Irlanda pidió una ayuda financiera internacional por valor de decenas de miles de millones de euros para hacer frente a la crisis de la deuda de su sector bancario, que recibió este domingo el respaldo de la Unión Europea (UE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Dos fuentes diplomáticas dijeron a la AFP en Bruselas que el monto de la ayuda podría elevarse a entre 80.000 y 90.000 millones de euros (110.000 y 123.000 millones de dólares).
En una rueda de prensa celebrada a última hora en Dublín, el primer ministro irlándés Brian Cowen confirmó que "el gobierno ha hecho una solicitud a la Unión Europea y que han aceptado".
El líder irlandés no precisó el monto exacto de la ayuda solicitada, pero anunció que el tan celosamente defendido impuesto de sociedades irlandés, que con una tasa de 12,5% es uno de los más bajos del mundo, no será modificado.
El plan internacional busca "respaldar la reestructuración" y "restaurar la viabilidad a largo plazo" del sistema bancario irlandés, según el gobierno.
"Los bancos irlandeses van a ser más pequeños", dijo Cowen, quien precisó que será necesario llevar a cabo "pruebas de resistencia" antes de saber "si es necesaria una recapitalización".
El ministro de Finanzas, Brian Lenihan, que compareció con Cowen ante la prensa, habló por su parte de la posibilidad de vender "activos no esenciales" para equilibrar la cuentas de los bancos.
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El ministro belga de Finanzas, Didier Reynders, cuyo país preside este semestre la UE, había confirmado poco antes en Bruselas un acuerdo alcanzado por los ministros europeos para respaldar a Irlanda y precisó que la ayuda sería de "menos de 100.000 millones de euros" (137.000 dólares).
Eso representaría menos que el préstamo de 110.000 millones de euros a tres años que hace seis meses recibió Grecia, el primer país rescatado de la UE, para refinanciar su deuda.
En este caso la ayuda estará destinada a los bancos, en los que el gobierno inyectó ya unos 50.000 millones de euros (69.000 millones de dólares), lo que llevó su déficit público hasta el 32% del PIB esperado este año.
En una declaración oficial, los ministros europeos de Finanzas consideraron que la ayuda a Irlanda está "justificada" para "salvaguardar la estabilidad financiera en la UE y la zona euro". Empleando los mismos términos, el Banco Central Europeo (BCE) saludó el pedido formulado por Dublín.
El FMI también se declaró "listo para sumarse" al programa de ayuda a Irlanda con un préstamo a varios años.
La ayuda será financiada mediante tres mecanismos: uno, por el que el presupuesto de la UE garantizará préstamos de hasta 60.000 millones de euros, otro, en el que el garante será el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, con una capacidad de hasta 440.000 millones de euros, y en el que participan los países de la zona euro y otros Estados europeos no integrantes del bloque, y por último por el FMI.
©AFP / daniel roland
El objetivo prioritario de la UE es evitar un contagio a otros países frágiles de la eurozona, como Portugal o España, altamente endeudados.
La dimensión internacional que ha tomado esta crisis quedó patente en las conversaciones que mantuvieron también este domingo los ministros de Finanzas del G7 (EEUU, Japón, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia).
La treintena de expertos de la Comisión Europea, del BCE y del FMI que discutían desde el jueves en Dublín con las autoridades irlandesas las modalidades técnicas de esta ayuda, van a tener ahora que discutir los detalles.
Según el ministro irlandés de Finanzas, esto podría tardar "varias semanas".
A cambio del rescate, la UE exigirá a Irlanda que "reestructure" su sistema bancario y otros esfuerzos presupuestarios.
El gobierno debe anunciar a principios de semana su plan de rigor cuatrienal que busca ahorrar 15.000 millones de euros, es decir casi el 10% del conjunto del Producto Interior Bruto (PIB) irlandés.
El plan irlandés tiene como meta reducir el déficit público al 3% en 2014.
Las nuevas medidas de austeridad, que suceden a otros planes de ahorro ya drásticos anunciados desde 2008, deberían acelerar la reducción de las plantillas de funcionarios y aumentar los recortes de las prestaciones sociales, e incluso afectarían el salario mínimo.
Esto provocará "desórdenes sociales", predijo Eamon Devoy, responsable del TEEU, segundo sindicato industrial, que llamó a una campaña de "desobediencia civil". Para el próximo sábado está programada una manifestación, que los sindicatos anuncian "masiva".
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