- La intervención de Japón para controlar el alza del yen complica los planes de Estados Unidos, que desea modificaciones en la política cambiaria de China, y dejó a Washington sin reacción oficial sobre el anuncio de Tokio este miércoles.
"Nos negamos a comentar", respondió a la AFP una portavoz del departamento del Tesoro estadounidense, Natalie Wyeth, interrogada sobre si Estados Unidos fue informado por Japón y si Washington aprobaba la medida.
Contactado por la AFP para conocer su posición, el Fondo Monetario Internacional (FMI), guardián de la estabilidad de los monedas mundiales, respondió de la misma manera.
Pero el FMI se ha mostrado reacio a comentar sobre el yen en los últimos meses.
La primera reacción política estadounidense llegó de un influyente congresista, el Representante demócrata Sander Levin, presidente del poderoso Comité de Medios y Arbitrios de la cámara baja, que lamentó "un acontecimiento muy inquietante".
Su circunscripción se sitúa en Detroit (Michigan, norte), la capital estadounidense del automóvil, sector que enfrenta desde hace décadas a la competencia japonesa.
El poderoso lobby del automóvil en el Congreso llamó de inmediato al gobierno de Barack Obama a "condenar esta decisión de Japón, que desestabiliza el delicado equilibrio de la cooperación internacional".
Confrontado con el problema de un yen fuerte desde hace varios meses, el gobierno japonés jamás encontró al otro lado del Pacífico simpatizantes a su causa. Tokio ya advirtió sobre los desórdenes que causa a su economía la incontenible alza de su moneda en las últimas cumbres del G7 y del G20.
Pero los cambistas estadounidenses siguen viendo a Japón como un caso muy aislado.
"Que Estados Unidos y Europa no quieran inmsicuirse no es extraño", comentaron analistas de Brown Brothers Harriman. Pero "los dirigentes japoneses ya habían dado a entender que era más difícil de obtener comprensión de Estados Unidos que de Europa", recordaron.
Los estadounidenses sólo fijaban sus miras sobre el yuan chino y la iniciativa japonesa mina sus planes en momentos en que se esfuerzan por convencer a China de que intervenga menos sobre su moneda.
Algo remarcado este miércoles por el anuncio de que Washington llevará a Pekín ante la OMC por demandas comerciales.
Según Simon Derrick, de Bank of New York-Mellon, Washington tiene el poder para poner fin a la medida japonesa, y bastaría una observación, como la del presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan en 2004, para que Tokio se detenga.
El economista Tim Duy, de la Universidad de Oregon, se preguntó por su parte si Estados Unidos no fue tomado por sorpresa. "¿Qué puede pasar por la cabeza de Timothy Geithner (secretario del Tesoro) en este momento?", se interrogó, sorprendido de que Washington no pueda impedir que los bancos centrales de otros países intervengan indirectamente sobre el dólar.
El premio Nobel de Economía Paul Krugman expresó su simpatía hacia las dificultades que enfrenta Japón ante China.
"En los hechos, los chinos consiguieron que los japoneses compren dólares en su lugar. Honestamente, me duele culpar a los japoneses: están confrontados con un grave problema de deflación" alimentada por la baja del precio de sus importaciones, subrayó.
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