Según el informe, "la quita o reducción de las retenciones a la soja impediría que la ganadería pudiese mantener el ritmo de crecimiento que ha retomado". Para el organismo, "no existe ninguna posibilidad de planificación productiva y territorial si la expansión de las distintas actividades agropecuarias queda sujeta exclusivamente a las leyes del mercado".
El informe aparece poco después de que el Senasa difundiera un trabajo que dio cuenta de la caída del stock de ganado vacuno se redujo en casi 9 millones de cabezas en apenas dos años.
"La competitividad de la ganadería dependerá de su rentabilidad en términos relativos con el resto de las actividades agrícolas; dicha rentabilidad está asociada al sostenimiento del nivel actual de precios de la carne", agrega. Para el INTA, "la expansión de las actividades agropecuarias dependen de su competitividad más que de sus precios o de sus rentabilidades particulares".
El trabajo permite comprobar que el incremento de la superficie sembrada con soja en la última década fue acompañada de una marcada disminución en la siembra de girasol y trigo,la cual no estuvo asociada a una reducción de los precios internacionales.
Pero la rentabilidad de los cultivos no depende solamente de los precios sino de sus costos de producción; la soja tiene un costo de producción sustantivamente inferior al resto, y así su rentabilidad es muy superior.
Asimismo, la caída de rentabilidad a fines de 2008, a causa de la disminución de los precios ocasionada por la crisis internacional, afectó incluso mucho menos a la soja que a los demás cultivos.
Perjuicio transitorio
A pesar de tener en 2007 y el primer semestre de 2008 muy buenos precios, la producción pecuaria no logró evitar la caída de la superficie ganadera, que cayó durante los últimos 15 años 13,5 millones de hectáreas a causa de la expansión sojera.
Esta reducción del área ganadera hizo que la sequía que azotó al país en 2008 y 2009 al encontrar los campos sobrecargados provocase no solo una gran mortandad de hacienda sino también afectase los índices de preñez en el servicio de dicho año.
Hoy la situación ha cambiado y existe un mayor equilibrio entre las rentabilidades que ofrecen la soja y la actividad ganadera, lo que frenó la disminución del área destinada a la ganadería, resaltó el trabajo del INTA.
Por el contrario, asegura el organismo, existe ya una recuperación de aquella superficie de aptitud ganadera que los altos márgenes de la soja habían hecho que se destinase a dicho cultivo independientemente de los magros rindes.
"La ganadería argentina está iniciando un proceso de recuperación a partir del incremento de los precios de la carne registrados en el último año", destacó el trabajo. Y, para que este crecimiento se mantenga -afirmó-, es fundamental que la superficie ganadera no vuelva a sufrir una reducción a manos de la agricultura.
"Independientemente del precio excepcional que hoy tiene la carne, no habría forma de que pudiese mantener su crecimiento ante la competencia por la tierra con un cultivo que casi lo duplicaría en rentabilidad", enfatizó.
Cuando el precio de la soja escala a valores extraordinarios el cultivo es rentable aún en áreas marginales para la agricultura pero aptas para la actividad ganadera, concluyó el informe.
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