"El fideicomiso que acabamos de establecer es histórico no solo para Ecuador sino para el mundo entero", dijo la directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Rebeca Grynspan, tras suscribir con el gobierno de Rafael Correa el acuerdo para no explotar el petróleo del parque nacional Yasuní.
Por Gonzalo Ortiz, para IPS.
Con la firma del Fideicomiso Yasuní-ITT, Ecuador se comprometió a dejar para
siempre bajo tierra los 846 millones de barriles de petróleo conocidos de los
campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini, que forman las siglas ITT, y que
representan 20 por ciento de las reservas del país.
El convenio implica
que este país recibirá 3.600 millones de dólares, equivalentes a 50 por ciento
de los recursos que percibiría en caso de optar por la extracción, que no se
tocarán y serán la garantía por si alguna vez se explotan esos hidrocarburos.
Con este propósito se crea un fondo de capital, administrado por el PNUD
(Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), con la participación del
Estado, la sociedad civil ecuatoriana y representantes de los contribuyentes.
El proyecto, ideado hace una década por organizaciones ambientalistas,
fue propuesto oficialmente por el presidente Correa ante la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas en septiembre de 2007.La iniciativa tuvo un recorrido difícil hasta llegar a puerto, con varias
comisiones encargadas, despidos y renuncia de funcionarios, entre ellas la de
Fander Falconí a su cargo de canciller.
Este fideicomiso "rompe el
paradigma de las relaciones Norte-Sur", añadió Grynspan, pues los países
industrializados no son los únicos contribuyentes sino que el principal es el
pueblo ecuatoriano que renuncia a explotar sus recursos petroleros en beneficio
de un modelo de desarrollo totalmente distinto".
La funcionaria destacó
la originalidad de la iniciativa, pues dijo que "hasta ahora solo se conocían
mecanismos de mercado para reducir los efectos de gases de efecto invernadero ya
emitidos a la atmósfera (contenidos en el Protocolo de Kyoto), "mientras que
éste es el primero en el mundo que evitará la emisión de dichos gases, de manera
cuantificable y verificable".
Los efectos de esta "novedosa iniciativa"
son múltiples, destacó Grynspan, pues no solo se ahorra la emisión al ambiente
de más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono, el principal
contaminante, y, por tanto, apoya la lucha contra el cambio climático, sino que
es una muestra de corresponsabilidad social.
En efecto, tal como lo
explicaron Grynspan y autoridades ecuatorianas, al declararse intocable la zona
se respeta a los pueblos no contactados de las etnias waorani y taromenane, que
habitan en el parque nacional.
Los intereses que produzca este fondo, de
alrededor de siete por ciento, se invertirán en la conservación del propio
parque nacional Yasuní y de otras 43 reservas naturales de Ecuador, además de
otros proyectos sociales y energéticos.
Entre ellos, tienen prioridad la
salud y educación de las poblaciones de la Amazonia ecuatoriana, zona donde se
extrae petróleo desde 1972 a un ritmo que hoy está en 470.000 barriles diarios,
creando serios pasivos ambientales.
Aparte, el fondo se invertirá "en
proyectos de energía renovable, aprovechando la potencialidad hidroeléctrica,
geotérmica, eólica y solar", dijo el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, quien
firmó el fideicomiso.
El gobierno apunta, dijo, a cambiar "la matriz
energética" de Ecuador, para "dejar de depender del petróleo".
Se espera
que los fondos provengan de países, filántropos, organizaciones no
gubernamentales y empresas que quieran donar para mantener ese petróleo bajo
tierra, explicó María Fernanda Espinosa, ministra Coordinadora del Patrimonio
Cultural y Natural, en una reunión previa con la prensa extranjera.
"El
PNUD ha tenido un intenso y fructífero proceso de aprendizaje, y ha modificado
sus conceptos tradicionales", reconoció Grynspan.
"Por culpa de Ecuador,
el nombre de mi oficina va a cambiar", dijo a IPS el coordinador ejecutivo de la
Oficina de Fondos Fiduciarios Multidonantes del PNUD, el economista etíope
Bisrat Aklilu.
"No es broma. Estamos pensando en cambiar la palabra
donantes por socios", acotó Aklilu, quien maneja más de 30 fondos de capital que
sobrepasan los 5.000 millones de dólares.
"Esta es una de las razones de
la importancia global de lo que acaba de firmar el PNUD", insistió. "Ecuador nos
ha convencido que es el mayor socio del nuevo ‘trust fund’, pues es el que pone
mayores recursos, con el sacrificio del pueblo que renuncia a explotar los
hidrocarburos. Los demás cooperantes, pongan lo que pongan, siempre serán
menores", agregó.
"Nos proponemos que este modelo sea repetido en otras
latitudes", dijo el funcionario, que coincidió con el experto principal del
proyecto, el ecuatoriano Carlos Larrea, en una conversación con IPS.
"El
análisis de la consistencia microeconómica del proyecto demuestra su solidez",
aparte de que "abre nuevos campos incluso para la teoría del desarrollo",
apuntó. La iniciativa tuvo un recorrido difícil hasta llegar a puerto, con varias
comisiones encargadas, despidos y renuncia de funcionarios, entre ellas la de
Fander Falconí a su cargo de canciller.
