La megadevaluación de 2002 y el cambio en el modelo económico, por un lado, y la fuerte demanda global de las commodities que produce nuestro país modificaron drásticamente un mapa salarial que se volvió muy desigual. Las profesiones vinculadas a minería, sistemas, energía, banca y finanzas, pesca y transporte encabezan ahora el ranking de salarios promedio, según un estudio de la Universidad de Belgrano
Hay profesiones, como las de cirujanos y anestesistas, muy bien pagas, aunque otras actividades de la salud disminuyen el promedio. Los sueldos varían también según las provincias.
Un informe publicado por el diario Perfil sobre los datos de la mencionada universidad, dio cuenta que el ranking de actividades mejores pagas está encabezado por la minería, con sueldos de más de 13 mil pesos en promedio en 2009, debido a las características de la industria: adicionales por actividad peligrosa, desarraigo e incentivos para atraer a una mano de obra que de alguna otra manera no iría a trabajar a destinos como Santa Cruz o San Juan. Los salarios corresponden no sólo a los que trabajan en las minas, sino también a los administrativos, ingenieros, expertos en explosiones y hasta analistas de comunicación, cuyos sueldos suelen ser superiores al promedio.
Los ingenieros en sistemas y otros profesionales de la informática le siguen en importancia, con salarios cercanos a los 9 mil pesos, “debido a la alta demanda”, explica el CENE. Aquí se incluyen también profesionales con alto nivel de especialización, como anestesistas y cirujanos. Según el ranking, estos profesionales son los únicos que aparecen en las primeras posiciones junto con los relacionados con la banca y las finanzas, que aparecen con haberes promedio de 7.874 pesos. El sector, que había sido estrella en los noventa, hoy ocupa el cuarto lugar.
En 2009 la banca y las finanzas fueron desplazadas en el tercer puesto por las actividades relacionadas con la energía, como electricidad, gas, agua y petróleo, con sueldos de 8.569 pesos en promedio. En quinto lugar está la pesca, con 6.386 pesos de sueldo promedio, y luego transporte, que con el impulso de los camioneros y pilotos cobran 5.293 pesos de media.
Según la encuesta, si se excluye del ranking a las personas con cargos ejecutivos de las empresas y a los empleados públicos (por tener dinámicas laborales diferentes), detrás del rubro “transporte, almacenamiento y comunicaciones” –en el sexto lugar– se encuentran las siguientes actividades: “Industria manufacturera” (en el séptimo lugar con sueldos de 4.958 pesos en promedio), “servicios sociales y de salud” (3.536 pesos), “actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler” (3.482 pesos) y “comercio”, en el décimo lugar, con salarios de 3.428 pesos de media el año pasado.
Según el Ministerio, sin embargo, nueve de los diez sindicatos con mayores aumentos entre 2001 y 2008 han sido los que han visto un resurgir desde la crisis: construcción (aumento de 639 por ciento), químicos (631 por ciento), alimentación (552 por ciento) y textiles (542 por ciento). Le siguen los gremios de maestranza, plásticos, cuero, gastronómicos y gráficos, que multiplicaron por 4 el salario promedio. En el otro extremo aparecen los telefónicos, la administración pública, encargados de edificios y comercio, que habían sido fuertes durante los 90.
Otra sorpresa de los datos que surgen de la Universidad de Belgrano es la enorme disparidad de los salarios promedio según las provincias argentinas. Según ese ranking, Santa Cruz tiene los mejores sueldos del país, con salarios medios de 5.426 pesos, seguida por otros estados patagónicos: Chubut, Tierra del Fuego y Neuquén. En el otro extremo aparece Santiago del Estero, con sueldos de 1.870 pesos en promedio, y sus aledañas Tucumán, Chaco, Formosa y Misiones.
Lejos en el tiempo quedó el acaudalado porvenir que, inexorable y previsible, llegaba a los jóvenes argentinos al estudiar abogacía, medicina o ingeniería a mediados del siglo pasado. Seguirá vigente el sueño del hijo profesional, pero el futuro próspero y auspicioso ya no viene en el mismo pack. Es que ser médico, abogado o contador ya no es negocio de por sí en Argentina.
El buen pasar económico en sectores como la abogacía y la medicina “se correspondía con una etapa en que las profesiones liberales eran relevantes y en cierto modo predominantes; pero hoy la globalización implica también una generalización de las relaciones capitalistas que en lo concreto implican que el vínculo asalariado recobra su preeminencia”, opinó el licenciado Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Cepded) de la Universidad de Buenos Aires.
El cambio del neoliberalismo al modelo neokeynesiano, explican los especialistas, ha llevado a la ruina a otras profesiones, en especial las vinculadas al sector financiero. “Es el cambio más significativo, era la actividad estrella en los años 90; el gerente financiero era normalmente el mejor remunerado en la empresa y, del mismo modo, los salarios en la actividad financiera tenían un premio sobre el resto de las actividades”, recordó el profesor Beker; “pero esto cambió con la crisis de 2001/2002, cuando el peso específico y el tamaño del sector financiero se redujo y, con ello, las remuneraciones vinculadas al mismo”, explicó.
El porqué. Para los investigadores del mundo del trabajo no es impredecible la dinámica del empleo.
En ese sentido, Beker sostiene que “recuperaron posiciones (en el ranking) las ocupaciones directamente vinculadas con la producción, las ingenieriles en particular, así como las de la industria de la construcción”, mientras que la devaluación redujo el valor de los salarios en dólares, “lo cual facilitó la expansión de actividades intensivas en trabajo”, tal el caso de las referidas a la tecnología de la información.
Lindenboim, del centro de estudios de la UBA, opina en cambio que si bien “hay parte de verdad y parte de mitología” en cuanto a la relevancia histórica de la industria, “la verdad, a mi juicio, viene por el lado de la posibilidad de influir sobre el conjunto de la vida económica, social y aun política”, aunque, asegura, “el mito cae en cuanto vemos que ni en términos de producto ni en términos de empleo la industria nunca generó más que un cuarto del empleo”, finalizó.
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