Las últimas lluvias que trajeron alivio ante tanta tierra logró que Tucumán se convierta en una postal verde y con muchas flores. El parque 9 de Julio se llenó de colores fuertes, cálidos. El cielo volvió a ser celestes. Juntos con el olor a azahares configuran una sensación maravillosa. Galería de Imágenes
Parece magia, pero cada vez que llueve en Tucumán, luego de un tiempo considerable de sequía, el paisaje cambia rotundamente su apariencia. Después de la lluvia del fin de semana la ciudad amaneció verde, florida, con el cielo celeste y acompañada de una tenue brisa primaveral. Una postal bellísima que invita a deleitarse en los principales paseos públicos.
El parque 9 de julio es una verdadera oda a la belleza. El césped pasó de un amarillo pálido, opaco a un verde intenso y acogedor. La tierra volvió a tener ese matiz negro. Los árboles adelantaron la floración y algunos comenzaron a regalarnos suaves sensaciones. Como esos algodones blancos, delicados. O esas florcitas rosadas y rojas. Amarillas en otros casos.
Un lugar para el esparcimiento, que devuelve con tanta sencillez las ganas de ser vivo. De sentirse bien, de saber que la naturaleza es todo. De sentir, de disfrutar.
Las calles de la ciudad también configuran un paisaje magnífico. Ciertos árboles se parecen a originales ramos de flores, envidiada por las mejores musas de la provincia. Aromas provocadores que seducen a las personas que caminan en busca de un futuro mejor. Unos y otras se miran con deseos, con pasión, con curiosidad.
Una primavera fuerte, pasional, deliciosa, sencilla, suave, intensa, templada, estética, encantadora, placentera, cautivarte, entusiasta, enamoradiza. Tucumana.
Sebastián Ganzburg
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