Este fideicomiso "rompe el
paradigma de las relaciones Norte-Sur", añadió Grynspan, pues los países
industrializados no son los únicos contribuyentes sino que el principal es el
pueblo ecuatoriano que renuncia a explotar sus recursos petroleros en beneficio
de un modelo de desarrollo totalmente distinto".
La funcionaria destacó
la originalidad de la iniciativa, pues dijo que "hasta ahora solo se conocían
mecanismos de mercado para reducir los efectos de gases de efecto invernadero ya
emitidos a la atmósfera (contenidos en el Protocolo de Kyoto), "mientras que
éste es el primero en el mundo que evitará la emisión de dichos gases, de manera
cuantificable y verificable".
Los efectos de esta "novedosa iniciativa"
son múltiples, destacó Grynspan, pues no solo se ahorra la emisión al ambiente
de más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono, el principal
contaminante, y, por tanto, apoya la lucha contra el cambio climático, sino que
es una muestra de corresponsabilidad social.
En efecto, tal como lo
explicaron Grynspan y autoridades ecuatorianas, al declararse intocable la zona
se respeta a los pueblos no contactados de las etnias waorani y taromenane, que
habitan en el parque nacional.
Los intereses que produzca este fondo, de
alrededor de siete por ciento, se invertirán en la conservación del propio
parque nacional Yasuní y de otras 43 reservas naturales de Ecuador, además de
otros proyectos sociales y energéticos.
Entre ellos, tienen prioridad la
salud y educación de las poblaciones de la Amazonia ecuatoriana, zona donde se
extrae petróleo desde 1972 a un ritmo que hoy está en 470.000 barriles diarios,
creando serios pasivos ambientales.
Aparte, el fondo se invertirá "en
proyectos de energía renovable, aprovechando la potencialidad hidroeléctrica,
geotérmica, eólica y solar", dijo el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, quien
firmó el fideicomiso.
El gobierno apunta, dijo, a cambiar "la matriz
energética" de Ecuador, para "dejar de depender del petróleo".
Se espera
que los fondos provengan de países, filántropos, organizaciones no
gubernamentales y empresas que quieran donar para mantener ese petróleo bajo
tierra, explicó María Fernanda Espinosa, ministra Coordinadora del Patrimonio
Cultural y Natural, en una reunión previa con la prensa extranjera.
"El
PNUD ha tenido un intenso y fructífero proceso de aprendizaje, y ha modificado
sus conceptos tradicionales", reconoció Grynspan.
"Por culpa de Ecuador,
el nombre de mi oficina va a cambiar", dijo a IPS el coordinador ejecutivo de la
Oficina de Fondos Fiduciarios Multidonantes del PNUD, el economista etíope
Bisrat Aklilu.
"No es broma. Estamos pensando en cambiar la palabra
donantes por socios", acotó Aklilu, quien maneja más de 30 fondos de capital que
sobrepasan los 5.000 millones de dólares.
"Esta es una de las razones de
la importancia global de lo que acaba de firmar el PNUD", insistió. "Ecuador nos
ha convencido que es el mayor socio del nuevo ‘trust fund’, pues es el que pone
mayores recursos, con el sacrificio del pueblo que renuncia a explotar los
hidrocarburos. Los demás cooperantes, pongan lo que pongan, siempre serán
menores", agregó.
"Nos proponemos que este modelo sea repetido en otras
latitudes", dijo el funcionario, que coincidió con el experto principal del
proyecto, el ecuatoriano Carlos Larrea, en una conversación con IPS.
"El
análisis de la consistencia microeconómica del proyecto demuestra su solidez",
aparte de que "abre nuevos campos incluso para la teoría del desarrollo",
apuntó.
La iniciativa salva al Yasuní, considerado uno de los lugares de mayor
biodiversidad del planeta, que abarca 982.000 hectáreas en la cuenca alta del
río Napo, en la Amazonia.
La razón de esta biodiversidad es que el
parque Yasuní es parte del Refugio del Pleistoceno Napo, "espacio que mantuvo su
humedad durante las alteraciones climáticas del período cuaternario", explican
biólogos de la Universidad Católica del Ecuador.
"Las poblaciones
indígenas que habitan el parque Yasuní utilizan esa biodiversidad y son sus
guardianes", dijo por su parte a IPS Manuela Omari Ima, presidenta de la
Asociación de Mujeres Waorani, etnia amazónica que por muchos años fue conocida
como "auca" y considerada "salvaje".
Ella y una docena de nativos,
incluida la jefa Kawo Boya, quien vive en el propio Yasuní, asistieron a la
ceremonia. En sus rostros, pintados de rojo y negro se dibujaba una gran
sonrisa. "Este es el proyecto más emblemático del gobierno de la Revolución
Ciudadana", reiteró la ministra Espinosa en su discurso durante la ceremonia.
Sin embargo y para sorpresa de muchos, Correa no estuvo presente en el
acto, en el que participaron su gabinete ministerial, el cuerpo diplomático
extranjero completo y los representantes de todas las agencias de cooperación.
El mandatario se hizo representar por el vicepresidente Lenín Moreno.
Una funcionaria gubernamental y ambientalista de larga trayectoria, que
no quiso ser identificada por su nombre, comentó a IPS que eso mostraba, una vez
más, "el compromiso ambivalente" de Correa con el proyecto, pues no "acaba de
asumir lo revolucionario de su propia propuesta".
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