El deporte es un ámbito en el que Dios también juega un papel importante. Así lo deja caer Daniel Pighín, al mirar su experiencia de 14 años como jugador profesional de fútbol. Jugó en primera división en Colón de Santa Fe; Gimnasia y Esgrima de La Plata; Atlas, de México; Rosario Central y Estudiantes de La Plata.
Está casado con Marisa desde hace 20 años y tiene tres hijos: Sebastián, Santiago y Ana Clara. Desde hace años, cuando metía goles en primera división, Daniel es supernumerario del Opus Dei.
En esta entrevista, Daniel nos cuenta anécdotas e impresiones de cómo Dios está en la cancha, en los entrenamientos, dando motivación y sentido al esfuerzo y haciéndose presente en la amistad.
¿Cómo es el ambiente del fútbol?
En el ambiente del fútbol hay de todo, como en todos los ambientes. Recuerdo a un compañero, que hoy en día trabaja como director técnico de un equipo de fútbol, al que invité a una meditación que daba un sacerdote del Opus Dei y que luego terminó confesándose con el sacerdote. Me agradeció mucho que lo hubiera invitado. “Me saqué como un camión”, fue lo que me dijo luego.
¿De tu época de jugador recordás alguna anécdota apostólica, de acercar a Dios a tus colegas?
Sí, como es lógico todo empieza con la amistad. En las concentraciones que hacemos antes de un partido uno comparte la habitación con alguno de los compañeros de equipo. Se da la perfecta oportunidad para hablar de Dios o recomendar algún libro. En cierta ocasión recuerdo que le di a un compañero “Camino” o “Amigos de Dios”, de San Josemaría. Más tarde, en una entrevista que le hicieron le preguntaron por un libro de su preferencia y él mencionó, justamente, el que le había dado.
En otra ocasión, cuando jugaba en Estudiantes de la Plata, estábamos por irnos al descenso. Les propuse a mis compañeros de equipo que un sacerdote amigo podía celebrar una misa pidiendo por que no descendiéramos. No faltó ni uno. A pesar de que no logramos eludir el descenso, pienso que fue de gran provecho para todos.
Recuerdo también que antes de un partido Estudiantes contra River, un partido importante que iba a ser televisado, el equipo entró en concentración. Compartía la habitación con un compañero más joven, de unos 22 años. Aproveché la situación para hablarle de acercarse más a Dios. Luego de un tiempo, cuando mi compañero regresaba de unos días de haber estado con su familia, el ómnibus en el que retornaba dio un vuelco y murió. Cuando fui a su velorio me encontré con su esposa y cuando me vio me agradeció mucho que le hubiera hablado de Dios; me dijo que él se lo había contado. Si no le hubiera hablado en aquella concentración, nunca más habría tenido la oportunidad. Eso me hizo ver que hay muchas cosas que Dios pone en nuestras manos y depende de nosotros el que las pongamos en marcha.
En otro momento, cuando estaba jugando en México, solía hacer romerías(ir caminando a rezar el Rosario a un santuario de la Virgen) con mis compañeros de equipo y asistíamos a charlas de formación espiritual. Entre ellos estaba el arquero del plantel, que terminó siendo el mejor de la temporada y fue posteriormente convocado a la selección uruguaya.
¿Cómo buscar la santidad en el deporte?
Se trata de ser muy buen profesional, romperse por hacer las cosas bien y contar con Dios. Ser profesional en el entrenamiento, ser buen compañero, pelear por los derechos que uno tiene como jugador, transpirar hasta la última gota y alentar a los otros, jugar un partido a morir, a ganar. Ese es mi trabajo: dar todo.
En fin, hacer muy bien tus cosas sabiendo que, en definitiva, el éxito está en dar lo mejor de uno aunque el resultado pueda ser adverso. Por ejemplo, cuando jugaba, mi puesto era el de volante central; iba fuerte porque esa era mi función, y lo hacía con tranquilidad y paz. No regalaba nada al rival, pero siempre con buena intención.
¿En qué se advierte el espíritu deportivo?
La deportividad está en intentar una y otra vez, seguir adelante, no desalentarse, dar vuelta el partido. Hay que hacer todo lo que se puede, y lo demás dejarlo en manos de Dios. Para esto es necesario tener más visión sobrenatural, más presencia de Dios, sentirnos sus hijos y apostar por la esperanza. Necesitamos una fe gorda que pese hasta en los bolsillos y que golpee cuando uno habla.
¿Qué virtudes requiere el deporte?
El deporte es un generador de virtudes. Virtudes como la amistad, el espíritu de sacrificio, la sinceridad, la alegría, la generosidad, la honestidad, la fe… Si uno quiere ejercitar la fe, podemos encontrarla en cada minuto. Hay cosas en el fútbol que salen porque uno sabe cómo hacerlas. Hay otras que salen porque Dios quiere que salgan. Por ejemplo, sucede cuando das un pase que de pronto le llega a un jugador distinto del que habías pensado al principio y finalmente la jugada termina en un gol. A veces uno se da cuenta que hubo mucha ayuda de arriba.
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