“¿Qué diferencia hay entre la campaña del desierto de Roca y la campaña para bajar la edad de imputabilidad y generar más institutos penitenciarios?”, es una de las tantas preguntas que se hizo, en diálogo con TucumánHoy, la profesora Magdalena Romero que trabaja con chicos en situación de encierro y vulnerabilidad en la provincia.
Desde hace varios años Magdalena Romero trabaja con chicos en situación de encierro y vulnerabilidad. Tiene 28 años y un compromiso absoluto desde lo social. Considera que la educación es fundamental como herramienta de inclusión. Es profesora de teatro. Trabajó en el Hogar Belgrano, instituto Roca y actualmente es coordinadora de talleres en un Centro de Actividades Juveniles (CAJ) en una agrotécnica de Estación Aráoz. Además desempaña tareas en una escuela del Barrio Municipal en Concepción, una zona marginada.
“Trabajar con estos chicos es un honor. Soy muy agradecida de que me dejen entrar en sus arrestos, en su institución, aulas porque a través del teatro uno se puede expresar y decir las cosas que siente”, comentó Magdalena en una interesante entrevista con TucumánHoy.
Al momento de realizar su comprometida labor docente, “apelo a improvisaciones, de acuerdo a diferentes temáticas. Casi siempre les llevo libros, me parece muy importante que lean. Les encanta hacerlo y cuando algunos no saben otros lo hacen, otras veces les leo yo. Les dejo libros para que los tengan, lo importante es que se familiaricen con el objeto libro. Eso los pone en otro lugar”, indicó con vos cálida, amable pero sobre todo segura.
“En las primeras improvisaciones los personajes son los choros, transas, prostitutas. Todas aquellas cosas características para ellos. Una vez que se sacan toda esa mochila social, se abordan temas mucho más interesantes como la soledad, felicidad, cosas buenas, lo que está bien o mal, quien le robó a quien. Si ellos realmente robaron una cartera o realmente la sociedad les robó la posibilidad de tener cosas básicas. La sociedad los vulnera y violenta sus derechos. Les quita la posibilidad de vivir dignamente, de ser respetados, de estudiar”, señaló.
En este sentido indicó que la situación de “ver a los chicos en los colectivos repartiendo tarjetas está totalmente naturalizada, y por ende invisibilizada. Entonces, ¿si te condenan por robar una cartera tres meses, cuál es la condena para quienes les roban sus derechos?”.
En el corpus de lectura Magdalena selecciona textos de autores como Octavio Paz, Sor Juan Inés de la Cruz, Mark Twain, Shakespeare. Pero también “llevo libros con obras y por ahí los chicos se fijan en los títulos y las leemos. Obras de dramaturgos contemporáneos argentinos”, aseveró.
Respecto a la inclusión sostuvo: “es más que una palabra, ahora está como en boga palabras como inclusión, vulnerabilidad, contexto de encierro. El tema pasa por una verdadera inclusión. De hacernos cargos como sociedad. Pero por otro lado está la exclusión de la que nadie habla. Hay gente de 30 años que ya se jubiló de pedir en la calle y ahora les toca a los hijos. Si nacés pobre tu trabajo es ese: repartir tarjetita, pedir. Es decir, son muchas estrategias de supervivencia en una sociedad feroz y excluyente”.
Por eso no duda en preguntarse: “¿cuál es la diferencia entre la campaña del desierto de Roca y la campaña para bajar la edad de imputabilidad y generar más institutos penitenciarios? Lo que se está haciendo es una masacre con nuestro futuro, los niños”. Y agregó: “toda la sociedad sabe que los institutos penitenciarios de minoridad no son Disneylandia, estamos poniendo nuestro futuro tras las rejas”.
Pero esto también ocurre con los adultos, “porque sin con 30 años robás una cartera y te mandan a Villa Urquiza, salís y nadie te acepta”. A su vez aclaró: “no estoy diciendo que esté bien cometer un crimen, solamente sostengo que esas personas antes fueron violadas, robadas, pasaron por una situación de violencia. No estoy defendiéndolos solos digo que es más fácil rasgarse las vestiduras que asumir el compromiso”.
Por último cuestionó: “porqué existen los barrios privados, gente con varias 4x4 y chicos que no tienen para comer? Cuando les ves sus ojos, al subir a los colectivos, les ves sueño, tiene hambre y a los de las 4x4 encima se molestan”.
Sebastián Ganzburg
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