Las lluvias arrasaron con ciudades enteras del nordeste de Brasil, pero hubo algo con lo que no pudieron: la pasión inquebrantable de los brasileños por el fútbol. E incluso aquellos que perdieron todo en las inundaciones, hicieron lo imposible por ver el partido Brasil-Portugal este viernes.
En el gimnasio municipal de la ciudad de Uniao dos Palmares, a 80 km de Maceió (capital del estado de Alagoas), una de las localidades más afectadas por las lluvias de los últimos días, la electricidad va y viene. Pero este viernes la energía se mantuvo y permitió a decenas de evacuados seguir el encuentro empatado a cero por las selecciones brasileña y portuguesa.
"Van a empatar. Los dos tienen buenos jugadores", vaticina durante los primeros minutos de juego Edivaldo, de 21 años, que sentado en un banquito con su hijo en brazos mira el televisor embarrado colocado sobre dos sillas.
"Cristiano Ronaldo es el mejor de Portugal y Luis Fabiano el mejor de Brasil", opina.
Detrás de la televisión, las mujeres preparan el almuerzo. La mayoría de las familias allí alojadas van a comer pasta acompañada de porotos negros.
En la parte central del gimnasio, dos bancos largos dispuestos en forma de tribuna albergan al público mas numeroso, mayoritariamente hombres, frente a la televisión.
Brasil jugó con un equipo diezmado por expulsiones y lesiones, y ni el astro Kaká ni el volante Elano participaron del encuentro.
El mediocampista "Kaká no juega nada. Debería jubilarse", bromea Roberto. "Yo pondría a (el delantero) Robinho", le responde a su lado su amigo Marcos.
Al menos durante los 90 minutos de juego, los evacuados de esta empobrecida y ahora destruida localidad consiguen olvidar la tragedia tras la lluvia y las inundaciones que dejó 51 muertos y decenas de desaparecidos en los estados nordestinos de Pernambuco y Alagoas.
Los próximos partidos de Brasil en la Copa del Mundo serán para ellos tan especiales como para los 190 millones de fanáticos de la seleçao.
Por eso, Maciel Martins, alojado junto a otras 197 personas en la escuela municipal de Uniao dos Palmares, se pone como desafío reparar dos televisores que él y su madre pudieron rescatar del desbordado río Mundaú.
Antes del partido, los limpió y secó al sol, aunque con pocas esperanzas de que funcionen.
"Vamos a ver que da. No creo, pero de repente" funcionan, contó a la AFP. "Quedaron bajo el agua" y se arruinaron los dos, explicó.
Thiago, de 11 años, que está viviendo con su familia en la escuela, cree que "Brasil va a ser campeón". María Eduarda, de nueve años, opina lo mismo, pero su amigo Juber, también de 11 años, dice que Portugal va a ser el ganador de la Copa.
Unidos en la tragedia de haber perdido todo lo material que poseían, habitantes de ciudades como Rio Largo, Branquinha, Uniao dos Palmares o Santana do Mundaú, todas cercanas a Maceió, se aferran a la selección, que podría darles, tal vez, una alegría en medio de tanto sufrimiento.
Es difícil hacer una estimación, pero de cada cinco personas que circulan por las ciudades visitadas por periodistas de la AFP en la zona de desastre, probablemente una de ellas tenga puesta la camiseta canarinha; el poco de color visible en medio de las ruinas.
Incluso algunas decoraciones verdeamarelas, destinadas a las fiestas de San Juan este 24 de junio, serían dejadas en espera de los resultados del seleccionado en la Copa del Mundo. Varias guirnaldas y banderines lograron escapar del agua, atados a lo alto de columnas, un recordatorio de una fiesta que no pudo ser.
Janaina, de 18 años, está sentada sobre las tejas que pudo recuperar de lo que fue su casa, totalmente derruida bajo sus pies. Tiene puesta una camiseta embarrada con una leyenda que reza "Fuerza Brasil!", y en cada partido alentará a su equipo.
Su vecino Vanderley, de 35 años, asegura que apoyar al combinado auriverde es obligatorio: "Beber café y alentar. Es lo que tenemos. Porque no tenemos nada más".
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