Cientos de personas se han sumado a las celebraciones por la vida de los 33 mineros atrapados el pasado cinco de agosto en el Yacimiento San José. Niños, jóvenes y ancianos han comido asado de carne y milhojas de dulce de leche, han bebido champán y han bailado al ritmo de la música minera.
Comienza ahora una nueva fase, mucho más tranquila y alegre, la del rescate físico de los mineros.
La tarea puede tomar de dos a cuatro meses aproximadamente, se calcula un mínimo de 100 días. Lo primero que se debe hacer es alimentar y fortalecer a los 33 mineros que desde hace 18 días viven en las entrañas del desierto de Atacama.
Uno de los rescatistas, Pedro Ramírez señaló que: "Ellos van a tener que trabajar en su propio rescate porque van a tener que limpiar los elementos que caigan producto de esa excavación". El rescatista concluyó: "Nuestra gente deberá despejar el material y facilitar el trabajo que se hace en superficie".
Una vez 'encamisado' el pozo, como se llama a la operación por la cual se afirma la cavidad de comunicación con los mineros, se empiezan a enviar las 'palomas' con alimentos y las cartas y los mensajes de los familiares que están en la superficie.
El agua mineral con sales reforzadas y el azúcar son los alimentos básicos que permitirían que el organismo funcione correctamente. Una vez en pie, se les hará una entrevista psicológica a los mineros atrapados con vida, con el objetivo de saber cómo están.
Los expertos chilenos han barajado otras opciones para llevar a cabo este rescate único en el mundo por la gran profundidad a la que se debe llegar, casi 700 metros. La primera posibilidad es realizar un nuevo túnel hasta el nivel 42, donde se encuentran los mineros, acción que se ha desechado porque tardaría aproximadamente un año en realizarse.
Otra alternativa es emplear máquinas que se utilizan para perforar pozos petrolíferos que poseen diámetros y velocidades mayores, pero que también producen un mayor riesgo de derrumbe en el interior de los yacimientos.
La tercera opción, y la más indicada, es comunicarse primero con los 33 mineros que están en las profundidades para ver cómo está el interior de la mina y hasta qué nivel podrían subir.
Conociendo la cantidad de metros que los separan de la superficie podría calcularse el tiempo aproximado de duración de los trabajos de rescate y el lugar exacto en el que realizarse el hoyo.
Hasta ahora, en el Campamento Esperanza se han perforado unos 8.000 metros con sondas, trabajo en el que han participado más de 1.000 personas. Se ha repartido 8.000 raciones de comida y unos 10.000 litros de agua potable.
Fuente El Mundo
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