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La holandesa que se unió a las FARC no quiere que la liberen

No hay marcha atrás para la holandesa Tanja Nijmeijer, única europea de las FARC: "Soy una guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y seguiré siendo guerrillera hasta vencer o morir", dice con convicción en una entrevista grabada en agosto en las entrañas de la serranía de La Macarena, en el corazón del conflicto colombiano. Sonriente, vestida de uniforme militar y con una metralleta al hombro, reta a quienes crean que está allí contra su voluntad a que vayan a rescatarla: "Les recibiremos con AK47(ametralladoras), minas, morteros...", afirma en perfecto castellano.

Los vídeos, publicados esta semana por el canal internacional de la radio pública de Holanda, (RNW) han conmocionado al país. Primero, porque dan fe de que la joven, de 32 años, vive; o al menos vivía este verano.

También porque la mayoría de los holandeses, incluso después de escuchar sus explicaciones en primera persona, sigue sin entender por qué esta joven licenciada cambió hace ocho años la promesa de una vida tranquila y acomodada en su país natal por la lucha armada en la lejana Colombia.

El gobierno de Álvaro Uribe se marcó un buen tanto propagandístico en el 2007 al difundir los diarios personales que la guerrillera dejó atrás cuando huía de una operación del ejército. Las FARC pudieron hacerle pagar caro el descuido, obligándola a cortar todo contacto con su familia. En algunos pasajes, Tanja confesaba su desilusión con la causa, criticaba la forma de actuar de sus jefes y se interrogaba sobre si tomó la decisión correcta al dejarlo todo por las FARC.

En los vídeos difundidos estos días no hay ni rastro de esas dudas. Al contrario. Se diría si acaso que Tanja se toma con gusto la revancha al devolver el golpe propagandístico al gobierno colombiano. La decisión de la cadena de radio de difundir su testimonio no ha estado exenta de polémica; la dirección de la emisora holandesa se ha visto obligada a recordar que siempre ha condenado el carácter terrorista de las FARC y a aclarar que no les ha pagado por contactar con Tanja.

La entrevistó durante tres días y medio el periodista colombiano Jorge Enrique Botero, que afirma que ha tenido contacto con ella después del ataque del ejército colombiano que, en septiembre, costó la vida al sanguinario Mono Jojoy. Se cree que la holandesa, políglota y con conocimientos de informática, trabajaba como asistente personal del ex número dos de las FARC. Botero sostiene que, a pesar de la cargada atmósfera guerrillera en la que transcurrió la entrevista, Tanja no habló coaccionada, sino "con total libertad y con el corazón abierto".

A petición del entrevistador, en algunos momentos Tanja se expresa en holandés no sin dificultades y con un leve acento colombiano que no ha pasado desapercibido. Explica cómo, tras estudiar Letras Hispánicas en la Universidad de Groninga, viajó a Colombia para hacer unas prácticas. "Entonces no tenía ni idea de la guerra ni de las desigualdades sociales que hay aquí, en Colombia. Al venir, me conciencié".

Volvió a su país y trabajó como activista política hasta que entendió que la revolución no se haría en Holanda. De regreso a Colombia, un amigo la ayudó a convertirse en miliciana en Bogotá (se sospecha que colocó bombas en un autobús y un supermercado). Luego se internó en la selva.

"Como cualquier otro guerrillero", dice, siente nostalgia de su familia, y de su país, en su caso, sobre todo cuando oye el himno holandés en las emisiones de RNW.

En uno de los vídeos, Tanja canta para su familia Dont't cry for me, Argentina. La canción puede tener un significado especial para su madre, Hanny, quien no ha dejado de buscarla. Dice que no comparte el idealismo de su hija, pero hace unos meses viajó a Colombia para tratar de encontrarla y animarla a desertar. Según dijo entonces, prefiere morir de una bala perdida en la selva colombiana antes que en la cocina de su casa en Holanda.