El gobierno brasileño envió tropas de la Fuerza Nacional de Seguridad para patrullar las ciudades devastadas por las inundaciones en el noreste, donde se registraron saqueos y ya se reportaron 54 personas muertas, la última una niña de 2 años que fue aplastada por un alud que derrumbó su casa.
Fueron montados piquetes en el ingreso a algunos poblados para controlar la llegada de forasteros que puedan realizar hurtos en las viviendas derribadas por la correntada.
Un caso de leptospirosis ya fue detectado y "seguramente" se reportarán más en los próximos días, informaron fuentes de la cartera de Salud, que envió 16 toneladas de medicamentos.
En tanto cerca de 70 personas continuaban desaparecidas en Alagoas, donde hubo 34 víctimas mortales, mientras en Pernambuco, que registró 20 muertes, no se reportaron desapariciones.
El presidente Luiz Lula da Silva responsabilizó a las autoridades locales por autorizar construcciones en "áreas de riesgo" próximas a los ríos.
Alrededor de 3 millones de personas resultaron afectadas por las inundaciones en Brasil entre 2007 y 2009, según datos del Ministerio de Planificación.
En tanto, la población denunció el accionar de especuladores, que aumentaron los precios de los alimentos ante la escasez reinante, mientras hay hacinamiento en algunos albergues.
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