El hecho trascendió en el barrio de Versalles de la provincia de Buenos Aires, después de que Mariela y Darío reciban a su primera hija a mediados de 2008. Detrás de varios intentos y la inacabable espera de los nueve meses de gestación, recibieron en ese domicilio a su beba y, casi de manera inmediata, comenzaron a ser victimas de sucesos paranormales.
Según lo explica Manuel Acuña, cura y párroco de confianza de la pareja, el espíritu de un bebé fallecido en ese mismo lugar, padecía de “celos”.
Por esto, la familia presenciaba hechos aterrorizantes, como una seguidilla de relampagueo de luces, el encender y el apagar del televisor sin que nadie lo tocase; o el oír pasos estruendosos y risas espeluznantes aún sin haber más nadie que ellos en el domicilio o alrededores.
Según pudieron investigar, en esa vivienda, 20 años atrás, una criatura falleció de muerte súbita. “La pareja me llamó para conseguir que el bebé siga su camino, y despedirlo como debió haberse hecho apenas falleció” explicó el religioso que añadió que “es más común de lo que se puede pensar”.
Asimismo, Acuña reveló que la mamá de la beba tuvo “un alerta espiritual mediante sueños muy extraños, que en rigor fueron mensajes que le brindó Dios para avisarle que debía recurrir a una sanación de su casa, y que el espíritu celoso se marche en paz”, a los que habría desoído.
“Se trataba de una pareja muy sana, de trabajadores, que no estaban enemistados con nadie. Indagamos en su pasado, como así también en hechos familiares, pero no surgía ningún elemento que lo uniera con los fenómenos que ocurrían en el hogar”, dijo el sacerdote que, además, relató que los sucesos extraños comenzaron ni bien llegó la nueva integrante de la familia: “Fue inmediato, y se extendió por unos cuatro meses, sin parar. Hasta que intervenimos nosotros y pudimos darles una solución que consistió en bendecir la casa, realizar una misa en el propio lugar, proteger a la beba y realizar oraciones específicas para almas en pena”.
“Teníamos alguna sospecha concreta de que el detonante del problema había sido la llegada de la beba al hogar, pero recién cuando obtuvimos el dato de la criatura fallecida nos dimos cuenta que se trataba de un típico caso de alma que no puede soportar la frustración de no haber podido experimentar el milagro de la vida”, señaló el cura, añadiendo que “como no pudo llevar adelante el objetivo de su encarnación, se manifestaba con bronca en el hogar”.
El método religioso, según explicó en sacerdote, se basó en “proteger la cuna de la beba recién llegada, para que el espíritu no se manifieste en su contra, y encargar su cuidado a un ángel de la guarda. Luego, empezamos a trabajar en despedir el espíritu atrapado en esa casa, donde sufría de celos por no poder disfrutar de caricias, en definitiva, de tanto amor”.
“Se acercó una persona y nos contó que la criatura no había llegado a ser bautizada antes de su fallecimiento repentino. Esa información fue importantísima y pudimos cerrar el círculo, ya que entendimos que su alma estaba atrapada en este mundo, así que lo que hicimos fue liberarla”, culminó.
Fuente: Diario Veloz
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