Instituto Leloir (a cargo de la obra civil y el alojamiento de la unidad en su predio, además de proveer lo necesario para el funcionamiento del nuevo laboratorio). El CONICET, a su vez, incorporó a ambos profesionales a la carrera de investigador.

“La técnica de la cristalografía permite estudiar con detalle la estructura de las proteínas que están ‘congeladas’ en un cristal, sin embargo mediante el empleo de un equipo de Resonancia Magnética Nuclear podemos observar no sólo la estructura tridimensional de las proteínas  sino que también visualizarlas en pleno movimiento en el momento en que ejercen su función”, explicó Cicero. Y agregó: “El estudio de las proteínas es de gran relevancia ya que en todos los procesos biológicos -ya sea la vida de un virus, o el desarrollo de una enfermedad, o las funciones de un organismo sano- intervienen las proteínas, moléculas que ejercen múltiples funciones. El equipo tendrá diferentes aplicaciones, entre ellas, una mejor comprensión de las bases moleculares de diferentes enfermedades y el diseño de fármacos,” señaló el especialista, quien lo largo de su carrera ha publicado cerca de 80 trabajos científicos en prestigiosas revistas internacionales.

En el país hay dos equipos similares, uno en el Instituto de Biología de Rosario (IBR), que se emplea exclusivamente en la zona de influencia y cuya demanda se halla superada, y otro en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, pero de menor resolución.  “La máquina de Rosario fue adquirida hace algunos años atrás. El nuevo equipo que ya tenemos instalado incorpora una tecnología denominada Criosonda, que lo hace cuatro veces más sensible, con lo que se convierte en el instrumento de este tipo de mayor sensibilidad en el país”, destacó Cicero. 

¿Para que se va a usar?  Los primeros trabajos se llevarán a cabo en las siguientes áreas: estudio de los virus del dengue y del papiloma humano,  de la función y de la estructura de la pared de bacterias y de factores de virulencia en brucelosis, entre muchas otras líneas de investigación.

“Además de la colaboración con otros grupos de investigación del Instituto Leloir, en nuestro laboratorio tenemos dos líneas de investigación propias. Una tiene que ver con una proteína del virus de la hepatitis C, que constituye un blanco de desarrollo de drogas para combatir esa enfermedad para la que no hay aún antivirales muy específicos. En este proyecto, estudiamos la interacción entre esa proteína e inhibidores desarrollados por la industria farmacéutica para comprender cómo es que se unen y entender también cómo se modifican cuando entran en contacto. El objetivo es dar esta información a la industria farmacéutica para que pueda desarrollar drogas más efectivas.”

La otra investigación está más vinculada con aplicaciones biotecnológicas.”Estamos haciendo un proyecto en conjunto con la empresa Biosidus, con la Dirección Nacional del Antártico, y con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. La idea es utilizar una bacteria de la Antártida – la Bizionia argentinensis-, cuyo genoma fue decodificada hace muy poco por científicos argentinos y estudiarla con el equipo de resonancia magnética nuclear. La idea es descubrir proteínas que puedan tener interés biotecnológico en muchas aplicaciones, por ejemplo en detergentes, en tratamiento de leches y en tratamientos textiles, entre muchas otras aplicaciones”, señaló Cicero. Y agregó: “Si se identifican proteínas de este tipo, que puedan trabajar a bajas temperaturas porque son desarrolladas por un organismo que vive a bajas temperaturas, se obtendrían muchas ventajas dado que el desarrollo de procesos industriales a bajas temperaturas permitiría el ahorro de grandes cantidades de energía, entre muchos otros beneficios.” 

Otras líneas de investigación

El laboratorio dirigido por el doctor Cicero servirá de nexo con diferentes líneas de investigación de grupos de investigación del Instituto Leloir. “Hay líneas de trabajo del doctor Gonzalo de Prat Gay con proteínas virales asociadas al virus del papiloma, y de otros virus, y también estamos empezando una línea de investigación con el doctor Goldbaum, en este caso aplicada a proteínas de bacterias que tienen que ver con la brucelosis”, puntualizó el investigador del CONICET. Y continuó: “Un gran porcentaje de grupos del Instituto Leloir van a usar esta herramienta para entender diversos procesos. Este equipo también está pensado para investigaciones externas. La idea es reservar un mayor porcentaje del tiempo para las líneas de investigación  internas, y en el futuro, y a través de la expansión, incorporar una segunda máquina y extender aún más la colaboración con otras instituciones.  El trabajo con Biosidus es ya una colaboración externa con la industria.”

Además de esas tareas, Cícero y Gallo dictarán cursos sobre el empleo de RMNB con el objeto de generar una escuela local en la especialidad.

Según indicó el especialista, en la actualidad se está creando una red del Mercosur de Biología Estructural de la que forma parte el Instituto Leloir, el Instituto de Biología de Rosario,  la facultad de Ciencias Exactas y naturales de la UBA y el Instituto Pasteur de Uruguay, entre otros organismos.  “Estamos experimentando un crecimiento de la biología estructural que ha sido un área de vacancia por muchos años en el país debido a la falta de inversión”. Si bien es cierto que los equipos de resonancia magnética nuclear requieren una inversión importante, también lo es que deben ser empleados por especialistas, con lo que su puesta en marcha significa también una apuesta a la formación de recursos humanos altamente calificados.

Esfuerzo conjunto

Participaron de la inauguración el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva,  el doctor Lino Barañao, el presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el doctor Armando Bertranou, el vicepresidente de la Fundación Bunge y Born, Alejandro de La Tour d´Auvergne, el director ejecutivo, Ludovico Videla y la directora de Proyectos Asunción Zumárraga. La Fundación Bunge y Born es una organización sin fines de lucro nacida en 1963, que tiene entre sus objetivos la promoción de la investigación científica.

“Hoy –justo a 25 años de haber inaugurado el edificio en el que funciona nuestro Instituto-  inauguramos el equipo más costoso y sofisticado en la historia de esta institución y en este sentido es muy bueno contar con la presencia del ministro Lino Barañao y de los directivos de la Fundación Bunge y Born”, dijo en el acto de inauguración el presidente del Instituto Leloir, doctor Armando Parodi.

Por su parte el director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, Ludovico Videla, expresó: “Estamos muy orgullosos de los logros del Instituto Leloir, y este logro –el logro de hoy- es un logro que sentimos como propio y por eso hacemos votos para que este derrotero de éxitos y de tarea fecunda continúe y que podamos seguir apoyándolos desde nuestra Fundación en futuros proyectos”.

Sobre el cierre del acto de inauguración, el ministro Barañao resaltó que  “tenemos que velar porque la creación de conocimiento este acoplada  a la creación de riqueza, entendida no como lucro indebido que es la acepción mas frecuente que tiene el argentino, sino como prosperidad, como generación de puestos de trabajo dignos y bien remunerados, como una actividad que promueve la inclusión social sobre una nueva base”.

“Me parece que además de lo que estamos haciendo a nivel de gobierno, lo que están haciendo instituciones como el Instituto Leloir es altamente relevante porque están instalando dentro de la propia institución este vaso comunicante entre la creación del conocimiento y la potencial aplicación que para nosotros es un caso emblemático que queremos que se reproduzca y que es esencial para que estas políticas que creemos que son trascendentales e innovadoras realmente tengan éxito en el sentido de demostrar que en la Argentina la ciencia y la tecnología también pueden ser un motor de desarrollo económico social y mejorar la calidad de la vida de la población”, concluyó Barañao.

 


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