La Policía norirlandesa (PSNI) se enfrentó la pasada noche en el norte de Belfast a jóvenes nacionalistas con varias ráfagas de balas de goma, en el cuarto día consecutivo de disturbios callejeros, según informaron fuentes oficiales.
El epicentro de las protestas volvió a ser el barrio católico de Ardoyne, donde un número menor de manifestantes que en días anteriores prendió fuego a un vehículo y lanzó bombas incendiarias contra los agentes del orden, señaló un portavoz de la Police Service of Northern Ireland (PSNI), quien añadió que esta vez no hubo heridos.
Desde el pasado domingo, 82 agentes de policía han resultado heridos por los disturbios que han sacudido diferentes partes de la capital norirlandesa y otras localidades de la provincia, coincidiendo con las celebraciones protestantes del "Doce de Julio".
Según altos cargos de la PSNI, la clase política de la provincia no ha hecho lo suficiente para acabar con la violencia durante la conflictiva temporada de marchas, una crítica dirigida al ministro principal norirlandés, el unionista Peter Robinson, y su adjunto en el Gobierno, el republicano Martin McGuinness.
Ambos se reunieron este miércoles en Belfast con el máximo responsable policial, Matt Baggott, para abordar este asunto y presentar un frente común. McGuinness dijo que está claro "que hay grupos ahí afuera" que quieren reavivar el conflicto civil del pasado, en referencia a los disidentes republicanos.
Baggott también señaló que los incidentes, en los que participan niños de apenas "ocho, nueve o diez años de edad", están orquestados por elementos escindidos del inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), opuestos al proceso de paz en la región. El policía también instó a los políticos norirlandeses a solucionar urgentemente el problema de las marchas protestantes.
Con la devolución el pasado abril de Londres a Belfast de las competencias de Justicia e Interior, los partidos de la provincia británica habían acordado eliminar la controvertida Comisión de Desfiles e involucrar a las dos comunidades enfrentadas para decidir conjuntamente las rutas de las marchas protestantes.
No obstante, los planes presentados por los políticos, que se prevé que entren en funcionamiento el próximo año, fueron rechazados la pasada semana por la Orden de Orange, considerada por los católicos como una organización profundamente sectaria.
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