El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegó ayer a Toronto con la reforma de Wall Street prácticamente en el bolsillo, pero en la ciudad canadiense deberá negociar con colegas del G8 y el G20 más interesados en combatir el déficit fiscal, aplicar ajustes en Europa o defender "modelos propios" en América Latina.
A Obama le gustaría que en Toronto se repita el "espíritu" de la cumbre de Londres en el 2009, cuando el mundo temblaba por la crisis financiera global y no dudó en formar un frente unido en favor de mayores reformas y transparencia.
Esta vez, el presidente
norteamericano se sentará junto a
mandatarios europeos que solamente piensan en cómo evitar
terminar en medio de una debacle como la griega.
De todas maneras, la comitiva estadounidense viajó con los
ánimos altos. "Ahora, nosotros estamos liderando al mundo en la
reforma financiera", dijo el vocero de la Casa Blanca, Robert
Gibbs, a bordo del Air Force One en vuelo hacia Toronto.
Esta será la tercera cumbre de G20 y G8 de la que participará
Obama desde que asumió la presidencia, en enero del año pasado.
"En nuestra primera reunión en Londres, cuando azotaba al mundo la peor crisis financiera de nuestros tiempos, actuamos audaz y rápidamente para sacar a nuestra economía del borde del abismo", recordó el presidente.
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