La gesta del Éxodo Jujeño será celebrada hoy en el noroeste como una de las mayores epopeyas en la lucha por la independencia, que consistió en replegar por orden de Manuel Belgrano las poblaciones de Jujuy a Tucumán, dejando tierra arrasada al ejército español para reconquistar luego el territorio y poner a los realistas en retirada.
El Éxodo Jujeño comenzó el 23 de agosto de 1812, cuando el Ejército del Norte comandado por el general Manuel Belgrano en la vanguardia y el mayor general Eustoquio Díaz Vélez en la retaguardia, ordenó el repliegue a San Miguel de Tucumán ante el avance de las tropas realistas desde el Alto Perú, actual Bolivia.
"Aún hoy, es largo recorrer ese camino, de 330 kilómetros, que Belgrano fue construyendo con la influencia de su palabra y parece desmentir eso de que los revolucionarios de Mayo eran de `alcance` porteño", dijo a Télam la historiadora Liliana Barela.
La palabra fundamental era "libertad", proclamada en bandos y arengas por una de las personalidades más cultas de la Revolución de Mayo.
"La revolución es una situación que empieza en Buenos Aires, donde Belgrano forma parte del partido liderado por Mariano Moreno, decidido a llevar a fondo el programa revolucionario", contó Barela, docente en el Profesorado Joaquín V. González.
El norte presentaba una situación militar conflictiva, "y es en el momento más difícil cuando Belgrano se da cuenta de que hay que hacer algo definitivo y apela al alcance de su palabra", indicó la historiadora.
El éxodo es una retirada activa que comienza en agosto con un repliegue precipitado porque el enemigo venía cercando, tras un bando dictado por Belgrano el 29 de julio, que disponía la retirada.
"Las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre nosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud", decía el documento.
La proclama alentaba: "Llegó, pues, la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres".
"Yo imagino el sojuzgamiento que las poblaciones del norte tenían, con una economía muy afincada a la tierra y una relación de trabajo a través de un señor que era español, cuando llegó un grupo que hablaba de liberación", planteó Barela, para quien "la lucha cobraba sentido porque peor de lo que estaban, no podían estar".
Belgrano viene de algunas derrotas, sabe que los realistas refuerzan los efectivos y convoca a todos los "patriotas decididos" a dejar la tierra arrasada, mostrando la decisión revolucionaria de que "quienes no sigan la orden, serán fusilados".
"Belgrano encarna una revolución que tiene un origen jacobino y una verdadera intención revolucionaria, en un momento en que el grupo morenista ya está derrotado y obispos contrarrevolucionarios como el de Salta habían celebrado la `muerte` de Moreno, todavía en vida" de quien fuera el alma de la Primera Junta de gobierno.
Durante el éxodo, la población vivió en campamentos o regimientos, y logró rearmarse en septiembre para tener su revancha.
Belgrano concluye que "en el norte se puede mantener una guerra de fronteras", consideró Barela.
En esa región, "es posible una guerra de guerrillas que podrá hacer sólo el que conozca bien el territorio, como Manuel Padilla y Juana Azurduy, que van a molestar a ese baluarte de geografía que tenía el Alto Perú hasta la estrategia elaborada por San Martín, de batir el baluarte realista" desde el Pacífico, tras el cruce de Los Andes.
"Belgrano jugó el papel que la historia le pedía que jugara; fue un lúcido cuyo poder radicaba más en las ideas que portaba que en su correlación de fuerzas en la lucha por la hegemonía del proceso revolucionario, que en definitiva era la pugna por gestar un proyecto profundamente emancipador", opinó la historiadora.
Conocido es el final del patriota, cuyo reloj constituyó en la hora de su muerte el pago a los servicios médicos, y cuyo cadáver permaneció ocho días sin enterrar por falta de dinero.
No obstante, la gesta, atenuada en la versión de la historia oficial, se celebra cada año en Jujuy con representaciones y desfiles populares que mañana a las 19.30 contarán con la presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un acto oficial, junto al gobernador jujeño, Walter Barrionuevo.
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